Por José Levy, CNN

Jerusalén (CNN) – Miembros del llamado “Ejercito Libre de Siria”, integrado por desertores de las fuerzas armadas leales al régimen de Bashar Al–Assad, atacaron por primera vez en los ocho meses de revueltas una base militar de los servicios de Inteligencia de las Fuerzas Aéreas, situada en Harasta, al noreste de Damasco.

Según informan fuentes de estas tropas opositoras, en la madrugada de miércoles atacaron el lugar con granadas autopropulsadas, ametralladoras y cohetes.

“Hubo explosiones tan potentes que hicieron temblar los cimientos del lugar”, dijeron estas fuentes. “Nuestro objetivo es demostrar que podemos atacar donde y cuando queramos”, agregaron.

En este ejército afirman haberse enfrentado a las fuerzas leales al régimen en varias ciudades. También reivindican el ataque del lunes contra una columna de tanques que mató a 34 soldados, así como “varias operaciones en la zona de Damasco para desarticular los planes del régimen contra el pueblo sirio”.

Son conscientes de que para que se pueda extender esta revuelta popular es fundamental que se incorporen a ella dos ciudades centrales de Siria que hasta ahora se han mantenido relativamente al margen; la capital Damasco y Alepo, la más poblada”.

Estos incidentes se produjeron antes del comienzo en Rabat, Marruecos, de una reunión extraordinaria de los cancilleres de la Liga Árabe, convocada para tratar el tema justo el mismo día en el que entra en vigor la suspensión de Siria como miembro de pleno derecho de este organismo pan-árabe del que el régimen de Damasco fue uno de sus seis cofundadores en 1945.

Si bien la Liga Árabe había formulado el 2 de noviembre pasado un plan de paz para Siria -aceptado por Damasco y basado en la retirada de tropas de los centros de las ciudades, llegada de observadores, reformas democráticas y liberación de prisioneros- la realidad sobre el terreno se ha agravado y desde ese día la oposición ha informado de unas 400 nuevas muertes que elevarían la cifra total de pérdidas humanas a cerca de 4.000.

CNN no ha puede confirmar estas informaciones de combates o víctimas ya que el gobierno sirio restringe el acceso de los medios internacionales al país.

Una de las naciones que ha adoptado una línea más enérgica contra Damasco es su otrora aliada y vecina del norte, Turquía, país que amenaza incluso con cortar el suministro de electricidad al norte de Siria.

El primer ministro, Recep Tayip Erdogan, llamó al presidente el Assad a “dejar de alimentarse de la sangre de inocentes” y le propuso “recordar el final trágico de otros líderes de la zona que declararon la guerra a sus pueblos”.

El canciller turco, Ahmet Davotoglu, presente también en Rabat, dijo que “el régimen sirio pagará caro haber rechazado las propuestas para pacificar al país”.

Y paralelamente la oposición a Assad va ganando cada vez mayor protagonismo. La semana que viene está previsto que se reúna en El Cairo con la Liga Árabe. También se reunió en Moscú con el liderazgo de Rusia al que dijo que, junto a la exigencia de dimisión de Assad, no está a favor de ninguna intervención militar extranjera, pero sí apoyarían el envío de cascos azules por parte de las Naciones Unidas.

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