Nota del editor: Michael D’Antonio es autor del libro Never Enough: Donald Trump and the Pursuit of Success, y coautor con Peter Eisner de The Shadow President: The Truth About Mike Pence. Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor.
(CNN) – Alguien lo suficientemente cercano a la agenda personal del presidente Donald Trump y con suficiente sabiduría para sentirse consternado, le ha ofrecido al mundo una nueva visión del Narciso de la avenida Pennsylvania, 1600: 51 horarios privados brindados por una fuente anónima de la Casa Blanca, que incluyen “casi todos los días laborales desde las elecciones intermedias”.
Repletos de horas de lo que llaman “tiempo ejecutivo”, los calendarios revelan a un presidente dedicado a estudiarse en el espejo de agua de los medios y los números de las encuestas, pero no tan involucrado en los asuntos del pueblo estadounidense.
Publicados primero por el sitio web Axios sobre el interior de Washington, los calendarios filtrados parecen indicar que Trump en términos generales está tan ocupado en asuntos personales –quizás peinándose el pelo o aplicándose loción autobronceante o mirando “Fox and Friends“– que no llega a la oficina antes de la 11 de la mañana. Una vez allí, se reúne con frecuencia con asistentes de prensa, quienes, podríamos dar por sentado con seguridad, le ayudan a estudiar su propia imagen y a pulirla con fines políticos y personales.
Los periodistas de Axios, Alexi McCammond y Jonathan Swan resaltan –y dicen que las fuentes de la Casa Blanca lo confirman–, que el presidente podría estar ocupado de modos que no están señalados en este calendario. Podría estar en reuniones no programadas para evitar filtraciones de los empleados del Ala Oeste. Sin embargo, incluso considerando esto, Trump parece mantener un horario excesivamente ligero en la Casa Blanca, en especial comparándolo con el presidente Barack Obama, que a veces trabajaba hasta primeras horas de la mañana. Y George W. Bush que típicamente estaba en el Salón Oval antes de las 7 de la mañana, tenía su primera cita a las 8:15 a.m. y programaba su día en bloques de 10 minutos, hasta la hora de cortar a las 5:30 o 6 p.m.
Los días de viajes presidenciales no son tan distendidos, pero en términos generales, si su horario es realmente lo que parecen indicar los documentos de Axios, entonces está menos cargado que el de un niño de primer grado. Analicemos el primer calendario en el archivo de Axios. Tres horas completas de algo llamado “tiempo ejecutivo”, llamémosle T.E., es el comienzo del día de Trump el 7 de noviembre. Finalmente sostuvo una sola reunión en el Salón Oval a las 11 a.m., según el horario publicado por Axios. Esto seguido de un almuerzo, y luego tres horas más de T.E. Como el trabajo final de un estudiante perezoso, el horario está impreso con grandes márgenes y muchos espacios dobles, pero aun así no llena siquiera media página.
El calendario del 8 de noviembre se veía más ocupado pero incluía todavía más de cuatro horas de tiempo solo y requería menos de tres horas de trabajo serio de oficina. El resto del día, según estaba programado, estaba dedicado a ceremonias. Una semana después, el 15 de noviembre, los documentos de Axios indican casi cuatro horas bloqueadas de T.E. antes de que Trump tuviera que estar en la oficina. A las 5 p.m., decía el horario, habría logrado meter dos horas más de tiempo en solitario.
A D.J.T. le encanta su T.E.
Y el modo en que su personal habla del tiempo ejecutivo sugiere que es normal para los líderes de máximo nivel bloquear grandes franjas del día de actividades no organizadas.
De hecho, el término fue acuñado por la Casa Blanca y la vocera Sarah Sanders le dio significado, quien ha insinuado que el presidente usa estos períodos para consultas de alto nivel. Eso podría incluir aparentemente el tiempo que el presidente usa para realizar giras espontáneas del Ala Oeste, incluido –según un nuevo libro del exasistente de la Casa Blanca Cliff Sims– mostrarles a los visitantes el lugar en que el presidente Bill Clinton y Monica Lewinsky podrían haber tenido sexo.
En “Team of Vipers”, Sims escribió que Trump le explicó a un visitante, “me han dicho que aquí es donde Bill y Monica” pero no terminó la oración. Sanders no ha comentado sobre esta perlita en particular pero ha dicho que “el presidente está orgulloso de la Casa Blanca y de su rica historia”, y ha desestimado la idea de que el tiempo ejecutivo de Trump indique que él no está comprometido.
Este argumento no salió airoso. La BBC, en un artículo reciente, llama el T.E. un nuevo eufemismo, gracias a la acuñación del gobierno de Trump, para modos más comunes de entretenimiento como “usar los medios sociales, llamar a los amigos y tomar una siesta”.
Sabemos que el presidente está dedicado a escribir mensajes para sus seguidores en Twitter y que disfruta de llamar a viejos amigos en su teléfono personal. Tan solo en octubre, los expertos de inteligencia advirtieron que era casi seguro que las potencias extranjeras estaban escuchando las llamadas de Trump, que contienen mucho chisme, pedidos de consejos y de comentarios sobre su desempeño. El presidente aparentemente usa a sus interlocutores como un espejo. En diciembre algunos de sus amigos le dijeron a The New York Times que el presidente parece estar más aislado y que todavía “ve la presidencia mediante el lente de un animador televisivo”.
El animador en Trump es el que habla de un anuncio de los candidatos postulados a la presidencia como de “el acto de apertura” y publica un antiguo video propio cantando y disfrazado de granjero para señalar la firma reciente de un proyecto de ley sobre agricultura. Siempre dispuestos a dar otra interpretación a las críticas, los defensores de Trump, entre ellos Newt Gingrich, usan la noticia del horario ligero de trabajo del presidente para compararlo con Winston Churchill y Ronald Reagan, que lideraron a sus países mientras descansaban mucho.
El día del funeral de estado de George H. W. Bush, Trump asistió –trabajando hasta alrededor de la 1 p.m.– y luego pareció tomarse el resto del día libre: cuatro horas y 55 minutos de T.E. quedaron bloqueadas por el resto de la tarde, según los documentos de Axios. Otro presidente podría haber invitado a sus predecesores de regreso a la Casa Blanca. Pero Trump, que funciona como un máquina de insultos cuando habla de otros presidentes, es el hombre distinto en el club exclusivo de expresidentes. Es posible que su ego no pudiera tolerar más tiempo con los otros presidentes, que en general lo habían ignorado durante el servicio.
Pero no se quede con lo que yo digo. Lea con detenimiento los documentos publicados por Axios y vea el horario de un hombre tan comprometido con la presidencia como un actor que intenta crear la impresión de que realmente es comandante en jefe.
En un sentido, esto es desconcertante. Uno quisiera preguntarse: ¿no debería estar prestándole más atención a su trabajo? Pero por otra parte, puede que sea algo bueno que no esté tan involucrado. Como presidente de medio tiempo, Trump nos ha dado el más largo y doloroso cierre de la administración pública. Nos ha dado negociaciones infructuosas con Corea del Norte, una cobarde doblegación ante Vladimir Putin y altos niveles de división pública y ansiedad.
Imagine los problemas que podría crear si realmente se esforzara.