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Nota del editor: Pedro Brieger es un periodista y sociólogo argentino, autor de más de siete libros y colaborador en publicaciones sobre temas internacionales. Actualmente se desempeña como director de NODAL, un portal dedicado exclusivamente a las noticias de América Latina y el Caribe. Colaboró con diferentes medios nacionales como Clarín, El Cronista, La Nación, Página/12, Perfil y para revistas como Noticias, Somos, Le Monde Diplomatique y Panorama. A lo largo de su trayectoria Brieger ganó importantes premios por su labor informativa en la radio y televisión argentina.

(CNN Español) – En su discurso anual ante el Congreso el presidente Donald Trump afirmó que “Estados Unidos nunca será un país socialista”, una frase que acaparó los titulares de numerosos medios de comunicación, aunque ni siquiera fue un eje central del mensaje.

Esto fue dicho después de expresar su rechazo al gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela y afirmar que “sus políticas socialistas convirtieron a Venezuela en un país de pobreza siendo que antes era el más rico de América del Sur”. Más allá del debate que pueda existir sobre el socialismo en Venezuela y que ese país fue o no considerado el más rico de América del Sur, tal vez pocos prestaron atención a que dicha frase vino justo después de que Trump asegurara que -gracias a él- se habían logrado avances por la paz con la República Popular Democrática de Corea y de su “buena relación con Kim Jong Un”, su líder.

En interesante ver que la constitución de Corea del Norte ya en su primera línea del preámbulo se define como socialista, palabra que aparece varias veces, pero que brilla por su ausencia en la constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

Esto nos remite a una pregunta mucho más amplia sobre el socialismo; a saber, qué es el socialismo en general y qué significa ser socialista hoy. En primer lugar, hay que señalar que es una pregunta sin respuesta. Desde sus orígenes teóricos y su práctica en el siglo XIX la definición ha mutado tantas veces que es imposible hablar de “socialismo” sin explicar que hay múltiples definiciones y prácticas, pasando por las experiencias soviética o china, por el “socialismo del siglo XXI” de Hugo Chávez o el “socialismo democrático” del que habla el senador y exprecandidato demócrata Bernie Sanders, solo para citar algunos ejemplos. Sanders, que se sintió aludido, le respondió a Trump citando a Martín Luther King Jr. que solía decir que Estados Unidos tiene socialismo para los ricos, pero individualismo para los pobres.

Cuesta creer que a Trump le interese un debate sobre las diferentes formas de socialismo; su intención fue la de unir un político desprestigiado y demonizado como Nicolás Maduro con la oposición demócrata en su conjunto, de cara a las elecciones de 2020. De la misma manera que Saddam Hussein fue equiparado con Adolfo Hitler por el Secretario de Defensa Donald Rumsfeld en 2002 para invadir Iraq en 2003 apoyado en un gran consenso internacional, la utilización de Maduro y el socialismo parece ser un mensaje al pueblo estadounidense sobre los riesgos de votar por los demócratas en la próxima elección presidencial. Pero no es el único caso donde se utiliza a Maduro para fines electorales. En octubre de este año se elige presidente en la Argentina y desde los sectores afines al gobierno de Mauricio Macri ya afirman que “Cristina es Maduro” para denostar a la expresidenta Cristina Fernández, posible candidata, que cuenta con el apoyo de un sector importante de la población.

La extrema derecha estadounidense que apoya a Donald Trump también captó el mensaje del presidente. El sitio Breitbart News, que estuvo dirigido por Steve Bannon y fue asesor de Trump, ya vende una T-shirt con la consigna “nunca el socialismo en Estados Unidos” ( #NeverSocialist USA)

Esto quiere decir que la demonización de Maduro asociada con el socialismo puede convertirse en una especie de comodín para ser utilizado por el mejor postor.