Washington (CNN) – Un día después de que los votantes eligieran un gobierno dividido al entregar la Cámara de Representantes de nuevo al Partido Demócrata, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, hizo ese tipo de movimiento de Yo-hago-lo-que-se-siente-bien-cuando-se-siente-bien que se ha convertido en su sello en los últimos tres años de su vida política: destituyó a Jeff Sessions.
Y al hacerlo, Trump parece haber recuperado el control operacional de la investigación del fiscal especial Robert Mueller en la interferencia rusa en las elecciones de 2016 y la posibilidad de colusión entre la campaña de Trump y una potencia extranjera.
Al despedir a Sessions – por medio de un tuit, naturalmente – Trump anunció que Matt Whitaker, secretario de Sessions en el Departamento de Justicia, sería el secretario de Justicia interino, un cargo que puede ocupar durante aproximadamente 200 días ya que no ha sido confirmado previamente por el Senado.
Pero incluso tener a Whitaker en el cargo durante los próximos 100 días podría ser suficiente para Trump. Whitaker ha sido un abierto crítico de la amplitud de la investigación de Mueller e incluso reflexionó sobre esta cadena de eventos en 2017 en una entrevista con CNN:
“Puedo ver un escenario en el que Jeff Sessions es reemplazado, se retrasa el nombramiento y ese secretario de Justicia no despide a Bob Mueller, sino que simplemente reduce su presupuesto a algo tan mínimo que sus investigaciones prácticamente se detienen”.
Considerando los pasados comentarios de Whitaker, los demócratas inmediatamente lo urgieron a declararse no apto para vigilar la investigación de Mueller. Lo que, um, no ha ocurrido.
Trump se deshizo de Sessions porque nunca pudo perdonar que el exsenador por Alabama se declarara no apto en la investigación rusa, una decisión que puso al secretario de Justicia adjunto, el general Rod Rosenstein, a cargo de la investigación y, en la mente de Trump, llevó al nombramiento de Mueller.
Y Trump pudo simplemente haber promovido a Rosenstein al puesto de Sessions pero prefirió a Whitaker sobre él. El que Rosenstein haya expresado repetidamente su apoyo a Sessions, a Mueller y a la investigación del fiscal especial no es una coincidencia en cuanto a que no haya sido considerado para el cargo.
No me crean a mí sobre las intenciones de Trump en relación a la investigación rusa. Créanle al propio Trump. Esto es lo que él dijo acerca de la investigación – y su papel en ella – durante una conferencia de prensa este miércoles:
“Yo me alejo de eso. Pero, ¿sabes lo que hago? Simplemente dejo que avance. Ellos están desperdiciando mucho dinero, pero yo dejo que avance, porque no quiero hacerlo. Pero tienes razón, yo podría terminarla ahora mismo. Yo podría decir: ‘esa investigación se acabó’”.
Ajem. Cof.
Siniestro, ¿no? Especialmente cuando uno considera que, de acuerdo con el reporte, Trump ya sabía que Sessions se iba cuando dio la conferencia de prensa. (El secretario general de la Casa Blanca John Kelly despidió a Sessions el miércoles por la mañana).
Así que, Trump se ha referido a la investigación de Mueller como una cacería de brujas y como una farsa más de 160 veces desde que comenzó el segundo trimestre del año. Ha dicho que se trata de un desperdicio de dinero y ha buscado desacreditar no solo a Mueller, sino a los investigadores que él ha contratado para trabajar en la oficina del fiscal especial. Y se deshizo del sujeto que apoyaba la investigación, descartó a otro sujeto que también respaldaba la investigación y eligió como secretario de Justicia interino a un sujeto que ha dicho todo tipo de cosas negativas sobre la investigación.
El punto: Todas las luces están en rojo. TODAS.