Nota del editor: Jeffrey Sachs es profesor y director del Centro para el Desarrollo Sostenible de la Universidad de Columbia. Las opiniones expresadas en este comentario pertencen al autor. Mira más artículos de opinión en CNNEE.
(CNN) – Estados Unidos tiene ahora el mayor número de muertes en el mundo por covid-19, con más de 22.000 que han perdido la vida por el virus hasta el lunes en la mañana. Los estadounidenses continuarán muriendo en grandes cantidades hasta que nuestro país presente una respuesta coherente a la epidemia. El presidente Donald Trump ha fallado. Estados Unidos aún carece incluso de un plan básico para controlar la epidemia y reiniciar la economía.
Solo se necesita una comparación directa del número de muertos de Estados Unidos con el de los países asiáticos para comprender la magnitud del fracaso de la administración Trump. Estados Unidos ahora tiene alrededor de 62 muertes por millón de personas. Mientras tanto, según datos de la Universidad Johns Hopkins, Hong Kong, Japón y Taiwán tienen menos de una muerte por millón de personas; y China, Corea del Sur y Singapur tienen cada uno menos de 5 muertes por millón. La India también tomó medidas decisivas, con un bloqueo nacional completo que comenzó el 24 de marzo, cuando solo se habían registrado solo 10 muertes en un país de 1.300 millones de personas. A la fecha, India tiene 9.240 casos confirmados y 331 muertes reportadas, o 0,2 casos por millón, y los hospitales no están llenos de pacientes como ocurre en Estados Unidos.
A diferencia de estos países asiáticos, Trump no se preparó para la pandemia incluso después de que sonaron las alarmas. Ignoró las señales de advertencia urgentes. Continuó a pesar de los altos riesgos, diciendo repetidamente que todo estaba bajo control.
Trump ciertamente no estaba solo. Muchos países europeos tampoco actuaron de manera oportuna y algunos tienen tasas de mortalidad por millón que son incluso más altas que en Estados Unidos. Reino Unido, bajo el liderazgo del primer ministro Boris Johnson, vaciló en lugar de actuar, y ahora tiene una de las peores trayectorias de Europa, mientras que el primer ministro fue internado en la UCI y salió del hospital el domingo. En Brasil, el presidente Jair Bolsonaro ha estado en negación a medida que crece la epidemia.
Trump, mientras tanto, falla repetidamente al no poner a los expertos en salud pública realmente a la cabeza. Ignora los rudimentos de la salud pública básica y parece ver la epidemia en términos políticos y electorales más que en términos de salud pública. Como de costumbre, culpa a los demás por sus propias desastrosas fallas.
El último objetivo de ataque de Trump es la Organización Mundial de la Salud (OMS), que desempeña un papel clave para ayudar a los gobiernos de todo el mundo a combatir esta enfermedad. Esto es lo que Trump tuiteó el 24 de febrero: “El coronavirus está muy controlado en Estados Unidos. Estamos en contacto con todos los países relevantes. Los CDC y la OMS han estado trabajando duro y de manera muy inteligente”. Sin embargo, ahora, con el enfoque de Trump como un fracaso trágico y obvio (excepto para sus ardientes seguidores), ataca a la OMS porque, dice, “lo calificaron mal”.
Sus aliados hiperpartidistas e irresponsables en el Congreso siguen su ejemplo y piden a Estados Unidos que corte los fondos a la OMS en medio de la pandemia. Es difícil pensar en una política más vergonzosa que ponga fin a cualquier aspecto de responsabilidad global de Estados Unidos. Estos congresistas tienen una responsabilidad con sus acongojados electores, no con un presidente imprudente. Deberían centrarse en la tragedia que se desarrolla en casa, en lugar de ser agentes de la propaganda de Trump.
Los ataques contra la OMS no tienen sentido. Todos los países tenían acceso a la misma información al mismo tiempo. ¿Por qué los países asiáticos tuvieron éxito mientras que Estados Unidos y muchos en Europa fallaron tanto? La respuesta es el liderazgo nacional y la preparación de la salud pública, no la OMS, que informaba a todos los países al mismo tiempo y de la misma manera. Una verdad obvia es que la OMS es solo una fuente de información para Estados Unidos y otros países. Estados Unidos tiene sus propios expertos, legiones de ellos. Tiene sus propias agencias de inteligencia. Tiene su propia red de vigilancia epidemiológica. Podía observar directamente la creciente alarma y acciones dramáticas de China, incluido el cierre de Wuhan por parte de China a partir del 23 de enero.
¿Qué parte de esto fue tan difícil de entender para Trump?
Aquí está la simple verdad. Las campanas de alarma sonaban desde finales de diciembre en adelante. Taiwán, por ejemplo, comenzó a tomar precauciones urgentes tan pronto como el 31 de diciembre de 2019. Las agencias de inteligencia de Estados Unidos le escribieron a Trump alarmados a principios de enero. El director del Centro para el Control de Enfermedades de China llamó personalmente al director de los Centros para el Control de Enfermedades de Estados Unidos el 3 de enero. El asesor de la Casa Blanca de Trump, Peter Navarro, escribió una nota urgente el 28 de enero advirtiendo sobre el posible costo del virus.
Trump dijo que nunca vio estos informes y notas. Le creo a Trump en esto. Es un presidente ausente, aparte de sus manifestaciones, “sesiones informativas” de reality shows y juegos de golf. Está apoyado por una camarilla de élites con la teoría de que no mucho puede salir mal si el mercado de valores sube y los impuestos son bajos.
Trump continuará arremetiendo contra la OMS y China y cualquier otro objetivo para distraer la atención. Sin embargo, el historial es claro: China controló la epidemia mientras que Estados Unidos no. China implementó un estricto cierre nacional mientras que Estados Unidos no. China desplegó a sus mejores tecnólogos y compañías para hacer el trabajo. De hecho, Trump elogió repetidamente a China durante febrero, y solo atacó y criticó a China cuando la situación se puso difícil en Estados Unidos.
A diferencia de China, que recurrió a sus expertos en salud pública, Trump recurrió al vicepresidente Mike Pence y a su yerno, Jared Kushner. Como resultado, miles de estadounidenses mueren innecesariamente y todavía estamos lejos de cualquier plan nacional coherente. Solo los gobernadores y alcaldes están luchando y consultando a los expertos en sus sistemas de salud pública, universidades y otras instituciones científicas.
¿Qué sería de un plan nacional de este tipo? Es obvio y lo he esbozado antes.
Ponernos en contacto con individuos sintomáticos y aislarlos rápidamente. Rastrear sus contactos y hacerles pruebas también. Usar aplicaciones telefónicas y registros en línea para respaldar los procesos de rastreo, prueba y aislamiento. Examinar al público para detectar síntomas en las estaciones de autobuses y trenes, aeropuertos y otros lugares públicos. Usar máscaras faciales en público, y desinfectantes de manos sin descanso. Nuestro objetivo debe ser identificar y aislar posibles casos de covid-19 lo antes posible y lo más rápido posible a través de medidas estándar de salud pública que deberían haberse utilizado desde el principio pero que no se utilizaron. En resumen, hacer lo que los países asiáticos han estado haciendo para controlar la epidemia.
El fracaso de Estados Unidos está a la vista de todos, incluso aunque los leales a Trump sean ciegos. Estamos al final de la historia del “Mago de Oz”. La cortina ha sido levantada para revelar al estafador detrás de ella. Nuestra elección es como la de Dorothy: volver a casa en el país que una vez conocimos o permanecer en el reino del sueño mortal de Trump.