Por LZ Granderson*, colaborador de CNN
(CNN) – Estoy seguro de que si el presidente Obama estuviera entre la espada y la pared, sería preferible al lugar en el que actualmente se encuentra.
Considere esto: La mayoría de las naciones están de acuerdo en que no se puede permitir que Irán desarrolle un arma nuclear. Sin embargo nadie -incluido Estados Unidos- puede darse el lujo de una nueva guerra. Y en medio de esta delicada situación, los rivales del presidente Obama lo están destrozando en la televisión, empleando la primera regla de la política: mostrar que todo todo lo que el rival dice y hace está mal.
No estoy seguro de si Mahmoud Ahmadinejad tiene la intención de manipular las elecciones generales de 2012 con su pequeño juego de armas nucleares, pero eso es exactamente lo que parece estar sucediendo.
Obama, el hombre, está siendo probado porque Obama, el político, debe encontrar una manera de navegar por el mundo a través de ese atolladero del Medio Oriente sin salirse de lo que puede o no puede no ser la mejor narrativa para su reelección. No es que su integridad o su política exterior tengan algo que ver con lo que sus opositores dicen de él.
El domingo, el presidente Obama se paró frente a la multitud en el Comité de Relaciones Públicas Americano-Israelí, y reiteró que pese a que él prefiere manejar el dilema nuclear iraní con diplomacia, no dudará en utilizar la fuerza militar para impedir que Irán desarrolle un arma nuclear.
“No debe haber un ápice de duda a estas alturas, cuando la suerte está echada, yo tengo el respaldo de Israel”, dijo Obama entre aplausos.
Poco tiempo después, en Georgia, Mitt Romney se paró frente a una gran multitud y esencialmente mintió.
“(Obama) falló en comunicar que las opciones militares están sobre la mesa y en nuestras manos, y es inaceptable para Estados Unidos que Irán tenga un arma nuclear”, dijo a sus partidarios.
Así pasará el presidente Obama el resto de 2012: observando a sus rivales ponerse en frente de las cámaras y las multitudes, tergiversando sus palabras y criticando todas las decisiones de política exterior que ha tomado, porque ellos se dan el lujo de hablar sin tener que tomar una decisión.
En términos políticos, es un lugar agradable para estar -y Obama debe reconocerlo, porque él estaba allí hace cinco años. Como joven senador, Obama estuvo en los pasillos del Capitolio denunciando el plan de George W. Bush para invadir Irak, solo para que su equipo de campaña tuviera que retirar las críticas de su página web unos meses más tarde cuando la decisión de Bush fue considerado un éxito.
Sin daños. Ni consecuencias.
Unos años después, Obama el transgresor se convirtió en Obama la víctima.
La primavera pasada, los republicanos criticaron al presidente por no apoyar militarmente a los rebeldes en Libia, para luego criticarlo por el uso de la fuerza militar cuando ayudó a los rebeldes en el verano. Y ahora que el por muchos años enemigo de EE.UU. Muamar Gadafi ha sido abatido, en gran parte debido a las decisiones de Obama, dense cuenta que sus rivales no mencionan a Libia para nada.
Han pasado a Siria e Irán.
Sin daños. Ni consecuencias.
En esta ocasión, las apuestas son significativamente más altas.
En 2007 Obama estaba presionando para poner fin a dos guerras. Hoy en día, los candidatos del Partido Republicano, con la excepción de Ron Paul, están presionando para una guerra preventiva.
Si esto suena familiar, lo es.
Esta es la Doctrina Bush una vez más, la que ayudó a alejarnos de una proyectada deuda de 2.3 billones de dólares a una excesiva y muy real de 15 billones de dólares.
Una frase muy famosa del autor Jorge Santayana dice: “Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”.
De algún modo dudo que podamos escuchar esa línea de razonamiento por parte de Romney, Gingrich o Rick Santorum cuando ellos hablan de lo que Estados Unidos debería hacer sobre Israel e Irán.
Tampoco escucharemos que Irán no está violando las leyes internacionales o que los presidentes de EE.UU. no controlan los precios de la gasolina.
Todo lo que oiremos es que este presidente es débil y que tenemos que bombardear el infierno de Irán. Y tal vez esto es cierto, no sé.
Yo sé que es difícil para los votantes separar el trigo de la paja, porque aun antes de que Obama exprese su posición sobre un tema, sus oponentes están preparados con una refutación. Esa no es forma de sostener un sano debate nacional sobre algo que es inconsecuente; ni hablar de la política exterior.
Sin embargo, en nuestra cultura morbosa, esa es una forma efectiva de ganar una elección. Y al final del día, es por eso que los candidatos se postulan para un cargo: para ganar. Ellos son libres de pontificar, sin necesidad de estar en lo correcto; criticar sin conocer todos los hechos, y hacer un fuerte llamado a la guerra sin tener que pelearla.
Sin daños. Ni consecuencias.
En cuanto a Obama, estoy seguro de que escucha la retórica y la yuxtapone a la situación en el Medio Oriente y bueno, daños y consecuencias es todo lo que ve.
*Nota del Editor: LZ Granderson, quien escribe una columna semanal para CNN.com, fue nombrado Periodista del Año por la Asociación Nacional de Periodistas Lesbianas y Gays y finalista 2011 del Premio de Periodismo en línea en la categoría de Comentario. Es un escritor senior para ESPN y columnista de la revista y ESPN.com. Síguelo en Twitter: @ locs_n_laughs. Míralo los martes en CNN Newsroom a las 9 am ET.