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Por Elizabeth Landau

(CNN) - Las declaraciones vagas que Steve Jobs hizo sobre su salud en los últimos años generaron diversas especulaciones, mientras el mundo trataba de descifrar qué estaba sucediendo realmente. Pero ahora, con la biografía Steve Jobs, de Walter Isaacson, sabemos que tras esas declaraciones optimistas había un cáncer extendiéndose desde el páncreas hasta el hígado, y finalmente a los huesos y a otras partes del cuerpo. Una de las mayores sorpresas es que aunque él recibía atención médica de primera calidad, muchas veces actuaba en contra de las órdenes de los médicos.

Cuando los médicos descubrieron su tumor neuroendocrino pancreático, en octubre de 2003, dijeron a Jobs  que había tenido suerte, por la detección temprana de su enfermedad, que permitiría su eliminación antes de propagarse.

En palabras de Jobs: “Yo realmente no quería que me abrieran el cuerpo, así que traté de ver si algunas otras cosas podían funcionar”.

Esas “otras cosas” incluyeron una dieta vegetariana estricta, acupuntura, hierbas medicinales y otras técnicas alternativas; incluso consultó a un psíquico.

Su familia le suplicó, pero no fue sino hasta junio de 2004 —cuando una tomografía reveló que el tumor había crecido y tal vez se había extendido— que se dio cuenta de que no podía curarse del cáncer a su manera.

La cirugía de julio de 2004 implicó un procedimiento Whipple parcial (de remoción de tejido) para retirar parte del páncreas. Pero no fue una cura: Los médicos encontraron propagación de cáncer en tres puntos de su hígado durante la operación.

Es imposible saber si una cirugía más temprana hubiera eliminado el cáncer antes de que se hubiera extendido. Sin embargo, Jobs le dijo a todos que estaba “curado”. En su famoso discurso de graduación en Stanford en 2005, un raro momento en el que habló sobre su cáncer ante el público, dijo: “Me operaron y ahora estoy bien”.

Extraños hábitos alimenticios

Jobs también contradecía las órdenes de los médicos respecto a sus hábitos alimenticios.

Desde que era adolescente, Jobs había practicado extrañas rutinas que involucraban ayunos, y se sometía a dietas obsesivas.

Eso era un problema debido a que el estómago necesita enzimas para digerir los alimentos y absorber los nutrientes, dificultando que los pacientes que han tenido cirugía de páncreas obtengan suficiente proteína. El estándar de cuidado es comer frecuentemente y llevar una dieta con una variedad de proteínas de carne, pescado y leche. Pero, como señala Isaacson, “Jobs nunca había hecho esto, y nunca lo haría”.

Avancemos hasta 2008, cuando Jobs y sus médicos sabían que el cáncer se estaba propagando.

Además de sufrir dolor, Jobs estaba perdiendo mucho peso. Esto fue en parte resultado del procedimiento Whipple parcial, además de que su apetito se redujo a causa del cáncer y la morfina, y también porque él insistía en las mismas dietas restrictivas y ayunos que había practicado desde su adolescencia.

A veces pasaba semanas sólo comiendo alimentos como manzanas o una ensalada de zanahoria con limón, y luego, abruptamente, renunciaba a esas comidas.

Isaacson escribe: “A principios de 2008, los trastornos alimenticios de Jobs empeoraron. Algunas noches se quedaba mirando al suelo e ignoraba todos los platillos que se le presentaban en la larga mesa de la cocina. Cuando los demás estaban a la mitad de su comida, él abruptamente se levantaba y se iba sin decir nada. Era estresante para su familia. Lo vieron perder 18 kilogramos en la primavera de 2008”.

En una declaración pública, Jobs atribuyó su pérdida de peso a “un desequilibrio hormonal que me ha estado robando las proteínas que mi cuerpo necesita para estar saludable. Sofisticadas pruebas de sangre han confirmado este diagnóstico. El remedio para este problema nutricional es relativamente simple”.

Todos teníamos especulaciones. Eso realmente significaba que Jobs tenía un desequilibrio hormonal debido a que su cáncer se había extendido a su hígado.

Se sometió a un trasplante de hígado en 2009, cuando su salud se deterioraba rápidamente. Fue exitoso, pero los médicos encontraron que había tumores en todo el órgano, lo que probablemente significaba que el cáncer se había extendido a otros lugares. También encontraron manchas en la membrana delgada que rodea los órganos internos.

De contradicción en contradicción

Jobs contradijo de nuevo a los médicos cuando insistió en que no le hicieran un lavado de estómago para un procedimiento de rutina. Eso condujo a una neumonía, y pudo haber muerto. Pero sobrevivió, y no perdió su obstinación, incluso cuando estaba profundamente sedado. Pensaba que el monitor de oxígeno en su dedo era “feo y muy complejo”, y propuso ideas para hacer el diseño más simple.

Su salud y su ánimo parecieron mejorar después del trasplante, pero en noviembre de 2010 experimentó otra crisis. Pesaba apenas 52 kilogramos en Navidad. Los médicos detectaron evidencias de nuevos tumores. “Cada centímetro de su cuerpo se sentía como si hubiese sido golpeado, dijo a sus amigos”, escribe Isaacson.

Y sus manías alimenticias continuaron. La familia tenía un cocinero a tiempo parcial que le preparaba una gran variedad de opciones saludables, pero él se negaba a comerlas después de tocar una o dos cucharadas con su lengua. El cáncer disminuye el apetito, pero Isaacson sugiere que Jobs tenía una complicación más profunda por su actitud psicológica hacia la comida. Tomó una tercera licencia médica en enero de 2011.

Jobs estuvo entre las primeras 20 personas en el mundo en obtener una secuencia completa de todos los genes de su tumor de cáncer, y de su ADN normal. De esta manera, su equipo médico podía elegir los medicamentos específicos dirigidos a las vías moleculares que estaban promoviendo el crecimiento anormal de las células cancerosas. “Voy a ser uno de los primeros en ser capaz de superar un cáncer de esta manera, o voy a ser uno de los últimos en morir a causa de él”, dijo Jobs a Isaacson.

Sin embargo, en julio de 2011, los médicos tenían problemas para luchar contra el cáncer, incluso con los fármacos dirigidos. Jobs había dejado de ir a trabajar, sufría de dolor, no podía comer alimentos sólidos, y pasaba muchos días viendo televisión.

Cuando Jobs anunció su dimisión como presidente ejecutivo de Apple, en la reunión de Consejo del 24 de agosto, el cáncer se había extendido a sus huesos y a otras partes del cuerpo.

“He tenido una carrera muy afortunada, una vida muy afortunada”, dijo a Isaacson. “He hecho todo lo que puedo hacer”.