(CNN) – En una entrevista con el Washington Examiner el jueves, el presidente Donald Trump planteó una idea.
“En algún momento, me voy a sentar, tal vez como una charla junto a la chimenea en la televisión en vivo, y leeré la transcripción de la llamada, porque la gente tiene que escucharla”, dijo sobre su llamada del 25 de julio al presidente de Ucrania, Volodymr Zelensky. “Cuando lo lees, es una decisión directa”.
Esa sería una idea increíblemente mala.
¿Por qué? Bueno, por varias razones, la mayor de las cuales es esta: la transcripción es muy parecida a una “pistola humeante”, la prueba incriminatoria.
En la transcripción, Trump deja en claro que Estados Unidos hace mucho por Ucrania, que Ucrania no ha correspondido, le pide a Zelensky que investigue a Joe Biden y al hijo del exvicepresidente, Hunter, y dice que pondrá a Zelensky en contacto con Rudy Giuliani y secretario de Justicia Bill Barr.
Si bien Trump no usa específicamente las palabras “quid pro quo”, la pregunta, y el contexto que la rodea, parece bastante sencilla. Hacemos mucho por ti. No haces mucho por nosotros. Ahora tenemos la oportunidad de ayudarnos. Así que hazlo.
Trump nunca pareció entender cuán peligrosa es la transcripción para él y su futuro político. Desde que autorizó su divulgación, lo ha señalado repetidamente como evidencia de que su llamado con Zelensky fue “perfecto”.
El jueves por la mañana, por ejemplo, Trump tuiteó simplemente: “¡LEAN LA TRANSCRIPCIÓN!”
Dos días antes, Trump envió este tuit:
“¡Cuántos más Never Trumpers podrán testificar sobre una llamada telefónica perfectamente apropiada cuando todo lo que alguien tiene que hacer es LEER LA TRANSCRIPCIÓN! Sabía que la gente estaba escuchando la llamada (¿por qué diría algo inapropiado?), lo cual estuvo bien conmigo, pero ¿por qué tantos?”.
Pero la transcripción no hace lo que Trump parece pensar que hace. De hecho, hace lo contrario de lo que Trump cree que hace: revela un claro intento de vincular el trabajo de EE.UU. para Ucrania con una recompensa por el esfuerzo.
¿No me crees? Solo mira cómo el apoyo para el juicio político y la destitución de Trump ha surgido a raíz de la revelación sobre la llamada original y luego la divulgación posterior de la transcripción aproximada. Tampoco ayuda para el argumento de Trump de que su afirmación de que la transcripción es una réplica “exacta” de la conversación ha resultado ser falsa, según testigos que declararon bajo juramento frente a las comisiones pertinentes.
En resumen: cuanta más gente, especialmente aquellos que siguen la política solo ocasionalmente (en el mejor de los casos) se exponen a esta transcripción aproximada de la llamada Trump-Zelensky, peor es para Trump. La lectura de la transcripción en algún tipo de discurso presidencial le pondría mucho el foco de atención a un documento que Trump le convendría entenderlo de manera imprecisa: no dijo las palabras “quid pro quo”, ¿verdad?, dicen sus aliados.
El hecho de que Trump no parezca entender eso habla de un gran punto ciego para él (y su administración), ya que busca contener el daño de su decisión de publicar la transcripción aproximada.
Además, y no subestimes esta realidad, el comportamiento de Trump no se presta exactamente a un ambiente de “conversación junto a la chimenea”. Cada vez que habla desde un teleprompter, suena robótico, ensayado y cansado. Pero cuando no está leyendo un libreto, bueno, puede sonar enojado y ofensivo.
Además hay que tener esto en cuenta: las conversaciones al fuego fueron popularizadas por Franklin Delano Roosevelt como una forma de comunicarse, explicar y tranquilizar al país, especialmente durante la Segunda Guerra Mundial. Eran transmisiones de radio en una época anterior a la televisión y, sí, a las redes sociales. FDR a menudo duraba media hora o más. Eso simplemente no funcionaría hoy en en la era de “experiencias de segunda pantalla” y las actualizaciones constantes en las redes sociales. E incluso si se actualiza para una audiencia moderna, convertir un discurso presidencial en un arma política envía un mensaje terrible.
Por todas estas razones y más, una charla junto al fuego para leer la transcripción de la llamada con Ucrania es una desastrosamente mala idea. Incluso para Trump.