Por Jennifer Lawless*
Mitt Romney no puede darse un descanso, a menos que venga con un suspiro sin mucho entusiasmo.
La semana pasada ganó los caucus de Iowa. Pero los medios de comunicación nos recuerdan que no en realidad. Después de todo, el margen de su victoria fue de tan sólo ocho votos, una contienda en la que Romney y Rick Santorum “lucharon de tú a tú”, dio a conocer el New York Times. “Un empate virtual”, decía el encabezado del Washington Post. Y aunque el Wall Street Journal reconoció la victoria de Romney, el periódico señaló que sólo fue por el “más delgado de los márgenes”.
Sin duda, un margen de ocho votos en la victoria es “llevársela por la mínima”. Por lo que entiendo la renuencia de los medios de comunicación, encuestadores y expertos de anunciar a Mitt Romney como el candidato del Partido Republicano sólo por los resultados de Iowa.
Sin embargo, la noche del martes, Romney apaleó a sus oponentes en Nueva Hampshire. A pesar de que los presentadores de televisión parecían ponerse de acuerdo con el hecho de que la decisiva victoria de Romney lo ha colocado en el camino a la nominación, atribuyeron su éxito a todo menos al entusiasmo de los electores para su candidatura.
En su lugar, tenemos otros argumentos: que fungió como gobernador de un estado vecino, que es propietario de una casa en un lago de Nueva Hampshire, que los candidatos de Massachusetts siempre tienen un buen desempeño en las primarias de Nueva Hampshire, que el ingreso medio en Nueva Hampshire es aproximadamente un 50% superior al promedio del país, que el Estado es “una rareza estadística”, con un electorado con idiosincrasia republicana. El resultado, en otras palabras, fue una conclusión sin sentido, que ya estaba cantada.
Mucho más interesante fue el espacio del segundo lugar. “Se trata de ganar el segundo lugar de NuevaHampshire”, se podría leer en un encabezado de CNN.com durante buena parte del martes. Wolf Blitzer se refirió a la “intensa lucha en curso para convertirse en el principal rival de Romney”. MSNBC escribió que un decepcionante final de Jon Huntsman, ubicado en el tercer lugar, podría ser “de consecuencias catastróficas para sus esperanzas de llegar a la Casa Blanca”.
Y cuando no hablaban de Ron Paul y Huntsman, los medios vendían la posibilidad (hoy demasiado pequeña) de que Rick Santorum o Newt Gingrich le arrebatieran la principal posición hacia la candidatura que hoy tiene Romney. Desde la perspectiva de los medios, la historia digna de contar era cualquiera que implicara una posible derrota de Romney en las elecciones primarias que se celebrarán la próxima semana en Carolina del Sur, sin importar que lo improbable que sea ese escenario.
En el último año, los sondeos de opinión han dejado en claro que a los electores republicanos no les fascina Mitt Romney. Pero Romney está arriba ahora en las encuestas de Carolina del Sur. Está perfectamente ubicado en materia financiera como para competir en el estado del mercado multimedia de Florida. La más reciente encuesta de Gallup dice que casi el 60% tanto de los republicanos conservadores como de los moderados consideran a Romney “aceptable” como candidato. Y los resultados de un nuevo sondeo de CBS News ve a Romney como el único candidato republicano que puede ganar una hipotética contienda contra Barack Obama.
De ninguna manera, sostengo que debemos declarar a Romney como el candidato del Partido Republicano antes de que se cuenten todos los votos. Bajo ningún esquema doy a entender que la contienda ha terminado y que no exista la oportunidad de una inesperada sorpresa en algunos estados. De hecho, como demócrata liberal, no tengo interés alguno en ver que los republicanos elijan a su candidato en cualquier cosa menos que en una prolongada carnicería.
Pero como politóloga, y como alguien realmente preocupada por las consecuencias del ciclo de noticias las 24 horas, estoy impactada y decepcionada por la falta de conexión entre lo que los han dicho los electores y el cómo los medios de comunicación han cubierto el sentir de estos. La realidad es que mientras que los electores republicanos empiezan a votar, Mitt Romney adquiere impulso y acumula victorias. Parece que hombres y mujeres republicanos empiezan a creer que Romney podría ser su mejor oportunidad para volver a la Casa Blanca. Es hora de que los medios de comunicación cuenten esa historia sin tantos regañadientes. Los electores se lo merecen y Mitt Romney se lo ha ganado.
* Nota del editor: Jennifer L. Lawless es profesora asociada de gobierno en la Universidad Americana. Es coautora, con Richard L. Fo, de It Still Takes A Candidate: Why Women Don’t Run for Office (Cambridge University Press, 2010). En 2006 compitió en las elecciones primarias de los demócratas hacia la Cámara de Representantes de EU, en el segundo distrito electoral de Rhode Island.