Ya saben, llevamos unas cuantas semanas en uno de esos momentos que yo llamo momentos “que viene el lobo”, en los que los índices principales de las bolsas estadounidenses se han dejado hasta la fecha aproximadamente el 6% de su valor, pero en el que para muchos hay sobre todo una buena excusa de corrección o cuasi-corrección técnica y poco más.
Es cierto que la economía estadounidense ha tenido en la primera mitad del año un frenazo en su crecimiento, -ya de por sí muy suave-, y que algunas de las economías emergentes más pujantes del globo, están consiguiendo enfriarse algo como querían, pero eso que para algunos es el comienzo de la “tormenta perfecta” y el caos, para otros es solo algo anticipable, y nada que vaya a cambiar demasiado el escenario donde estábamos hace cuatro o seis meses.
Obviamente China lleva tiempo intentando frenar su crecimiento y aparentemente lo está consiguiendo, dentro de lo esperado. Y el frenazo de la economía en Estados Unidos, si nos empeñamos y conseguimos asustar al consumidor, quizás pase a ser más grave.
Pero hoy por hoy, objetivamente, y según los datos que recibimos semana a semana, no hay más que el impacto de la catástrofe japonesa que ha afectado considerablemente al sector automotriz y empresas relacionadas, -que son muchas-, las inundaciones en el Medio Oeste que han paralizado una parte de la producción agrícola importante por un tiempo y unos precios del petróleo inesperadamente altos los primeros meses del año, que por cierto, están bajando estos días. Esa es la visión optimista, claro, para los “bears”, todo podría ser bastante más grave.
¿Cuál es entonces la salud real de la economía de Estados Unidos? Sobre esto entrevisté en Globoeconomía a Santiago Ulloa, presidente de Genspring Family Office y, según la revista Barron’s, uno de los veinte mejores asesores financieros de Estados Unidos en 2010.