(CNN) – Momentos después de que un hombre armado abriera fuego en la sinagoga del rabino Yisroel Goldstein, mientras su amigo yacía moribundo en el vestíbulo, se envolvió el brazo y los dedos sangrantes en un chal de oración, se paró en una silla y habló a su congregación.
“Somos una nación judía que se mantendrá en pie. No permitiremos que nada ni nadie nos derrote. El terrorismo como este no nos derribará”, recordó el rabino al hablar con reporteros un día después del tiroteo en la Congregación de Jabad.
Cuando se recuperó de una cirugía en el hospital, pues uno de sus dedos índices le fue arrancado por el rifle del atacante, nuevamente compartió un mensaje.
Goldstein, de 57 años, trató de consolar a los afligidos y heridos incluso mientras luchaba por comprender lo que sucedió en la sinagoga que había iniciado hacía más de 30 años.
“No vamos a ser intimidados ni disuadidos. El terror no ganará”, le dijo a Brian Stelter de CNN por teléfono el domingo desde el hospital. “Y como estadounidenses, no podemos y no vamos a acobardarnos ante este odio sin sentido de lo que se llama antisemitismo”.
“Un poco de luz derriba mucha oscuridad. Necesitamos mucha luz ahora”, dijo. “Y este próximo sábado, personalmente siento que quiero hacer un llamamiento a todos los judíos para que hagan un esfuerzo por asistir a la sinagoga. Necesitamos llenar esas habitaciones, no escapar de la sinagoga, sino todo lo contrario, vamos a llenar las sinagogas”, dijo el rabino.
“Demostremos a estos terroristas, mostrémosles a estas personas malvadas que no harán nada para impedirnos ser judíos orgullosos y personas orgullosas que caminan por la libertad de Estados Unidos”, agregó Goldstein.
Después de ser dado de alta del hospital, Goldstein pensó nuevamente en ofrecer palabras de guía a su congregación y a cualquier otra persona que escuchara.
“El espectáculo más desgarrador que haya visto”
Los congregantes de Goldstein aplaudieron mientras él caminaba lentamente hacia la sinagoga para dirigirse a los reporteros después de que le dieron el alta del hospital.
El rabino tenía ambas manos fuertemente vendadas. Tenía un brazo en un cabestrillo.
“Te amamos rabino”, dijeron algunos de ellos. “Lamentamos que esto haya ocurrido en nuestra sinagoga”.
Cuando Goldstein tenía 24 años de edad, su maestro lo envió desde Brooklyn para comenzar una sinagoga en Poway, California, a 35 kilómetros al norte de San Diego. Era una tierra vacante, la promesa de un espacio acogedor y sagrado.
Hoy, un centro comunitario alberga la sinagoga, un preescolar y una organización para niños con necesidades especiales.
“Toda la vida de mi esposa y mía tratan sobre lo que podemos hacer por la comunidad. Que nos suceda esto en 2019 es incomprensible”, le dijo a CNN más temprano ese día.
Hablando a los reporteros reunidos fuera de la sinagoga, Goldstein recordó cómo un estallido de disparos interrumpió la paz del último día de la Pascua, uno de los días más sagrados del año.
Él y la congregación se estaban preparando para un servicio conmemorativo, dijo.
El rabino dijo que escuchó un fuerte golpe mientras caminaba hacia el salón de banquetes para lavarse las manos.
Al principio, pensó que Lori Kaye, un miembro de larga data que ayudó a la congregación a obtener el préstamo para el edificio, se había caído en el vestíbulo. Tal vez una mesa se había volcado, pensó.
Pero entonces el rabino se dio la vuelta y vio una visión terrible, dijo con emoción en su voz.
“Aquí hay un joven parado con un rifle, apuntándome directamente a mí. Y lo miro. Tenía gafas de sol, no podía ver sus ojos, no podía ver su alma”, dijo Goldstein.
El rabino dijo que se congeló. Se preguntó, ¿de dónde vino el ruido? ¿Qué le pasó a Lori?
Se oyeron más disparos, dijo Goldstein, y él levantó las manos delante de él, logrando protegerse con los dedos.
Corrió al salón de banquetes, hacia los niños que jugaban allí, incluida su nieta de 4 años. Sangrando, gritó: “¡Salgan, salgan!”.
Luego el atacante dejó de disparar. La policía dice que aún no está claro por qué, pero es posible que el arma haya fallado; el rabino dijo que cree que se atascó.
Un agente armado de la Patrulla Fronteriza fuera de servicio, que recientemente había comenzado a asistir a la sinagoga después de descubrir sus raíces judías, persiguió al atacante, dijo el rabino.
“Después de que el atacante se fue, de que este terrorista se fue, me doy la vuelta para evaluar la situación. Y entro en el vestíbulo y veo a Lori tendida en el suelo inconsciente”, dijo, agobiado por la pena.
El esposo de Kaye trató de darle reanimación cardiopulmonar y se desmayó a su lado. La hija de la pareja gritó por sus padres.
“Este es el espectáculo más desgarrador que haya visto”, dijo Goldstein.
El rabino dijo que sentía que estaba congelado en el tiempo.
“Agarré un chal de oración, envolví mi brazo y mis dedos con él, que estaban colgando, colgando. Estaba sangrando por todo el lugar. Mi congregación estaba reunida afuera. Y dije: ‘Tengo que hacer algo’”. ” Así que se subió a la silla y comenzó a hablar.
Combatiendo la oscuridad con la luz
Goldstein dijo que oró y lloró en las horas posteriores al tiroteo.
“Rezo por la curación durante este tiempo, por el dolor y la pena, y le pido al mundo que haga algo para agregar más luz para combatir la oscuridad maligna”, dijo.
El rabino, quien está a cargo de ayudar a su congregación a lidiar con sus problemas, parecía tener problemas para encontrar una razón por la que se salvó su vida.
“He vivido este horror por una razón”, dijo. “Dios no quiso que muriera ayer. Dios quiere que continúe siendo su emisario y un compañero”.
Goldstein dijo que escuchó las palabras del rabino y el maestro de quien aprendió cuando estaba en Brooklyn.
Al citar a su maestro, alentó a las personas a realizar actos de bondad al azar, “para inclinar la balanza”.
“Hay tanta oscuridad ahora en el mundo, pero tú y yo tenemos la capacidad de cambiar”, dijo.
“Nunca olvidaré lo que ocurrió ayer. Mi dedo perdido siempre será una cicatriz física, pero me recordará lo vulnerables que somos, y también lo heroicos que podemos ser cada uno de nosotros”.
– Sara Sidner, Dakin Andone, Madeline Holcombe y Hollie Silverman, de CNN, contribuyeron a este informe.