Los patrones del matrimonio han cambiado mucho desde los años 1950.

(CNN) – ¿Sorprende a alguien que más de la mitad de los nacimientos de madres estadounidenses menores de 30 años ahora se producen fuera del matrimonio? ¿O que el matrimonio está perdiendo terreno en EE.UU.? ¿Cuál es el problema? Después de todo, algunos estadounidenses creen que “el matrimonio es sólo un pedazo de papel”, mientras que otros piensan que los padres (hombres) ya no son esenciales.

A pesar de estas cifras preocupantes y puntos de vista, la institución del matrimonio no está desapareciendo en la vida estadounidense.

El matrimonio no es ciertamente un problema para los privilegiados y poderosos. Piense en Kim Kardashian, Arnold Schwarzenegger o Tiger Woods. Sin embargo, a pesar de la mala conducta matrimonial de aspirantes a estrellas, políticos y atletas profesionales, la institución matrimonial crece con fuerza entre los estadounidenses cultos y prósperos.

Para aquellos con un título universitario, el divorcio se ha reducido, hay mayor calidad matrimonial y la estabilidad de la familia está en alza, desde la revolución del divorcio de 1970 y principios de 1980; según una investigación que he realizado.

Sin embargo, el matrimonio está en problemas, no sólo en las comunidades pobres, sino también en la clase media baja de EE.UU. (comunidades donde la mayoría posee solamente un título de escuela secundaria pero no universitario). Para los estadounidenses sin un título universitario, el divorcio sigue siendo alto, la calidad marital está cayendo, mientras aumentan los hijos fuera del matrimonio.

El problema con la brecha cada vez mayor respecto al matrimonio, es que al final de cuentas, quienes pagan el precio mayor son los niños y los hombres.

A modo de ejemplo, las investigaciones indican que los niños que se crían fuera del matrimonio tienen el doble de probabilidades de acabar en la cárcel antes de cumplir los 30 años; en comparación con los niños criados en un hogar intacto. Del mismo modo, los estudios muestran que las niñas criadas en hogares sin padre tienen dos veces más probabilidades de terminar embarazadas, si se las compara con niñas criadas en una familia con ambos padres.

En general, los niños nacidos y criados en un hogar conyugal, son más propensos a graduarse de la universidad, encontrar un empleo y disfrutar de matrimonios estables al llegar a la adultez.
Del mismo modo, los adultos casados son más felices y se deprimen menos que sus pares solteros. Y debido a que trabajan más duro, actúan de manera más estratégica y con mucho más cuidado después de casarse; los hombres disfrutan de una prima salarial que puede superar el 10% en comparación con sus pares solteros.

Los hombres casados son mucho menos propensos a abusar del alcohol, las drogas o meterse en problemas con la ley, en comparación con sus pares no casados. En palabras del Premio Nobel George Akerlof, un economista de la Universidad de California, Berkeley, “Los hombres se establecen cuando se casan: Si no se casan, no logran asentarse.”

El problema con el abandono del matrimonio en las comunidades pobres y de clase trabajadora es que menos niños, por no mencionar los adultos (especialmente hombres), se benefician del significado, la dirección y la estabilidad que ofrece una vida familiar. Por el contrario, los estadounidenses adultos y niños provenientes de las comunidades con mayor nivel educativo y económico, son más propensos a ser doblemente bendecidos con altos niveles de ingresos y educación, así como con familias fuertes y estables.
Hay por lo menos dos maneras de reducir la brecha cada vez mayor del matrimonio. En primer lugar, los liberales observan correctamente que una de las razones por las que el matrimonio está desapareciendo, es que los hombres en las comunidades pobres y de clase trabajadora, tienen una mayor dificultad para encontrar puestos de trabajo, estables y bien remunerados, considerando la cantidad de trabajos que se han exportado a países extranjeros. Nuestro gobierno debe apuntar a fortalecer los programas de formación profesional y de trabajo en estas comunidades.

Los conservadores también tienen razón al señalar que las bases culturales del matrimonio se han debilitado en las comunidades pobres y de clase trabajadora. Por ejemplo, desde la década de 1970, los estadounidenses con menor nivel educativo se han vuelto más complacientes hacia el divorcio, mientras que aquellos con estudios universitarios se han vuelto más intolerantes a él y, de hecho, más propensos a aceptar lo que yo llamo un concepto mental de matrimonio.

En consecuencia, las autoridades deberían considerar la posibilidad de una campaña de salud pública para educar a la gente, especialmente aquellos en las comunidades pobres y de clase trabajadora; sobre el valor del matrimonio y la paternidad, al igual que la educación pública brindada sobre los peligros de fumar o de conducir ebrio. Esta campaña puede parecer quijotesca, pero la evidencia sugiere que este tipo de campañas pueden conducir a cambios en el comportamiento de la gente.

Dada la importancia de una vida familiar estable en la vida de los niños, nuestros líderes deberían actuar en fortalecer la institución del matrimonio. La alternativa es un futuro donde los niños provenientes de comunidades más precarias, estén destinados a hogares cada vez más infelices e inestables. Esto simplemente es inaceptable.

Nota del editor: W. Bradford Wilcox es el director del National Marriage Project de la Universidad de Virginia y autor de “Cuando el matrimonio desaparece: la nueva clase media estadounidense”. (“When Marriage Disappears: The New Middle America.”