Hace años que conocía los cuadros de la pintora española Lita Cabellut. Pero hasta ahora no había tenido la oportunidad de hacerle un reportaje. Justo en una galería de Atlanta que la representa, recientemente montaron una exposición con su más reciente obra: una interpretación de don Quijote de la Mancha y de Dulcinea.
Al llegar a verla para grabar, el tamaño de los cuadros fue lo primero que me llamó la atención. Eran unos rostros enormes donde la técnica más exquisita abre la puerta para que estos personajes cautiven nuestro espíritu de una forma muy particular. El color es lenguaje. Las texturas son palabras. El tamaño silencio y la historia que de cada uno de ellos emana es simplemente extraordinaria.
Lita Cabellut sabe cómo interpretar a las personas, ya sean reales o ficticias. Algunos rostros son serenos, otros representan pensamientos y sensaciones. Si uno pudiera ver el espíritu de las personas, tal vez serian como los cuadros de Lita Cabellut… En estas obras hay un áurea, hay un enigmático encanto que hace que uno no pueda dejar de mirarlas… de admirarlas.
El origen de los personajes que habitan en el mundo pictórico de Lita Cabellut tiene mucho que ver con su propia vida. Cabellut nació en Barcelona en 1961 y creció en un ambiente humilde junto a familias gitanas. La mejor escuela era la propia calle y, tratándose de las calles únicas y universales de Barcelona, cada ser humano que las cruzaba era un artista callejero actuando para la memoria de la artista.
Lita sigue pintando y recientemente hizo toda una exposición con su interpretación de Frida Kahlo. Tal vez lo vean en un próximo Juego de Palabras.