(CNN) – La campaña del presidente Donald Trump comenzó a impulsar el jueves que haya más debates con el exvicepresidente Joe Biden que los tres tradicionales antes de las elecciones en Estados Unidos.
El esfuerzo, que está siendo liderado nada menos que por el exalcalde de la ciudad de Nueva York Rudy Giuliani, constituye la evidencia más clara hasta ahora de que, a pesar de toda su bravuconería en público, el presidente sabe que está perdiendo en este momento.
Recuerda que, apenas el pasado diciembre, Trump contemplaba quedar completamente por fuera de la temporada de debates de las elecciones.
La campaña de Biden no le sigue el juego.
“No vamos a subirnos a la montaña rusa de la posición siempre cambiante de la campaña de Trump sobre los debates, ni nos vamos a distraer con sus demandas”, dijo la subdirectora de la campaña de Biden, Kate Bedingfield, en una declaración.
Entonces, ¿cómo llegamos desde allí hasta aquí? Sencillo. La fortuna política de Trump ha disminuido significativamente en los últimos meses, y su manejo irregular de las protestas que surgieron a raíz de la muerte de George Floyd el mes pasado desmoronó sus números en las encuestas.
El índice de aprobación de Trump en los datos de Gallup registró una caída de dos dígitos en las últimas semanas y una gran cantidad de encuestas estatales y nacionales lo muestran detrás de Biden por márgenes significativos.
No es en absoluto una casualidad que, frente a esos números, la campaña de Trump haya revertido su posición sobre los debates.
La sabiduría política convencional indica que el candidato que impulsa más debates es el candidato que se está quedando atrás. Esa persona necesita debates para crear un momento (o momentos) que pueda cambiar el impulso y la trayectoria de la contienda.
Esa persona no suele ser el titular. Por lo general, los retadores presionan por más debates porque necesitan un foro para lograr el gran golpe que puede cambiar las cosas.
Y, entonces, es muy revelador que Trump ahora se encuentre a sí mismo necesitando más que los tres debates estándares. Significa que el presidente no cree que esté ganando en este momento, y no necesariamente ve una manera de llegar a la victoria sin más debates.
El punto: ignora lo que Trump dice y tuitea acerca de cuán buena es su apuesta de reelección. Este impulso para más debates dice más que mil de esos tuits.
Sarah Mucha de CNN contribuyó a este informe.