Por William Patry, especial para CNN*
El primer día de cada año, las obras de arte cuyos derechos de autor expiran entran al dominio público.
La generación de este año es particularmente fuerte, ya que por ejemplo, las novelas de James Joyce y Virginia Woolf ya no están protegidas por los derechos de autor. Si alguna vez quisiste realizar un espectáculo con títeres de la obra maestra de Joyce, Ulises, o Mrs.Dalloway (La señora Dalloway) de Virgina Woolf, ahora tienes la oportunidad.
¿Pero por qué ahora?
Cuando los derechos de autor expiran, significa que el público ya no tiene responsabilidad por usar las obras de arte de una forma que de lo contrario violaría las leyes de derecho de autor. (La editorial) Dover puede publicar obras de música clásica a bajos precios; pueden encargarse traducciones de obras literarias; autores, artistas y empresas cinematográficas pueden adaptar obras antiguas y convertirlas en nuevas obras. De hecho, una gran cantidad de los clásicos de Disney se basan en obras de dominio público.
El tiempo que deben durar los derechos de autor ha sido un tema polémico desde la primera ley de derechos de autor de Estados Unidos en 1790. En algunas industrias, las leyes de derechos de autor son necesarias para ofrecer protección financiera por el tiempo y la inversión de dinero que se utilizó para crear las obras de arte. Pero cuando la duración de los derechos de autor es tan larga que dificulta la renovación creativa de trabajos antiguos, entonces no se cumple con el propósito de esas leyes.
La ley original de derechos de autor de 1790 en Estados Unidos sólo protegía los libros, los mapas y las cartas de navegación. Con el tiempo, se amplió para incluir a las bellas artes y las fotografías, entre otras cosas. Actualmente, una película taquillera como Avatar tiene la misma protección que el correo electrónico que envías a tus amigos.
Para entender cómo cambió la ley de derechos de autor en Estados Unidos durante los últimos 30 años, es útil darle un vistazo a la lista de obras famosas que habrían pasado al dominio público si no fuera por los cambios en las leyes de derecho de autor en Estados Unidos que se encuentra en el Centro de Dominio Público de la Universidad de Duke. Este año la lista incluiría Lolita de Vladimir Nabokov, El retorno del rey de J.R.R. Tolkien, y La dama y el vagabundo de Disney.
Estas obras famosas originalmente fueron protegidas por una ley de 1909, que establecía que los derechos de autor durarían 28 años a partir de su primera publicación, con la posibilidad de 28 años adicionales, sólo si el propietario de los derechos de autor presentaba una petición de renovación en la Oficina de Derechos de Autor de Estados Unidos. Miles de obras se protegieron bajo este razonable sistema, y el 85% de ellas entraron al dominio público después de 28 años, por lo que quedaron disponibles para los artistas y fueron más accesibles para los consumidores.
Pero en 1978, el Congreso de Estados Unidos cambió las reglas de forma retroactiva, otorgándole a estas obras 19 años más. Si el artista renovaba el derecho de autor, él o ella recibía 47 años en lugar de los 28 iniciales, y podría llegar a un máximo de 75 años. Y después, en 1998, el Congreso de Estados Unidos agregó retroactivamente otros 20 años a estas antiguas obras de arte, lo que significó que ahora estarían protegidas por un máximo de 95 años. Para las obras que se crearon después de 1978, la duración del derecho de autor es incluso mayor: toda la vida del autor más 70 años después de su muerte.
El efecto de esta enorme duración de los derechos de autor tiene como resultado un enorme costo con poco beneficio; las empresas cinematográficas, los autores y los artistas no pueden utilizar productivamente los trabajos antiguos. No pueden localizarse a muchos propietarios de obras con derechos de autor. Y los herederos distantes, como los nietos, bisnietos o los patrimonios de autores fallecidos, pueden vetar su uso aunque sea para algo económicamente inofensivo.
Por ejemplo, cuando realizaba mi práctica privada en una firma importante de abogados, un socio me pidió que me acercara a los herederos de un dramaturgo famoso. Mi colega esperaba obtener el permiso para producir una versión abreviada de una obra de teatro en la escuela de educación especial de su hijo.
La escuela estaba dispuesta a pagar la tarifa de la licencia, pero los niños sólo podían realizar un acto, no tres. La producción sólo se representaría ante los padres y sin un fin de lucro. Después que se explicó todo esto, las personas que manejaban el patrimonio, posteriormente se negaron a otorgar el permiso y no aceptaron el dinero, insistiendo que los niños tenía que realizar la obra tal como se escribió o definitivamente no debían hacerla.
A medida que nos adaptamos a la era digital, deben reconsiderarse las arcaicas leyes de los derechos de autor que no ofrecen ningún beneficio incluso al actual poseedor de los derechos de autor. Un enfoque razonable no actuaría como un obstáculo para las futuras generaciones que quieran crear algo nuevo.
*Nota del editor: William Patry es abogado senior de derechos de autor de Google Inc. y autor de How to Fix Copyright (Cómo arreglar los derechos de autor).
Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen únicamente a William Patry.