Tomar mate — El mate es una importantísima tradición en Argentina. Estas tazas de mate están a la venta en uno de los populares mercados de San Telmo.

Por Verónica Díaz Favela

(CNNMéxico) — Ezequiel Aníbal Trejo, estilista de 35 años, es uno de los argentinos que se ha visto obligado a cambiar recientemente uno de los hábitos más arraigados de ese país. Antes tenía por costumbre tomar varias veces al día mate, la bebida tradicional de la nación sudamericana, pero una súbita subida de precio en abril lo obligó a él y a sus conocidos a recurrir con menos frecuencia al mate, a la bombilla y al termo.

“Ahora se toma mate a la mañana, nada más. Mis amigos ya no lo toman, ahora hay té y café; algo que era normal, ahora es un lujo”, cuenta vía telefónica Ezequiel, quien regresó a Buenos Aires en diciembre pasado tras vivir varios años en el extranjero.

La yerba mate se toma en un pocillo con bombilla donde se coloca la hierba y se le agrega agua tibia de un termo. A principios de abril, el kilo de yerba mate tenía un costo de entre 8 y 11 pesos argentinos (de 1,80 dólares a 2,47 dólares), pero en unos días aumentó hasta un 90%, de acuerdo con datos del Ministerio de Industria.

“Es como si la tortilla se disparara a 60 pesos (4,60 dólares)”, dice Ezequiel, quien vivió varios años en México, para ejemplificar el impacto que tuvo ese aumento.

“Después de comer, tomas mate; te levantas, tomas mate”, dice Ezequiel. “Es una costumbre básica, cultural, social”, dice para explicar la relevancia de esa bebida en Argentina.

El nuevo precio al consumidor fue consecuencia del aumento aprobado por el Ministerio de Agricultura a finales de marzo a la hoja seca, la materia prima con la que se elabora la yerba mate. El kilo de hoja seca pasó de 90 centavos a 1,70 centavos de pesos argentinos para elevar el margen de ganancia de los productores.

En respuesta, los encargados de industrializar la yerba, un paso previo a su comercialización, exigieron un ajuste en las tarifas que ellos manejaban. Casi de inmediato, se registró escasez del producto en las tiendas y aumentó de precio al consumidor.

Los encargados de los almacenes y vendedores escondieron la yerba mate para especular con el precio final del producto, según información del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM).

La subida de precio desató una escalada de reacciones. La presidenta de Argentina, Cristina Fernández, ordenó estabilizar el precio. Un teléfono público fue puesto a disposición de los ciudadanos para que denunciaran a los establecimientos donde se vende la yerba mate a precios excesivos. El Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación amenazó con clausurar estos negocios y los diarios nacionales publicaban crónicas sobre la escasez de la yerba.

“En las góndolas (estantes) había carteles que decían que sólo vendían un paquete por comprador” debido a la escasez, explica vía telefónica desde Buenos Aires, Emilse Magesini, jubilada y ama de casa.

Emilse toma mate una sola vez al día, pero dice que hay familias para quienes su consumo es esencial. Ellas se han visto obligadas a reducir su consumo, asegura.

La yerba mate está incluida en la canasta familiar de ese país junto con otros productos considerados básicos como la leche, el pan, el huevo y el azúcar, de acuerdo con datos del Ministerio de Industria. A una familia de cuatro personas le puede durar una bolsa de un kilo alrededor de un mes, calcula Emilse.

Luego de que el gobierno argentino ordenó castigar a los vendedores que ofrecían precios excesivos, el costo del mate bajó volvió a bajar a finales de abril y quedó con un aumento final de un 30%, de acuerdo con datos de Adelco, una organización civil que registra el aumento en los precios de los productos básicos en Argentina.

Por estos días, el precio del mate ya se estabilizó, comenta Emilse, aunque “en las calles se comenta que (el aumento) es una barbaridad”.

Una familia pobre que no puede comprar leche toma mate con azúcar y lo acompaña con un pan, eso hace su desayuno, explica Arnando Pampillón, fotoperiodista de 57 años, quien consume hasta cinco mates al día.

Entre sus conocidos “se escuchan comentarios de que la hierba está cara”, pero no tienen problemas para comprarla, el problema, dice, es para los más pobres.

“Yo funciono con eso, es como un combustible para el argentino”, dice Arnaldo al explicar por qué ni él ni sus conocidos redujeron el consumo de mate durante los días en que el precio se disparó.

Cada sección del periódico donde labora tiene su propia bolsa de yerba. “Eso pasa en todos los trabajos, en los hospitales, siempre hay un termo y un equipo de mate a disposición”, explica. Hasta ahora “siempre fue un producto barato”.

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