Nota del editor: John Avlon es analista político sénior de CNN. Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor. Ver más en la sección de opinión de CNN.
(CNN) – La pandemia de coronavirus desafiará a nuestro país en formas que nunca antes hemos visto. Y no estamos culturalmente preparados.
No es que EE.UU. no haya tenido una crisis de salud pública antes. Hace un siglo, el país enfrentó la epidemia de gripe española, mucho más mortal, que acabó con la vida de unos 50 millones de personas en todo el mundo, incluidos miembros de mi familia. Nos enfrentamos a la epidemia de polio, que paralizó a cientos de miles de personas, incluido, muchos creen, un presidente estadounidense. Y cuando se encontró una cura para la poliomielitis, el doctor Jonas Salk regaló la patente para ayudar a la mayor cantidad de personas lo más rápido posible.
Afortunadamente, nuestra experiencia científica ha mejorado dramáticamente desde aquellos días. Pero en las últimas décadas, hemos perdido memoria sobre algo que es importante en tiempos de crisis: el equilibrio entre el individualismo y la comunidad.
Nos hemos acostumbrado a perseguir el interés individual a expensas del bien común. No estamos acostumbrados al sacrificio compartido. Durante la Segunda Guerra Mundial, los estadounidenses renunciaron a las comodidades para ayudar al esfuerzo de guerra. Después de los ataques del 11 de septiembre, nos dijeron que fuéramos de compras.
Donald Trump es un reflejo de nuestra cultura. Es un símbolo del interés individual. Emergió en la década de 1980, como un avatar del exceso de codicia es bueno, y posteriormente encontró fama en la celebridad superficial de los reality de televisión. Sus instintos narcisistas de autopromoción han sido la clave de su éxito, pero a expensas de cualquier fidelidad a la verdad o confrontación con hechos concretos.
Eso es mortal cuando se trata de su credibilidad en tiempos de crisis. El largo patrón de desinformación del presidente, que a menudo contradice a los expertos en salud de su administración, ha aumentado la confusión. Y el hecho de que sus instintos lo lleven a manejar el miedo como arma política para acorralar a las personas en su propio partido mientras asegura que los demócratas y “el estado profundo” odian a nuestro país, lo hacen especialmente inadecuado para ser un ejemplo de la nación, no importa qué palabras salgan de su boca ahora.
Pero aunque Donald Trump es nuestro presidente, no define nuestra cultura por completo. E irónicamente, una de las más famosas víctimas del coronavirus hasta la fecha es querido porque representa la más antigua tradición estadounidense donde el carácter es lo más importante.
Estoy hablando de Tom Hanks, quien anunció el miércoles que él y su esposa, Rita Wilson, fueron contagiados con el virus. Con un sentido evidente de la decencia, el humor autocrítico y el honor personal inundan sus papeles en películas desde Forrest Gump hasta Saving Private Ryan. Es evidente si está interpretando a Ben Bradlee en The Post o su última actuación como Mr. Rogers en A Beautiful Day in the Neighborhood.
Lo que vemos en la pantalla no siempre refleja a la persona real, pero a decir de todos Tom Hanks es un hombre realmente bueno, amable con las personas que no están en posiciones de poder y generoso con la caridad. Esta es una virtud simple que no siempre celebramos, pero esencial para la creación de una cultura de confianza. Y su popularidad habla de un anhelo muy arraigado en nuestro país por un momento en que la amabilidad y el carácter eran importantes y marcaban el destino.
El éxito histórico de EE.UU. depende de lograr el equilibrio correcto entre la ambición individual y el bien común. Esto es algo que incluso los duros individualistas del Oeste entendieron. No estamos realmente a salvo a menos que nos cuidemos el uno al otro. Esto no es suave ni socialista o comunitario. Es sentido común y abierto interés propio.
El miedo no es nuestro amigo. El pánico no resuelve los problemas. Pero tenemos que encontrar el equilibrio adecuado entre el individualismo y la comunidad nuevamente mientras intentamos superar este desafío juntos.