(CNN) – Quizás la mitad de la población mundial vive bajo algún tipo de restricción para ayudar a frenar la propagación del coronavirus. Muchos comienzan a preguntarse cuándo y cómo terminarán estos duros límites en las actividades cotidianas.
La mayoría de los expertos están de acuerdo en que la única forma de salir de un confinamiento es haciendo pruebas. Las pruebas confiables permitirían a las personas saber si han tenido el virus y, por lo tanto, disfrutar al menos de un cierto grado de inmunidad. Les daría a los funcionarios la capacidad de aislar nuevos brotes cuando surjan.
Pero, ¿cómo probaría la gente su estado, y qué derechos le conferiría ese estado? Estas son grandes preguntas con las que países de todo el mundo están lidiando.
En el Reino Unido, el secretario de Salud Matt Hancock, quien acaba de salir del autoaislamiento después de dar positivo por covid-19, sugirió que los británicos que tuvieron el virus podrían recibir un certificado, que ya ha sido apodad como un pasaporte de inmunidad.
“Estamos viendo un certificado de inmunidad, cómo las personas que han tenido la enfermedad, tienen los anticuerpos y, por lo tanto, tienen inmunidad, pueden demostrarlo y regresar lo más posible a la vida normal”, señaló. Más tarde, en la BBC, dijo que podría tomar la forma de una pulsera.
Para muchos que ya han perdido sus trabajos o están desesperados por volver a trabajar y mantener con vida los negocios, la idea suena como un regalo del cielo. Pero todavía se sabe poco sobre cuán factible o confiable sería un esquema de este tipo, sobre todo porque la evidencia que rodea la inmunidad de covid-19 no está clara. “Es muy temprana la ciencia de la inmunidad que proviene de haber tenido la enfermedad” como para tomar decisiones firmes ahora, indicó Hancock.
Los desafíos potenciales incluyen encontrar una prueba confiable para determinar quién tiene anticuerpos para el coronavirus, establecer el nivel de inmunidad conferido por una infección previa y cuánto tiempo dura, y la capacidad de los sistemas de salud sobrecargados para llevar a cabo pruebas de anticuerpos confiables y generalizadas en la población.
También se pueden plantear preguntas sociales difíciles. ¿Podrían los pasaportes de inmunidad crear una especie de sociedad de dos niveles, donde aquellos que los tienen pueden regresar a una vida más normal mientras que otros permanecen encerrados?
El gobierno del Reino Unido ya ha sido ampliamente criticado esta semana por su limitada capacidad de prueba de coronavirus para los trabajadores de atención médica de primera línea y otros, lo que provocó escepticismo sobre si podría ofrecer un programa más ambicioso.
Presionado sobre la idea del pasaporte de inmunidad el viernes, Hancock le dijo a la emisora británica ITV que el gobierno del Reino Unido hasta ahora no había encontrado una prueba de anticuerpos que funcione.
La idea de los certificados de inmunidad es “realmente inteligente”, aseguró. “Pero aún no los vamos a traer porque todavía no sabemos que la inmunidad es lo suficientemente fuerte y hay más ciencia que se necesita hacer sobre los niveles de inmunidad en las personas después de haber tenido la enfermedad”.
“Así que solo cuando tengamos la confianza de que eso es razonable lo vamos a hacer”.
Los científicos están estudiando seriamente la idea, agregó, incluso en los laboratorios de Public Health England en Porton Down, un lugar de investigación gubernamental de alto secreto.
¿Sociedad de dos niveles?
Paul Hunter, profesor de protección de la salud en la Universidad de East Anglia de Inglaterra, le comentó a CNN que su primera reacción al escuchar la propuesta de Hancock fue “qué idea brillante”, pero que rápidamente sus pensamientos a todo lo que podría ir mal.
En el lado positivo, expresó, “si obtienes algo como esto, puedes hacer que la gente regrese a las áreas donde se encontrarán con muchos otros: trabajadores de la salud, trabajadores de primera línea, trabajadores de supermercados, quienes de otra manera están en riesgo, pero una vez que hayan tenido la infección, sepan que no tienen que preocuparse por llevar la infección a sus familias”.
Sin embargo, un gran inconveniente es la posibilidad de que las personas actúen de manera fraudulenta. “¿Podrían las personas fingir que eran inmunes cuando no lo eran porque necesitaban salir y ganar dinero?” se pregunta Hunter.
Tampoco está claro si la prueba de anticuerpos, una vez que se ha desarrollado un tipo confiable, se administraría en el hogar o en un entorno de atención médica.
