(CNN) – ¡Feliz día internacional de verificación de hechos!
¡El presidente de EE.UU. Donald Trump ha realizado 9.451 declaraciones falsas o engañosas en sus primeros 802 días en el cargo!
Eso es según el invaluable Washington Post Fact Checker que, desde el inicio de la presidencia de Trump, ha catalogado la montaña de sus mentiras.
No es una noticia nueva que el presidente exagere, distorsione y o mienta de frente de forma habitual. Esta es una característica, no una excepción, no solo de su presidencia sino de su vida. Lo que es novedoso es que, de nuevo según el Fact Checker, el ritmo al que Trump hace afirmaciones falsas y engañosas se ha acelerado rápidamente en los últimos seis meses. Aquí está la clave:
“Ese es un ritmo de 22 declaraciones problemáticas al día durante los últimos 200 días, una fuerte alza desde el promedio de casi 5,9 afirmaciones falsas o engañosos por día en el primer año en el cargo de Trump”.
Piénsalo. El presidente de los Estados Unidos PROMEDIA 22 afirmaciones falsas / engañosas por día durante los últimos 200 días. Y esa es una tasa cuatro veces más alta que su ritmo de previsión en 2017, su primer año en el cargo.
Aún más preocupante es el hecho de que el lugar donde Trump dice que la mayoría de las falsedades es en los mítines de la campaña 2020. El Fact Checker contabilizó 64, sesenta y cuatro, declaraciones falsas o engañosas de Trump en un solo evento en Grand Rapids, Michigan, la semana pasada. (Miré la transcripción de ese discurso; es sorprendente).
Entonces, veamos lo que sabemos:
1) Trump se distorsiona —y rompe— la verdad más que cualquier otro presidente. En la historia.
2) Cuanto más tiempo sea presidente, más activa es su propensión por no decir la verdad.
3) Es menos sincero que nunca durante los mítines de campaña para su reelección de 2020.
Parece bastante claro, basándose en esos tres hechos, que Trump no se apegará más estrechamente a los hechos objetivos y a la Verdad (con mayúscula) entre ahora y noviembre de 2020. De hecho, parece casi seguro que se inclinará aún más a crear una realidad separada en la que él y sus partidarios pueden vivir felizmente… y los hechos quedan condenados. Y eso convencerá a sus partidarios de que los medios de comunicación son aún más falsos y menos confiables. Lo que los aislará aún más del resto del país (y del mundo) y profundizará (y empeorará) nuestras divisiones políticas.
Esto, para mí, será el legado duradero de Trump, gane o no un segundo mandato en 2020: el socavamiento activo de la idea de verdad y hechos, y los medios de comunicación como un árbitro generalmente neutral. En una encuesta de Gallup de 2018, más de seis de cada 10 personas dijeron que “las noticias que leen en los periódicos, que ven en la televisión o escuchan en la radio son parciales”. Y además está esto de la encuesta de Gallup: “De los 17 periódicos más importantes, las estaciones de noticias de la red o del cable, o los sitios de noticias de Internet evaluados en la encuesta, los republicanos ven a todos menos a dos, Fox News y The Wall Street Journal, como parcializados”.
Eso no es por accidente. Ese es el resultado de una campaña prolongada, liderada por Trump pero no iniciada por él, para desacreditar a los medios y ofrecer “hechos alternativos” en lugar de hechos objetivos. (Para ser claros: los medios de comunicación no están exentos de culpa aquí. Cometemos errores. Pero corregimos los errores que cometemos y nos hacemos responsables de ellos). Y esa falta de confianza no solo en los medios de comunicación, sino que los desacuerdos más amplios sobre si los hechos objetivos incluso existen es el tipo de cosa que amenaza los pilares sobre los cuales se construye nuestra democracia.
Si no podemos ponernos de acuerdo sobre los hechos, ¿cómo podemos tener una conversación sobre lo que nos dicen sobre el pasado, el presente y el futuro de nuestro país? Respuesta: No podemos.