Por Darío Epstein
Nota del editor: Darío Epstein es analista económico y presidente de Research for Traders.
La confianza parece haber vuelto a los mercados financieros luego de los acuerdos anunciados la semana pasada para dar una solución a la crisis de deuda y bancaria en Europa. Pero desde Grecia se encargaron de revertir el optimismo con un sorpresivo anuncio y posterior desmentida. ¡Bienvenidos nuevamente a la volatilidad de los mercados!
El primer ministro Yorgos Papandréu quiso someter a un referendo -para tener más consenso interno de la población- el plan de rescate y de ajuste del país acordado con la Unión Europea. Merkel, Sarkozy y toda la comunidad financiera presionan para que fuera removido, hecho que finalmente sucedió. Si hubiera habido votación, y el resultado hubiese sido un “No”, probablemente el país iba a transitar un arduo camino solo, arrastrando a los demás países de Europa más cuestionados, denominados “PIGGS”, justo en momentos en los que se trabaja para evitar el efecto contagio.
Por otro lado, la expectativa generada en torno a la reunión del G-20 para que volviera la calma fue un fracaso. No se pusieron de acuerdo respecto al aporte que cada país debía hacer de ahora en adelante al FMI y se sumó más leña al fuego, elevando nuevamente el VIX a la zona del 30/35%.
La euforia ya pasó y los bancos de Europa vuelven a estar en el centro de la escena económica. Esta vez la noticia viene por los nuevos recortes de empleo debido a la caída en los ingresos y las reducciones de activos por las nuevas regulaciones que se implementarán.
Envueltos en una crisis de deuda soberana que no parece tener una pronta solución y que erosiona sus ganancias, sumado a las mayores exigencias de capital, los bancos de Europa se ven obligados a desprenderse de activos para lograr el ratio de capital requerido y a eliminar trabajadores de sus nóminas para reducir los costos (se estima que los recortes de personal duplicarán los de los bancos de EE.UU).
La duración que tiene la retracción actual de la economía está haciendo que los bancos replanteen sus negocios. En el contexto actual de bajo crecimiento económico y de bajas tasas de interés, los bancos se ven en dificultades para generar dinero. En este contexto, tanto UBS como Deutsche Bank advirtieron que muchos empleos están en riesgo si continúa el clima de malestar actual.
UBS anunciaría este mes un plan para reorganizar su banca de inversión con una estructura de personal menor. Se prevé que el principal banco suizo anuncie una reducción de su nómina en 1.700 puestos de trabajo, así como también una disminución de sus tenencias de activos de riesgos por USD 78,7 Bn.
El segundo banco suizo, Credit Suisse anunció que recortará 1.500 puestos de trabajo que se suman a los 2.000 anunciados el mes de julio. Además, el principal banco danés, Danske Bank, hizo lo propio e informó que serán 2.000 los empleos que recortará, mientras que Barclays planea eliminar 3.500 puestos.
Por otro lado, los bancos de Europa planean reducir sus carteras de activos de riesgo por aproximadamente USD 415 Bn, como consecuencia de los requerimientos de capital del acuerdo de Basilea III. Credit Suisse, Barclays y Deutsche Bank son algunas de las instituciones que planean reducir sus balances.
El impacto no sólo se hace sentir en Europa. En Japón, Nomura Holdings reportó una pérdida mayor a la estimada en el tercer trimestre del año, por una caída en los ingresos por transacciones y de banca de inversión y planea acelerar la reducción de los costos, además de disminuir las operaciones mayoristas en Europa.
Asimismo, en EE.UU. los bancos y fondos de inversión parecen no haber hecho los esfuerzos suficientes para asegurar una capitalización óptima y a dar un giro hacia la separación de la banca minorista de la banca de inversión. La misma no cumple ya la función de la asignación apropiada de capitales, sino más bien que el apalancamiento del capital y de los rendimientos no permite una transferencia adecuada a los sectores productivos.
En este sentido, el fondo MF Global presentó su quiebra luego de que se cayera una posible adquisición del mismo, además de haber fallado al no proteger las cuentas de sus clientes, manteniéndolas separadas de los fondos propios.
Estas medidas parecieran ser inevitables en un contexto de desconfianza y de preocupaciones referidas al mal momento que atraviesan los mercados y la actividad económica en general, y los temores a que se extienda el malestar en los próximos meses. Los inversores necesitan un sistema bancario que sea atractivo y más conservador para devolver la confianza en el mismo, en momentos en que en Basilea se apuran por delinear la letra chica de lo que será un nuevo pedido por aumentar los requisitos de capital.
(Las opiniones expresadas en este artículo corresponden exclusivamente a Darío Epstein)