(CNN Español) – Un tema que preocupa a los miles jóvenes que estarán estos días en la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá es de los abusos de poder, de conciencia y sexuales cometidos por miembros del clero, especialmente contra niños y adultos indefensos.
Los escándalos que se han ido publicando en el pasado reciente han sido especialmente dolorosos por su impacto a nivel mundial: un cardenal prominente australiano renunció en medio de de cargos criminales, un jurado investigador en EE.UU. acusó a cientos de clérigos católicos de abusar secretamente de niños y un exembajador del Vaticano instó al propio papa a renunciar. Y, aunque se trate de casos marginales, han salpicado incluso a altas instancias de la Iglesia y a veces han llevado a sospechas que han incluido hasta denuncias contra cientos de miembros del clero.
Me consta que este es un tema extremadamente doloroso, muy especialmente para el papa Francisco, quien llegó a afirmar principios de enero: “El abuso contra los menores de edad es uno de los peores y más viles crímenes posibles. Destruye inexorablemente lo mejor que la vida humana reserva para un inocente, causando daños irreparables para el resto de su existencia”.
Es por eso que tras semanas de desprestigio, al regresar a Roma desde Panamá ha convocado en el Vaticano a algo sin precedentes: entre el 21 y el 24 de febrero, representantes de 130 conferencias episcopales tratarán las fórmulas que permitan la protección efectiva de los menores.
Inclusive, Francisco llamó a los participantes a que, antes de viajar, se encuentren en sus respectivas diócesis con víctimas de abusos, para que así puedan asimilar más la magnitud del problema y cuáles pueden ser las fórmulas más eficaces de acción conjunta, primero para prevenir y combatir tales crímenes; y luego para evitar su ocultamiento.
“Un problema global requiere una respuesta global” es el mensaje enérgico de la Iglesia de Francisco, quien está decidido a que los participantes en la reunión de febrero regresen a las zonas que están bajo sus miradas con instrucciones nada ambiguas sino muy claras sobre cómo deben actuar.
Y si bien se desconoce hasta qué punto profundizará en este tema en su decena de mensajes a los jóvenes en Panamá, antes de viajar, su mensaje para los transgresores ha sido claro: “Conviértanse, entréguense a la justicia humana y prepárense para la justicia divina”.