(CNN) — Humberto Guzmán condujo camiones de carga en Alabama durante dos meses. Al ser indocumentado procedente de Honduras, todos los días temía ser deportado. “La policía siempre estaba persiguiéndonos”, dijo Guzmán. “Siempre era un problema encontrar dónde estacionarse porque siempre nos pedían nuestros papeles”.
La semana pasada, una corte federal de apelaciones vetó dos secciones más de la ley de inmigración de Alabama, que dificulta a los inmigrantes ilegales vivir y trabajar en el estado. Otra sección, en la que se requiere que las escuelas revisen el estatus migratorio de los estudiantes, quedó en suspenso el año pasado. La ley en su totalidad está siendo impugnada por el gobierno federal y algunos grupos de activistas.
Preparándose para lo peor, a principios de año Guzmán empacó sus pertenencias y se dirigió a Louisiana, estado con el que ya estaba familiarizado. Luego del huracán Katrina en 2005, inmigrantes ilegales como Guzmán llegaron en tropel a la ciudad. Arribaron en manadas, atraídos por los buenos salarios.
“Louisiana es un estado en donde la policía no se mete contigo. Allá (Alabama) ni siquiera puedes comer en paz”, dijo Guzmán al explicar por qué eligió este estado en vez de detenerse en Mississippi. “Aquí el gobernador ha sido muy amable con nosotros… ¡y es republicano!”
A pesar de la opinión de Guzmán, en mayo de 2011, Louisiana aprobó dos leyes de inmigración firmadas por el gobernador Bobby Jindal. Ambas fueron diseñadas para asegurar que los negocios verifiquen que sus empleados estén en el país legalmente. En la misma sesión, se propuso una ley más estricta, pero fue desechada.
La ley de Louisiana no ha obstaculizado el flujo de inmigrantes no autorizados ni a los negocios que los contratan. En 2010, El Pew Hispanic Center calculó que la comunidad de inmigrantes ilegales en el estado contaría con alrededor de 65.000 personas. En contraste, el vecino estado de Mississippi tiene una población de alrededor de 45.000 indocumentados.
Hiberto Apolo es el dueño del negocio de carga para el que trabaja Guzmán. Apolo, originario de Ecuador, vino a Louisiana en busca de trabajo después del huracán Katrina. Hoy, otros vienen a él en busca de una oportunidad similar.
“Muchos han venido y me han dicho: ‘Señor, ¿puede ayudarme a conseguir trabajo? ¿Puede darme empleo? Tengo problemas en Alabama y se supone que me van a deportar’”, declaró Guzmán.
Cerca de una tercera parte de los 13 empleados actuales de Apolo vinieron de Alabama en los últimos meses, y según dice, vendrán más. “En realidad aquí es más tranquilo, eso se ve. Pero en las noticias dicen que todo el mundo tiene miedo de lo que está pasando, así que ¿quién sabe? El miedo puede llegar aquí también”, dice Apolo. “Tal vez también tengamos que irnos de aquí. De momento, damos gracias a Dios de que nos tratan bien”.
Aunque la mayoría de los empleos para los indocumentados están en Nueva Orleans, muchos inmigrantes han decidido establecerse cerca, en Kenner, Louisiana. Muchas zonas de esa ciudad han cambiado de la noche a la mañana. Los latinos son cerca del 25% de la población de Kenner —un aumento de casi el 10% desde antes del Katrina, según datos de la Oficina del Censo de Estados Unidos.
Con el crecimiento llega la adversidad. Jacinta González es la líder del Congreso de Obreros, organización que apoya a los inmigrantes indocumentados. Dice que la ola de sentimientos antiilegales que llevó a la aplicación de leyes rígidas en Arizona está empezando a sentirse en Louisiana. “Creo que muchos residentes quieren que la gente forme parte de la comunidad, pero al parecer la única institución que en verdad los está acogiendo es el sistema de justicia penal”, declaró González. “Vemos cada vez más gente detenida y encarcelada por incidentes menores”.
En el sitio en donde Guzmán y otros obreros pasan el tiempo se siente la tensión. Justo cuando a la escena llegaba un equipo de CNN, el guardia de seguridad de un negocio local los estaba echando. Al día siguiente, una patrulla estaba apostada en un terreno cercano vigilando a los trabajadores.
Hasta ahora, Guzmán se las ha arreglado para no ser arrestado. Dice que es más fácil hacerlo en Louisiana que en Alabama. “En verdad, no entiendo qué razón tienen allá para molestarnos tanto”, declaró. Por ahora, está feliz de no estar en Alabama y le ilusiona ayudar a reconstruir Nueva Orleans. “Muchos ven la ciudad y dicen: ‘Miren qué fea está Nueva Orleans’. Espero que un día la gente comprenda lo hermoso que es esto. Sacaremos adelante esta ciudad con nuestras manos (latinas)”.