Por Justine Lang
(CNN) — Cientos de chozas redondas de color turquesa se esparcen en una serie interminable de aldeas sobre la Provincia Oriental del Cabo, en Sudáfrica, creando un bello paisaje.
Sin embargo, estas aldeas también son hogar de una terrible y devastadora práctica tradicional que destruye las vidas de niños y separa a las familias.
En estas aldeas, niñas tan jóvenes como de 12 años son secuestradas por hombres mayores y forzadas a ‘casarse’. Esta práctica es aceptada como parte de la cultura Xhosa, una etnia sudafricana, y ha continuado desde hace décadas.
La práctica ukuthwala —palabra que se traduce como ‘recoger’ o ‘tomar’— es utilizada para justificar el rapto de las niñas. En muchos casos los padres dan su consentimiento a cambio de un pago por la novia.
Pero una campaña, cuyo objetivo es educar a estas comunidades aisladas sobre la ilegalidad del secuestro y del sexo con menores de edad, parece estar rindiendo frutos.
Nombasa Gxuluwe, nacida en la Provincia Oriental de Cabo, es una trabajadora de campo para la Campaña Mundial de Sida (WAC, por sus siglas en inglés) y se ha dedicado a tratar de detener lo que esencialmente es la compra y venta de novias, muchas de las cuales siguen siendo niñas.
Nombasa y personas de otras organizaciones han pasado horas hablando con los hombres en las aldeas, tratando de hacerlos entender que las reglas son diferentes ahora.
(CNN se comprometió a combatir la esclavitud moderna con el Proyecto Libertad, que agrupa a más de 100 organizaciones antiesclavitud.)
Para muchos, como Timothy Nyawuse, simplemente no había conciencia de que lo que se había estado haciendo estaba mal. “Nos disculpamos por eso, ya que no sabíamos que lo que estábamos haciendo iba contra la ley”, dijo a CNN.
El asunto se complica con una creencia moderna y escalofriante, como explica Nombasa: “Hay un mito de que si te acuestas con una niña que es virgen y como hombre vives con VIH, entonces el VIH puede ser curado. Esa es la razón por la que están enfocándose en las niñas”.
Nombasa dijo que muchos de los secuestradores son hombres mayores, viudos porque sus esposas han muerto de enfermedades relacionadas con el sida. Entonces buscan una “novia virgen” más joven que supuestamente los curará del VIH e invariablemente acaban contagiándola.
Esta práctica tiene origen en la tradición de los matrimonios arreglados, en los que los padres o los más ancianos de las aldeas tienen la decisión final sobre con quién deben casarse las niñas.
Los hombres comienzan a tomar esposas más y más jóvenes y los ancianos de las aldeas, donde no hay electricidad ni agua, no se dan cuenta de lo que el mundo moderno ve.
En el documental, Ukuthwala, Stolen Innocence (Ukuthwala; inocencia robada) realizado por la WAC, una niña que vive en la aldea de Lusikisiki en la Provincia Oriental del Cabo cuenta su historia como víctima de esta práctica.
“Una mujer que era mi vecina me llamó y me preguntó si quería casarme. Dije que no. Dijo que si me negaba me llevarían por la fuerza y me golpearían.
“La noche siguiente, la mujer vino a mi casa y me llevó al río. Había siete personas esperando allí. Me hicieron ir con ellos a la casa donde vivía el hombre. No podía creer que eso estaba pasándome. Que estaba casándome.
“Había un hombre mayor en el cuarto y me dijo, ‘pagué por ti con ganado y te guste o no, eres mi esposa’”.
“Me levantó y me puso en la cama y me desvistió. También se desvistió y trató de forzarme. Peleé con él pero me empujó y abrió mis piernas. Allí fue cuando se acostó conmigo”.
Para aquellas que tienen el coraje de escapar de sus ‘matrimonios’ ilegales hay un lugar para refugiarse: El Centro de Cuidado Palmerton, en Sudáfrica, que está en una iglesia metodista, en Lusikisiki.
Los trabajadores sociales del Centro primero aconsejan a las niñas y luego las ayudan a reintegrarse en la comunidad.
No es un viaje fácil. Muchas han pasado años fuera de la escuela. Algunas viven con VIH y otras son rechazadas por sus familias, acusadas de avergonzarlos por no mantenerse en el matrimonio.
“Las ven como rebeldes, incontrolables, porque no están obedeciendo las reglas de los padres, de la comunidad”, dijo Nombasa.
La Autoridad Nacional Judicial en Sudáfrica está haciendo un esfuerzo en las aldeas para mostrar que estas prácticas son ilegales. Durante el año pasado 11 hombres han sido acusados de secuestro y sexo con menores de edad. Ninguno de los casos ha llegado a la corte todavía.
Aún más prometedor es el hecho de que Nombasa dijo que desde diciembre de 2011, no ha habido ningún caso nuevo reportado. “Parece que estamos ganando”.