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Por Fareed Zakaria

¿En qué se parecen Hugo Chávez y Glenn Beck? El presidente socialista/populista de Venezuela y el presentador de televisión derechista acostumbran a tener ideas extrañas, solo que ideas extrañas diferentes. Pero si algo les une es su pasión por el oro.

Ahora, mucha gente invierte en oro. Pero Hugo Chávez quiere acumularlo, físicamente. El gobierno de Venezuela controla la décimo quinta reserva de oro más grande del mundo: unas 365 toneladas.

Sin embargo, como muchos inversores en oro, no tienen en realidad ese oro. Al menos no físicamente. Más de la mitad de las reservas de Venezuela están en el extranjero, en Londres, Nueva York o Zurich. Si alguna vez visitan la Reserva Federal de Nueva York, incluso puedes verlas en las bóvedas subterráneas, etiquetadas con el nombre de Venezuela.

Al señor Chávez, como saben, no le gusta Occidente; y no le gusta esta situación.

Ha anunciado que quiere su oro. Pero, ¿cómo transportar 211 toneladas de oro por el océano? Bueno, gastando mucho dinero. Tiene que asegurarse contra un robo de oro como el de la película The Italian Job.

Algunos expertos dicen que el señor Chávez podría gastar por lo menos 4% del total del valor de su oro en el seguro, más medidas de protección y transporte. Súmelo y verá que son alrededor de 500 millones de dólares. Es mucho dinero para cualquier país, y más para un país que hoy tiene crecimiento negativo como Venezuela.

¿En qué está pensando Hugo Chávez?

En realidad: no es el único. Desde los tiempos del Tutankamón en Egipto hasta la Fiebre del Oro a mediados del siglo XIC, y hasta hoy, siempre nos ha atraído el oro. ¿Cómo olvidar a Auric Goldfinger, de la película de James Bond, cuando dijo “esto es oro, señor Bond, toda mi vida he admirado su color, su brillo, su peso divino”.

Hay muchos en el mundo que comparten el sentir del señor Goldfinger, sobre todo en épocas de confusión e incertidumbre con los gobiernos. A la gente le preocupa que los gobiernos mantengan tasas de interés muy bajas, y eso pudiera provocar inflación y debilitar al dólar y otras monedas.

La respuesta: Almacenar oro, que siempre se ha visto como una inversión sólida contra la inflación. Si todo lo demás colapsa y la teoría funciona, el oro mantiene su valor. Por esta razón, en la última década los precios del oro han subido más del 60%. ¿Es una respuesta racional a los temores legítimos de inflación? ¿O estamos en medio de una burbuja?

Hay indicios de burbuja. El hecho es que la demanda global de oro y joyas en la industria ha disminuido desde 2004 en un 18%. Y, sin embargo, en el mismo período los precios han aumentado. Así que está claro que el mercado está inundado de especuladores que ven al oro como una inversión, no como una moneda de cambio o como producto.

Lo que realmente ha cambiado en los últimos años es el acceso. Es más fácil comprar oro por internet que acciones o participaciones. En lugares como Abu Dhabi y algunas ciudades europeas, se puede comprar gramos de oro en cajeros automáticos. En todo el mundo hay una nueva fiebre del oro.

No hay más que encender la televisión y los anuncios advierten que el fin del mundo está al llegar y que hay que invertir el dinero en oro. Glenn Beck dice que si no ahorras en oro, estás loco. Y Donald Trump acepta lingotes de oro en lugar de transferencias electrónicas para pagar condominios de lujo.

Es una excentricidad. En gran parte, simple alarmismo. La verdad es que desde hace más de dos décadas, entre 1980 y mediados de los años 2000 - los precios del oro han disminuido en realidad. A diferencia de otros productos que realmente tienen un fin de uso -petróleo, minerales- el oro es sólo un símbolo, y como tal su alza de precio tiene que ver más con la psicología y la emoción que con la razón.

Así que, cuando esté pasado de moda, el precio podría venirse abajo. La próxima vez que vea a Goldfinger o escuche hablar de las excentricidades de un Hugo Chávez o un Donald Trump, sea cauteloso.

El oro no es una acción con ganancias reales. No es un bono con pago de intereses. No es petróleo. No le ayudará a manejar un coche; no le ayudará a encender fuego. Sí, puede ponérselo, pero no comerlo. Si de verdad llega el fin del mundo, una lata de frijoles podría ser más valiosa que un ladrillo de oro.

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