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Cada vez estamos más conectados a través de la tecnología y se hace más difícil desconectar de verdad cuando estamos de vacaciones.

Los mismos aparatos que nos ayudan en el trabajo, como los teléfonos inteligentes, las computadoras portátiles, las tabletas y otros dispositivos también nos entretienen, lo que puede complicar las cosas.

Es cierto. Quizás estemos de vacaciones en la costa, o en la montaña, pero es fácil sucumbir a la tentación de encender el ordenador brevemente para ver el correo electrónico, ¿no? Por si acaso pasó algo importante, ¿verdad?

Tal vez no podamos resistirnos a una breve incursión en Facebook para ver cómo les va a nuestros amigos, o a echarnos un juego mientras caminamos por la playa.

Y estemos donde estemos, en el siglo XXI, nuestro jefe está a un correo electrónico de distancia.

Quisimos hablar del tema con dos autores que son expertos en el tema: Daniel Sieberg, autor de “The Digital Diet” y William Powers, escritor de”Hamlet’s BlackBerry: A Practical Philosophy for Building a Good Life in the Digital Age”.

Ambos libros tratan de cómo lograr un balance sano entre nuestra vida y la tecnología e incluyen consejos específicos para nuestros tiempos de vacaciones.

Sobre por qué es importante:

Sieberg: Si responden a un sólo correo de trabajo, estás abriendo las compuertas. Has perdido la barrera, se viene abajo como un castillo de arena frente al mar. Ahora esa persona sabe que no estás de vacaciones de verdad. Pueden contactarte y tú contestas. Ten cuidado porque luego es muy fácil sucumbir y responder a todo. Y entonces perderás esa claridad mental que buscabas con las vacaciones.

Powers: Parece que es poca cosa. “Simplemente veo Facebook”, o “Simplemente jugaré una vez”. Lo que se nos olvida es que eso nos lleva a un estado mental distinto. Es un tipo de consciencia distinto, la consciencia digital. Eso quizás no ocurra en 20 años, cuando nos hayamos acostumbrado. Pero ocurre ahora.

Establece normas sobre uso de aparatos:

Sieberg: Di, por ejemplo “30 minutos es lo que voy a hacer”. Y luego cierra. Guarda el aparato. Daselo a otro.

Powers: Lo primero es ponerse unas rutinas y cumplirlas. Puede ser una vez al día, o dos veces por semana. Pero fija esos tiempos de antemano y cúmplelos.

La familia y los amigos te ayudan

Powers: Colabora con otra gente, con la gente con la que viajas. Apoyaos mutuamente. Se puede convertir en un juego. Si uno cae en la tentación de la pantalla, es fácil perseguirlo.

Prohíbe los aparatos durante las comidas

Sieberg: No pongas el teléfono en la mesa si vas a salir a cenar o a estar con la familia. Es muy valioso guardarlo en esos momentos. Si lo tienes que sacar, manifiéstalo y explica a los demás por qué tiene que estar ahí.

Si hay que pasarse a un extremo…

Si crees que ninguno de estas rutinas te ayudará a resistir la tentación, Powers sugiere que planees tus viajes a lugares donde haya poca cobertura celular. O si no, dice, haz lo que hacía un tipo que llamó a un programa de radio en el que estuvo una vez.

Antes de irse de vacaciones, esta persona en cuestión le da todas sus contraseñas y nombres de usuario a personas de su confianza. Una persona tiene el del correo electrónico. Otra el de Twitter. Otra el de Facebook. Y les ordena que el día en que se marche, le cambien todas las contraseñas, y cuando regresa las vuelve a cambiar.

Tampoco hay que frenar en seco

Sieberg: El hecho de que no los vayas a usar no quiere decir que los dejes en casa. Puede ocurrir una emergencia. O ese correo electrónico que no puedes ignorar. Al final no es cuestión de deshacerse de la tecnología sino de gestionarla con cuidado.

Powers: Estos aparatos son maravillosos. Pero pasarse el día mirándolos nos es bueno.