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Por Ali Noorani

Nota del Editor: Ali Noorani es director ejecutivo del Fondo Nacional del Foro de Acción para la Inmigración, una organización con sede en Washington que aboga por el valor de los inmigrantes. Síguelo en Twitter: @anoorani

(CNN) — Un mes después de defender la reforma a la ley de salud, la administración de Obama enfrentó otra vez el problema de la escéptica Suprema Corte de Justicia, esta vez por la inmigración ilegal. Pero desde noviembre, los republicanos bien pueden estar en el lado perdedor de la discusión.

Como lo han reportado tantas veces, los argumentos sobre la ley SB 1070 contra la inmigración ilegal de Arizona empezaron con una interrupción inusual: John Roberts, jefe de justicia, se metió durante los comentarios iniciales de Donald Verrilli, procurador general de los Estados Unidos para preguntar: “¿Ninguna parte de su argumento tiene algo que ver con la elaboración de perfiles raciales o étnicos, o sí?

Pero mientras es difícil predecir el veredicto, la juez Sonia Sotomayor señaló el arduo camino que queda por delante cuando opinó acerca del argumento de la administración: “Pueden notar que no se está vendiendo muy bien”.

Pero para la opinión pública, la ley SB 1070 de Arizona ha agitado al electorado que crece más rápidamente de la nación: los votantes latinos, quienes fueron el 7,4% del total de votantes en el 2008.

Los republicanos están metidos en un gran problema.

Con uno de los consejeros informales de Mitt Romney como coautor de esta ley, aceptada por la gobernadora republicana Jan Brewer, y recomendado por los firmantes de Romney, la SB 1070 es el ‘chicle que se le pega a los zapatos’ de los candidatos republicanos.

Y el presidente Barack Obama lo sabe.

En una entrevista con la revista Rolling Stone, Obama dijo: “No creo que su candidato, de pronto, pueda decir, ‘no quise decir todo lo que dije desde hace seis meses’”.

La parte alucinante es que Romney sabía que al etiquetarse a sí mismo como un agitador antiinmigrante iba a ser un problema en la elección general. Pero en lugar de moderar su acercamiento, como le rogaban los estrategas republicanos, los redobló.

Guiado por Kris Kobach, secretario de estado del estado de Kansas, quien es coautor de la SB 1070, Romney refrendó el concepto de autodeportación de los inmigrantes indocumentados mientras trataba de hablar acerca de las necesidades económicas de la comunidad latina. Fue aún más allá diciendo que pararía las demandas legales en contra de la SB 1070 el primer día de su mandato, seguramente agitando a los miles de votantes latinos de Arizona en el proceso.

Nadie escuchará el mensaje económico de Romney si quiere que las madres de los votantes se autodeporten.

El conocimiento político común sugiere que el candidato republicano necesita al menos el 40% del voto latino para poder ir escogiendo el color de las cortinas en la Casa Blanca. De hecho, los latinos, asiáticos y otros nuevos votantes inmigrantes bien podrían darle el margen de la victoria en Arizona, Colorado, Nevada, Florida, Carolina del Norte y Virginia.

¿Qué tiene que hacer un candidato a la presidencia?

Sin importar la decisión de la Suprema Corte, la campaña de relección de Obama le gustaría creer que la SB 1070 abre las compuertas para la madre de todos los esfuerzos para alejar a los votantes. Pero dirigir una administración que ha detenido y deportado un récord de 1.2 millones de personas, también le ha dado al presidente un déficit de confianza propio.

Obama necesita usar los poderes que se le garantizan para implementar de lleno nuevos lineamientos que prioricen los recursos para hacer cumplir los recursos para la inmigración. La única manera en la que puede compensar la falta de habilidad de los demócratas para cumplir con la reforma migratoria es tomando una acción decisiva y continuar deportando personas que están aquí ilegalmente y que quieren lastimarnos, pero dejar de deportar a los jardineros, las niñeras y a sus familias trabajadoras.

Claramente Romney tiene el reto más grande.

No puede solo sonreír y asentir hasta que el problema se vaya, como lo ha tratado de hacer en reuniones recientes con hispanos en el área de Phoenix. A la pregunta de un expresidente de la Universidad de Arizona acerca de la Ley de Educación de Menores Extranjeros (conocida como DREAM Act), Romney respondió, “Gracias. Lo aprecio, gracias”.

Para ganarse un porcentaje que esté siquiera cerca del de los votantes latinos, Romney debe redirigir la frustración de los ciudadanos con el roto sistema de inmigración, lejos de la SB 1070 y sus réplicas, y unirse con republicanos como Jeb Bush, John McCain y Lindsey Graham, quienes han hecho un llamado a la reforma migratoria que incluya un camino para la ciudadanía para los indocumentados.

Para mayor apoyo político, Romney puede buscar una mayor alianza con la fe conservadora, los líderes empresariales y legislativas trabajando en conjunto a lo largo del país para forjar un nuevo consenso acerca de los inmigrantes en Estados Unidos.

Si los republicanos no pueden apreciar el coraje y la frustración de los nuevos votantes estadounidenses y sus aliados que quieren soluciones de migración pragmáticas, un conflicto diferente, uno de justicia electoral, decidirá su destino este noviembre.

Y no será agradable.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Ali Noorani