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(CNN) – La controversia y la confusión continuaron en Egipto en las primeras horas del lunes, en tanto la poderosa Hermandad Musulmana retó abiertamente a los gobernantes militares de la nación.

El brazo político del grupo islamista alega que hubo un fraude sistemático en la elección presidencial del fin de semana y que su candidato, Mohamed Morsi, derrotó a Ahmed Shafik.

Se había previsto que el domingo sería un día histórico para Egipto, con los votantes participando en el segundo y último día de la segunda vuelta electoral.

El ganador se convertirá en el primer presidente de la nación del norte de África desde Hosni Mubarak, derrocado en una ola de descontento popular en 2011, después de permanecer tres décadas en el poder.

Las interrogantes sobre el tipo de gobierno que encabezaría el nuevo líder, y sobre su nivel de influencia respecto a las fuerzas militares, persisten en Egipto.

El país no tiene constitución ni parlamento, luego de la sentencia de un tribunal que, días antes de la segunda vuelta, invalidó al órgano legislativo dominado por islamistas, que luego fue disuelto rápidamente por las fuerzas militares antes de la elección.

Pero la Hermandad Musulmana, cuyo Partido de la Justicia y la Libertad había ganado la mayoría de los escaños legislativos, se mostró en contra de esa acción.

Mahmoud Ghozlan, un portavoz del grupo islamista, dijo que la medida fue “inconstitucional”. Además anunció que el portavoz parlamentario Mohamed al-Katatni se reunirá el martes con legisladores.

“Este parlamento fue elegido por 30 millones de votantes en un periodo de tres meses, y el poder legislativo fue entregado a las personas elegidas por el pueblo”, dijo Ghozlan. “Es inconstitucional que se disuelva”.

Un recuento inicial de cerca de 500.000 votos –en una nación con más de 50 millones de votantes registrados-, mostró que Mohamed Morsi, de la Hermandad Musulmana, llevaba una ligera ventaja, de acuerdo con resultados en el sitio del diario Al-Ahram, publicados a las 00:30 horas del lunes.

El candidato de la Hermandad tenía cerca de 278.400 votos a su favor, comparados con los 213.700 de Ahmed Shakif, quien se desempeñó como el último primer ministro en los días finales del régimen de Hosni Mubarak.

Sin embargo, todavía no habían sido contabilizados los votos de las localidades metropolitanas más importantes de El Cairo y Alejandría.

El conteo de votos debe terminar el lunes, y los resultados finales serán dados a conocer el jueves.

Los dos días en que se celebró la segunda vuelta iniciaron el sábado, tras llevarse a cabo en mayo una elección en la que no hubo un claro ganador.

El domingo, la participación parecía ser floja en algunas casillas de votación en El Cairo. Algunos electores podrían haberse quedado en casa debido al sofocante calor, dijeron funcionarios al periódico estatal Al-Ahram.

Hasta las 4 p.m del domingo, el 40% de los 50 millones de electores existentes en Egipto había emitido su voto en el país, dijo Farouk Sultan, jefe del Comité de Elecciones Presidenciales de Egipto. El mes pasado, en la primera vuelta de votación, participaron el 46% de los electores.

Las autoridades reportaron pocas irregularidades electorales en la segunda vuelta, dijo Sultan.

La mayoría de las calles de El Cairo estuvieron tranquilas durante la votación, a pesar de lo que muchos egipcios vieron la elección como un movimiento para mantenerse en el poder por parte del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, el cual ha gobernado el país desde que Mubarak salió del poder, en febrero de 2011.

Fuera de la ciudad, en Giza, Mohammed Gamea depositó su voto para Morsi, aún cuando cuestionó si era justa la elección.

“Para empezar, no creo que las elecciones presidenciales egipcias sean justas”, dijo la mañana de este domingo. “El consejo militar, asistido por el comité electoral, hizo todo lo posible para estancar e influir en el proceso, desde descalificar a antiguos candidatos antes de la primera vuelta –por no hablar de las campañas negativas en contra de Morsi- hasta guardar silencio sobre Shafik”.

“A pesar de todo, no creo que haya habido fraude electoral. La boleta determinará qué sigue en Egipto”.

Las boletas egipcias no solo tienen los nombres de los candidatos, sino también sus fotos.

Para proteger el proceso de votación, las autoridades incluso acamparon afuera de las casillas electorales durante la noche. En una casilla designada para mujeres en El Cairo, los guardias durmieron en la puerta.

La Suprema Comisión Electoral Presidencial dio licencia a 53 organizaciones para observar las elecciones, entre ellas a por lo menos tres grupos internacionales: el Centro Carter, con sede en EU; el Instituto Electoral para la Democracia Sostenible en África, con sede en Sudáfrica; y la Red Árabe para la Vigilancia de Elecciones.

Mientras tanto, el movimiento juvenil 6 de abril, el cual estuvo el año pasado detrás de muchas de las protestas en la Plaza Tahrir de El Cairo, informó que 36 integrantes fueron arrestados durante las protestas del sábado, pero que la mayoría fueron puestos en libertad por la noche.

Algunos electores descontentos lanzaron una campaña para invalidar las boletas, dijo Mohamed Ghoneim, fundador de un grupo que marcó “X” en los nombres tanto de Morsi como de Shafik, lo cual anula su voto.

Entre quienes participaron el boicot estaba Mohamed Khamees, quien repartió volantes.

Khamees dijo que perdió la vista en su ojo izquierdo tras ser golpeado por la policía en la Plaza Tahrir durante las protestas de comienzos del 2011.

“Si entrego al país a las manos de la Hermandad, no habrá más Egipto, será destruido”, dijo a CNN. “Y si lo entrego a alguien del viejo sistema, es como si no hubiéramos hecho algo”.

Hay una serie de preguntas acerca de lo que sucederá después de la elección.

Tras la acción de disolver el parlamento, el consejo militar dijo que anunciará una asamblea constituida por 100 personas para redactar una nueva constitución.

Mientras tanto, el consejo militar también dijo que está elaborando una constitución interina que establecerá las atribuciones del nuevo Presidente, acción que no se espera que ocurra hasta después de las elecciones.

Eso es un resultado que resulta incómodo para muchos de los 50 millones de electores egipcios.

La Hermandad Musulmana llamó a un referéndum, y dijo que la disolución del Parlamento es una peligrosa medida tomada por las fuerzas militares.

“Hacemos de nuevo un llamado a un referéndum acerca de la disolución del parlamento y verlo como algo lógico, sobre todo después de que 30 millones de personas acudieron a las urnas por primera vez en su vida y el país gastó más de 3 mil millones de libras egipcias en un proceso electoral transparente”, dijo Mahmoud Ghozlan, vocero de la Hermandad.