El Memorial Nacional del 11-S abre sus puertas al público este lunes al cumplirse diez años y un día de los ataques terroristas que derribaron las torres gemelas del World Trade Center en Manhattan.
El memorial abrió sus puertas un día antes solamente a los familiares de las víctimas y a aquellos que asistieron a los actos conmemorativos en la Zona Cero.
“Estamos muy orgullosos de este memorial”, dijo Monika Iken, quien perdió a su esposo Michael en los ataques. “Puedo ir a ver a Michael. Está en casa”.
Iken fundó el grupo Misión de Septiembre, y ha desempeñado un papel decisivo en la construcción del lugar. Iken comenta que va al sitio a conectarse con su esposo. “Cada vez que vengo aquí, siento la energía. Es poderosa”, aseguró.
La plaza ya terminada es un espacio tranquilo en medio de un lugar con mucho movimiento, como lo es la construcción de la zona que alberga al World Trade Center 1, el nuevo rascacielo que se erige en el lugar.
Los puntos centrales del memorial son un par de espejos de agua hechos a base de granito -”huecos”, como les llama el diseñador Michael Arad- que se hunden tierra adentro.
Situados en las huellas de las antiguas Torres Gemelas, son espacios en forma de cubo a cielo abierto, de cerca de media hectárea de tamaño. Sus paredes están revestidas con granito oscuro, rodeadas de parapetos de metal grabados con el nombre de casi 3,000 personas: aquellos acaecidos en Nueva York, Washington y Shanksville, Pensilvania, el 11-S de 2001, además de los muertos en el ataque al World Trade Center, en 1993.
Las cascadas artificiales más grandes de América del Norte tienen un fondo de granito oscuro, el cual fluye desde abajo de los nombres grabados en las piscinas colocadas en el fondo.
“Me dieron escalofríos la primera vez que pusieron en funcionamiento el agua”, manifestó Paula Grant, quien perdió a su marido el 11-S. Berry fue la única familiar de víctimas que participó en el jurado que seleccionó el diseño de Arad.
“Al mirar en esas dos fuentes hacia abajo, te da escalofríos”, dijo Adam Romano, un trabajador de la construcción para dicho lugar. “Miras esas huellas, ves esos edificios como si todavía siguieran ahí”.
Suavizando las líneas austeras de los espejos de agua están más de 400 árboles que bordean las aceras y la plaza que llevan a los “huecos”. Todos, excepto uno, son nuevos en el lugar. Un solitario “Árbol Sobreviviente,” un peral de flor, fue encontrado entre las ruinas y restablecido.
El Museo Nacional del 11-S está a punto de ser acabado en el mismo lugar; abrirá el próximo año. Otras tres torres de oficinas se encuentran en diversas fases de desarrollo.
En los próximos años, un centro de transportes y una galería comercial conectarán al complejo a nivel subterráneo. Se espera que el proyecto completo se acabe alrededor del 2005.