“Si se basa en pruebas caseras, ¿cómo sabe quien firma su ‘pasaporte’ que realmente lo ha leído bien?” dijo Hunter. “¿Cómo saben que lo has probado correctamente, lo has leído correctamente y el resultado es exacto? Si vas a otro lugar, ¿cómo saben que eres quien dices que eres y que no has intercambiado con alguien que luce como tú en tu licencia de conducir?
Otro problema más serio, señaló, es si las personas podrían tratar deliberadamente de infectarse para, con suerte, recuperarse y volver al trabajo. “Si eso sucede, eso podría socavar mucho de lo que estamos tratando de hacer con el distanciamiento social”.
Pero aunque ese pasaporte de inmunidad sería divisivo, la desigualdad no duraría para siempre, precisó Hunter.
Lo más probable es que se desarrolle una vacuna a principios del próximo año, dijo, lo que permitirá proteger a los que están en mayor riesgo y, para entonces, más de la población en cualquier caso será inmune.
Códigos QR basados en colores de China
El Reino Unido no está solo lidiando con la idea de cómo terminar con seguridad el confinamiento de su población y hacer que las personas vuelvan a trabajar.
China, que está comenzando a abrirse con cautela después de semanas de restricciones, está utilizando la tecnología de teléfonos inteligentes para tratar de evitar el resurgimiento del coronavirus.
A los residentes de la provincia de Hubei, a excepción de la ciudad de Wuhan, se les dijo el mes pasado que se les permitiría abandonar la provincia si tenían un código QR verde en sus teléfonos móviles.
Hubei había ordenado previamente a todos sus residentes que obtuvieran el código QR basado en colores, que viene en rojo, amarillo y verde, y actúa como un indicador del estado de salud de las personas.
Los colores se asignan de acuerdo con la base de datos provincial de control de epidemias: las personas que han sido diagnosticadas como casos confirmados, sospechosos o asintomáticos, o las personas con fiebre recibirán el código de color rojo; sus contactos cercanos recibirán el código amarillo; y las personas sin ningún registro en la base de datos obtendrán el código verde, lo que significa que son saludables y seguras para viajar.
El 8 de abril, la reducción de las restricciones se extenderá a Wuhan, donde el coronavirus surgió por primera vez en diciembre, y los residentes con un código QR verde podrán abandonar la ciudad y la provincia por primera vez en más de dos meses.
No obstante, los funcionarios en la ciudad de unos 11 millones de habitantes han advertido a las personas que no salgan demasiado, en medio del temor a una nueva ola de casos.
Las autoridades la semana pasada introdujeron nuevos límites estrictos para los extranjeros que llegan al país, a fin de evitar esa segunda ola de contagios.
Corea del Sur, que se ha apoyado en un extendido plan de pruebas y en el rastreo de contactos para frenar la propagación del coronavirus, introdujo una aplicación basada en GPS para asegurarse de que las personas que se pusieron en autocuarentena en su hogar se quedaron.
Dinamarca busca pruebas
Una nación europea, Dinamarca, está quizás más cerca que la mayoría de levantar su bloqueo.
La primera ministra, Mette Frederiksen, informó el miércoles que las restricciones para frenar la propagación del virus parecen estar funcionando, con un aumento de los ingresos hospitalarios a un ritmo estable, aunque el virus aún no ha alcanzado su punto máximo.
Dejando los acontecimientos imprevistos a un lado, los funcionarios dicen que el siguiente paso será una apertura gradual y controlada de la sociedad a partir de mediados de abril.
Parte del plan será ofrecer la mayor cantidad de pruebas posibles, no solo para el virus sino también para los anticuerpos, para que las personas sepan si han adquirido o no un nivel de inmunidad.
Desde que se diagnosticó el primer caso en Dinamarca el 27 de febrero, más de 104 personas han muerto y más de 535 han sido hospitalizadas. Dinamarca fue uno de los primeros países europeos en cerrar sus fronteras el 13 de marzo, y esa misma semana cerró escuelas, cafeterías y tiendas, además de prohibir las reuniones de más de 10 personas y las visitas a hospitales.
Una combinación de pruebas generalizadas con distanciamiento social parece ser, por ahora, la forma más confiable de detener la propagación del virus.
Como Hancock le dijo a los británicos: “Lo más importante que las personas pueden hacer para salir de esto lo más rápido posible es quedarse en casa”.
Vasco Cotovio de CNN, Sarah Dean, Susanne Gargiulo, David Culver y Nectar Gan contribuyeron a este informe.