Nota del editor: Samantha Vinograd es analista de seguridad nacional de CNN. Es asesora principal del Instituto Biden de la Universidad de Delaware, que no está afiliado a la campaña de Biden. Vinograd sirvió en el Consejo de Seguridad Nacional del presidente Barack Obama, de 2009 a 2013, y en el Departamento del Tesoro bajo el presidente George W. Bush. Síguela @sam_vinograd. Las opiniones expresadas en este comentario son suyas. Ver más artículos de opinión en CNN en Español.
(CNN)– La administración Trump ha tenido casi tres meses para rastrear la propagación del coronavirus y prepararse para su llegada a EE.UU. Pero dado el nivel de preparación del gobierno y los mensajes públicos, uno podría suponer que Covid-19 nació ayer.
Mientras miramos hacia otra semana de titulares sobre el virus y su impacto, deberíamos esperar que Donald Trump continúe cometiendo errores cuando se trata de respuesta a desastres, incluso difundiendo información errónea con declaraciones que minimizan el alcance del problema y que contradicen a los funcionarios de salud sobre la disponibilidad de kits de prueba.
Si bien los mensajes públicos consistentes son importantes en todo momento, la información clara y precisa es especialmente crítica durante una crisis como una epidemia. Es un pilar fundamental para informar a las personas sin inducir o alimentar el pánico.
En cambio, durante esta crisis, los estadounidenses estarían mejor silenciando al presidente y su continua embestida de peligrosos “consejos” sobre cómo lidiar con el virus. Mientras los funcionarios de la administración se esfuerzan por compartir información basada en la ciencia, actualizaciones sobre medidas de seguridad, Trump no hace otra cosa que socavar sus esfuerzos.
Ya sea que esté compartiendo su “presentimiento” de que la tasa de mortalidad por coronavirus es inferior al 3,4%, asegurando que EE.UU. había contenido la propagación del virus desde China en febrero, alegando que los casos están bajando o enturbiando las aguas en el desarrollo de vacunas, el mandatario es un desastre que camina, habla y tuitea cuando se trata de establecer la estrategia de comunicación que requiere una crisis compleja como esta.
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Las respuestas a crisis se benefician cuando hay un capitán de equipo competente.
Debido a que la información proveniente del presidente ha sido tan inexacta hasta la fecha, uno de los mayores riesgos en este momento es que cualquier declaración “créanme esta vez” sobre el coronavirus simplemente no sea suficiente.
Además, la confusión aumenta ante la incapacidad de los funcionarios de la administración para responder a preguntas operativas y fácticas básicas sobre cuántas personas han sido evaluadas o cómo estamos tratando con estadounidenses infectados en un crucero.
Sin mencionar que esto plantea la pregunta fundamental: si no estamos preparados para un virus mortal con semanas de advertencia, ¿para qué estamos preparados?
Los estadounidenses participan involuntariamente en un estudio de caso sobre cómo no prepararse para una crisis. Y la falta de preparación de la administración está poniendo en riesgo la vida de los ciudadanos.
Según una queja de denunciantes, el personal de atención médica de EE.UU. que respondió a sospechas de infecciones a fines de enero y principios de febrero carecía de capacitación y equipos de protección, algo que puede haber puesto en peligro su salud directamente. (El Departamento de Salud y Servicios Humanos dice que está llevando a cabo “una investigación interna continua y exhaustiva” sobre las afirmaciones de los denunciantes).
Una de las formas más básicas para contener la propagación del virus es identificar quién lo tiene. Al hacerlo, los funcionarios pueden rastrear con quiénes pudo haber estado en contacto y emitir notificaciones para establecer cuarentena y controlar los síntomas.
Político ha informado que la administración Trump se negó hace semanas a usar la prueba desarrollada por la Organización Mundial de la Salud, incluso como un paso temporal hasta que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades puedan desarrollar la suya. Una falla en los kits producidos en EE.UU. limitó la capacidad en este sentido y el vicepresidente Mike Pence admitió el jueves que no había suficientes para satisfacer la demanda.
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A partir del viernes por la tarde, el Departamento de Salud de la ciudad de Nueva York informó que menos de 100 personas se habían hecho la prueba del coronavirus en una ciudad de más de 8 millones de habitantes. Incluso cuando los estados aumentan su capacidad (el gobernador Andrew Cuomo declaró el estado de emergencia en Nueva York el sábado), la realidad es que enfrentamos una escasez de pruebas. Eso significa que el número actual de casos podría no ser reportado mientras que la propagación del virus en la comunidad es cada vez más probable.
La administración Trump debería haber tenido la previsión de acelerar la producción nacional de kits de prueba o hacer pedidos de emergencia en el extranjero. Como no se hizo, ahora algunos estados están tratando urgentemente de identificar otras opciones: Hawaii busca traer pedidos desde Japón en un esfuerzo por contener el virus.
No tenemos suficientes máscaras faciales y respiradores mientras las cadenas de suministro mundiales luchan por satisfacer la demanda. Según el Secretario de Salud y Servicios Humanos, Alex Azar, la Reserva Estratégica Nacional tiene alrededor de 30 millones de máscaras y 12 millones de respiradores. Esto representa menos del 15% de lo que necesitamos para proteger a los trabajadores de la salud, según National Geographic.
Trump culpó inexactamente al expresidente Barack Obama por estropear el despliegue de los kits de prueba, pero no se equivoquen, esto está sucediendo bajo la supervisión de Trump. Es cierto que Trump ha firmado un proyecto de ley de financiación de emergencia de US$ 8,3 mil millones y se habla de usar la autoridad ejecutiva para aumentar la producción de artículos básicos como máscaras para trabajadores de la salud. La administración también ha tratado de limitar los viajes a los países de alto riesgo, entre ellos China, Corea del Sur, Italia e Irán, y prohibió la entrada a los extranjeros que han estado en algunas de esas áreas.
Pero muchas medidas llegan un poco tarde. Ya hay informes sobre la implementación deficiente de los procedimientos de detección en los principales aeropuertos, además de indicios de que el virus puedo haberse propagado sin ser detectado en el estado de Washington durante seis semanas.
El tiempo es la esencia. No podemos poner el virus en pausa mientras nos ponemos al día. El daño ya está hecho. Trump ha dado señales de que incluso en asuntos de vida o muerte, es incapaz o no está dispuesto a liderar.