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Cambio climático: cifras sorprendentes
02:45 - Fuente: CNN

(CNN Business) – El mundo tiene un enorme problema de desperdicio. Según el Banco Mundial, se generan dos mil millones de toneladas de desechos sólidos municipales al año en todo el mundo, equivalente al peso de la Gran Pirámide de Giza, en basura, todos los días.

A medida que las poblaciones urbanas continúan creciendo, algunas ciudades luchan por sobrevivir. Muchas están recurriendo a nuevas tecnologías para obtener soluciones rentables para limpiar los desechos.

Como resultado, el mercado mundial de gestión de residuos está en auge; se espera que alcance 530 mil millones de dólares para 2025, desde 331 mil millones en 2017, según un informe de Allied Market Research.

Las ciudades que abordan de inmediato los problemas de desechos tienen la mejor oportunidad de evitar consecuencias graves a largo plazo, dice Ricardo Cepeda-Márquez, director de desechos sólidos de C40 Cities, una red global de ciudades comprometidas con el cambio climático.

Los desechos que no se recogen pueden conducir a desagües bloqueados, inundaciones y la propagación de enfermedades transmitidas por el agua. La materia orgánica en los vertederos, donde carece de aire para descomponerse rápidamente, genera gas metano, acelerando el cambio climático.

Planta de clasificación óptica en Oslo.

Generando energía a partir de desechos

Copenhague, Dinamarca, abrió recientemente su innovadora planta de generación de energía a partir de desechos, conocida como Copenhill o Amager Bakke, que está cubierta con una pista de esquí artificial.

La planta, que quema desechos en lugar de combustibles fósiles, es capaz de convertir 450.000 toneladas de basura en energía anualmente, entregando electricidad a 30.000 hogares y calefacción a 72.000.

Aunque todavía produce emisiones de CO2 por la combustión, la ciudad planea instalar un sistema para capturar el carbono liberado por el proceso de incineración, y luego almacenar el carbono o encontrar un uso comercial para él. Al aprovechar un recurso no utilizado, también ayudará a la ciudad a alejarse de su dependencia de los combustibles fósiles.

“En lugar de depositar los desechos afuera en un gran vertedero, los usamos para producir energía para calefacción y electricidad de la manera más eficiente actualmente disponible”, dijo el alcalde de Copenhague Frank Jensen a CNN Business en un correo electrónico.

“La incineración eficiente de desechos suministra calefacción urbana para el 99% de los edificios en Copenhague, por lo que eliminaremos la contaminación de carbón, de aceites y petróleo”, agrega, ayudando a la capital a cumplir su objetivo de convertirse en la primera ciudad en el mundo en ser neutral en carbono en 2025.

Ciudades como Adís Abeba en Etiopía, Shenzhen en China y Hanói en Vietnam están experimentando con plantas similares de conversión de residuos en energía.

Pero Cepeda-Márquez advierte que esta tecnología tiene sus límites. Una ciudad necesita una infraestructura sólida y un sólido sistema de recolección de residuos ya en funcionamiento antes de poder cosechar los beneficios de una de estas plantas.

“Muchas ciudades del sur del mundo, con sistemas de gestión de residuos mal gestionados, esperan que con el incinerador ideal o la instalación de conversión de residuos en energía todos sus problemas desaparezcan”, dice. “Pero si tiene un sistema dañado, no hay tecnología que lo arregle”.

Planta de generación de energía en Copenhague

Sistemas más inteligentes

Otras ciudades están comenzando a nivel de la calle, utilizando inteligencia artificial y automatización para clasificar los reciclables, o sensores para reducir la cantidad que se tira.

Por ejemplo, Singapur y Seúl, Corea del Sur, han instalado en sus calles botes de basura inteligentes alimentados por energía solar. Cada uno está equipado con un compactador, lo que le permite contener más basura. Una vez que el contenedor está lleno, sus sensores alertan a los recolectores de residuos.

Para 2050, el 68% de la población mundial vivirá en áreas urbanas, según la ONU, lo que presionará la infraestructura existente de la ciudad.

Por lo general, las ciudades envían diferentes camiones para recolectar diferentes tipos de desechos: un camión recolecta plástico para reciclar, otro recolecta desechos de alimentos, por ejemplo. Eso requiere muchos camiones, lo que significa costos adicionales y más tráfico.

“En muchas ciudades de Europa, las calles son muy estrechas y no hay mucho espacio para que los camiones de recolección de residuos múltiples estén circulando”, dice Cepeda-Márquez.

La capital de Noruega, Oslo, ha diseñado un modelo inteligente para evitar esto. Desde 2012, los residentes de la ciudad deben usar bolsas de diferentes colores para diferentes tipos de desechos y, en lugar de recogerlas por separado, los camiones recogen todas las bolsas a la vez y las llevan a una planta de clasificación óptica.

Las bolsas verdes que contienen desechos de alimentos y las bolsas azules con desechos de plástico se separan de otros desechos residuales mediante una sofisticada tecnología de lectura óptica, que detecta el color de las bolsas con aproximadamente 98% de precisión.

La ciudad afirma que el aumento de la segregación de residuos y las campañas de sensibilización del público han tenido un efecto positivo, reduciendo la cantidad que desecha cada hogar y aumentando la cantidad que se reutiliza y recicla. En 2018, se recicló el 37% de los residuos domésticos, frente al 10% en 2004.