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Nota del editor: Joe Biden es uno de los 10 candidatos presidenciales que participarán en un debate demócrata el miércoles 31 de julio a las ocho de la noche hora de Miami en CNN. Otros diez debatieron el martes por la noche. Biden es ex vicepresidente de Estados Unidos. Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor.

(CNN) – El accidente automovilístico en el que murió mi primera esposa y mi bebita unas semanas después de que yo fuera elegido Senador por primera vez hirió de gravedad a mis hijos, Beau y Hunter, quienes estuvieron hospitalizados durante semanas. Con solo 4 años, Beau se giraba hacia su hermano y le decía: “Hunt. Mírame, mírame. Te quiero”. Así fue toda su vida, hasta su muerte en 2015, después de una descarnada batalla contra el cáncer cerebral.

Mi familia tuvo la fortuna de tener un seguro de salud. Pero hay tantas familias que han tenido pérdidas tan graves o peores que la mía y que no tenían el increíble respaldo o los recursos que yo tuve. Durante estas dos experiencias decisivas en mi vida, me imagine cómo sería para los millones de padres e hijos que están junto a la cama de su ser querido preocupados por cómo pagarán los cuidados que necesitan.

Esto es algo personal para mí. Es por lo que lucho. Creo con ahínco que la atención de la salud es un derecho de todos, no un privilegio de unos pocos.

Todo estadounidense merece la paz mental de saber que tienen un seguro que le permita contar con una atención de salud de alta calidad. Nadie en este país debería apoyar la cabeza en la almohada en la noche y mirar el techo preguntándose: “¿qué haré si ella tiene cáncer de mama?” o “¿si él tiene un ataque al corazón?”

No se alcanza la paz mental si uno no puede obtener la atención que requiere un niño o un familiar enfermo debido a una condición preexistente, cuando se llega al punto en que la aseguradora de salud dice: “no va más”, o si uno tiene que elegir entre poner comida en la mesa o ir al médico y comprar medicamentos. Esa era la realidad de millones de estadounidenses antes de la aprobación de la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible.

Por eso estoy tan orgulloso de haber luchado con el presidente Barack Obama para lograr la aprobación de dicha ley. Por eso me opongo a todos los esfuerzos –de republicanos o de demócratas— por deshacerse de ella. Y por esa razón he propuesto un plan de salud, que es el modo más rápido y eficaz de lograr la cobertura universal. Mi plan aumentará el valor de los créditos fiscales para reducir las primas, y extenderá la cobertura a más trabajadores estadounidenses, para que, al margen de sus ingresos, ninguna familia que compre un seguro en el mercado individual deba gastar más del 8,5% del dinero que gana en una póliza de salud.

Al calcular el valor de los créditos fiscales según el costo del mejor plan de salud, más familias podrán pagar una cobertura más beneficiosa con deducibles y copagos más bajos. Las familias con menores ingresos tendrán una nueva oportunidad de obtener la atención de salud de calidad que merecen, y para las familias de clase media bajarán las primas.

Mi plan es el modo más rápido y eficaz de lograr la cobertura universal por menos de 3,3% del costo de Medicare para Todos, protegiendo y construyendo a partir de Obamacare en lugar de crear un nuevo sistema. El tiempo vale y las familias que tienen problemas de atención de salud y deudas médicas en aumento no pueden esperar a que empecemos desde cero con una reestructuración completa de nuestro sistema de salud, que incluya la eliminación de Obamacare, y después de un período la eliminación de su seguro privado.

La Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible brindó cobertura a más de 20 millones de estadunidenses y protegió a más de 100 millones de personas, al incluir cualquier condición preexistente como el cáncer, la diabetes, las enfermedades cardíacas y los desafíos de la salud mental. El número de estadounidenses menores de 65 sin seguro de salud bajó de 44 millones a 27 millones; una reducción de casi 40% en tres años. A las aseguradoras se les prohibió imponer límites anuales o de por vida sobre los beneficios de salud esenciales y a los jóvenes se les permitió seguir inscritos en el plan de sus padres hasta los 26 años. Por eso, muchas aseguradoras se oponen a Obamacare y por eso se oponen a mi propuesta.

Creo que es imperativo que construyamos a partir de este progreso dándoles más opciones a los estadounidenses, reduciendo los costos de atención de salud, reduciendo la complejidad de nuestro sistema de salud y expandiendo la cobertura de los individuos de bajos ingresos. Demasiadas personas en todo el país ya no tienen esperanzas porque no pueden pagar los medicamentos recetados o, peor, ya no tienen opción. Y, como el gobierno de Trump ha atacado incesantemente esta ley, aproximadamente 1,4 millones más de estadounidenses ya no están asegurados.

Los estadounidenses de a pie dan testimonio de primera mano sobre el impacto y el valor de la ley. Gracias a ella, Marianne, pudo ocuparse de su marido Mark, que previamente había sido diagnosticado con cáncer en etapa 4 de la amígdala izquierda, pues tenía el seguro que necesitaban para el tratamiento de Mark. Hoy, con los ataques constantes a la ley, a Mark y a Marianne les preocupa saber si tendrán seguro el año próximo. Como dice Mark, cada vez que hay un ataque a la ley, “lo que atacan es nuestra atención de salud”.

Como un sindicato luchó por su plan de seguro de salud privado, Marcy y su esposo pudieron retirarse con dignidad y mantener su seguro. Por eso mi plan para proteger y construir sobre los logros de la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible, le dará a la gente la opción de elegir lo que sea mejor para ellos. Si usted no tiene seguro o su empresa de seguros no responde por usted, entonces debe tener la opción de sumarse a una opción pública como Medicare.

Como presidente, crearé una nueva opción pública, reduciré los costos de atención de salud y resolveré algunos de nuestros grandes desafíos de salud pública, entre otros reduciendo la violencia armada y curando devastadoras enfermedades que conocemos hoy, como el cáncer y el Alzheimer. Sé lo difícil que es lograrlo. Pero también creo que ninguna causa es demasiado grande ni ningún desafío demasiado infranqueable para el pueblo estadounidense.

Mark, Marianne, Marcy y tantas otras familias cuentan con nosotros. No tienen tiempo que perder esperando que podamos conseguirles el seguro, que recortemos sus costos de salud y que encontremos nuevas curas. Y hay otras familias como las de ellos en todo el país.

(Traducción de Mariana Campos)