Por Catherine E. Shoichet
(CNN) — El tratar las heridas que ha dejado la estrategia contra el narco es un asunto prioritario en la campaña presidencial de México, pero los resultados de las elecciones podrían tener un impacto en ambos lados de la frontera México-Estados Unidos.
Mientras los candidatos de todos los partidos sugieren nuevas estrategias, como la reducción de la violencia y sacar al ejército de las calles, algunos legisladores estadounidenses dicen estar nerviosos de que la cooperación transfronteriza podría disminuir después de que el electorado mexicano elija a su nuevo presidente el 1 de julio.
La semana pasada, un congresista republicano dijo al titular de la Administración de Control de Drogas de EE.UU. (DEA por sus siglas en inglés) que se encontraba preocupado por el “inminente cambio en el poder” en México.
Además, el senador John McCain, republicano por Arizona, dijo en febrero que temía que por lo menos un candidato a la presidencia mexicana no estuviera comprometido a seguir con la campaña de su país en contra el crimen organizado.
Las inquietudes en Washington a medida que se acercan las elecciones en México son un recordatorio de los estrechos lazos que unen a las naciones vecinas. Ambos países comparten miles de millones de dólares en comercio y tienen una frontera que se extiende por casi 2,000 kilómetros. Millones de ciudadanos estadounidenses viajan cada año a México y millones de inmigrantes mexicanos –legales e ilegales– viven en Estados Unidos.
“Casi ningún otro país afecta a Estados Unidos tanto con México en el día a día”, dijo Shannon O’Neil, investigador en estudios latinoamericanos en el Consejo de Relaciones Exteriores.
“Lo que sucede en México es de gran importancia para Estados Unidos”, aseguró.
Durante casi seis años, la estrategia contra el narco en México ha dejado más de 47,500 muertos, ha dominado los debates entre los dos países.
El dar a conocer una ofensiva contra los cárteles y el envío del Ejército a las calles para contribuir a combatir el crimen, estuvieron entre las primeras acciones importantes del presidente Felipe Calderón, tras asumir el cargo en diciembre de 2006.
Estados Unidos expresó su apoyo y ofreció 1,600 millones de dólares para contribuir a la lucha. Los funcionarios estadounidenses han elogiado la creciente cooperación con el gobierno mexicano como un arma clave en la estrategia contra el narco.
Candidatos buscan cambiar la estrategia
En la campaña electoral mexicana de este año, los tres principales candidatos han enfatizado la necesidad de cambiar las estrategias contra el crimen.
El candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador, ha resumido su política de seguridad con un “abrazos, no balazos”.
Inició su campaña con la promesa de retirar las tropas de las calles de México, aunque el mes pasado dijo que las fuerzas armadas permanecerán desplegadas hasta que haya una fuerza policial “capacitada, calificada y moralizada”.
Josefina Vázquez Mota, del oficialista Partido Acción Nacional (PAN) ha tratado de distanciarse de las políticas de Calderón con un eslogan sencillo: “Josefina Diferente”.
“Los resultados se medirán no sólo por los delincuentes capturados, sino por qué tan estables y seguras son las comunidades”, dice la página de internet de su campaña.
Enrique Peña Nieto, del opositor Partido Revolucionario Institucional (PRI) se ha enfocado más en comprometerse a reducir la violencia y menos en la captura de líderes de los cárteles y en el bloqueo de las drogas que llegan a Estados Unidos.
El priista dijo a CNNMexico que las autoridades federales, estatales y locales coordinarían un mejor plan de seguridad bajo su vigilancia.
“Propongo ajustar la estrategia y construir un frente nacional que involucre a los tres niveles de gobierno, centrado en disminuir la violencia en el país”, dijo.
Algunos opositores políticos de Peña Nieto, cuyo partido gobernó México durante más de 70 años hasta el 2000 – cuando el PAN ganó la presidencia – han advertido que podría estar dentro de su agenda el negociar con los cárteles y bandas del narco, acusación que Peña Nieto ha negado en repetidas ocasiones.
Sin embargo, esto no ha terminado con la especulación en ambos lados de la frontera sobre que el negociar con los cárteles –o por lo menos disminuir la presión en su contra– podría estar sobre la mesa.
México y EE.UU. en su mejor momento de cooperación
En una audiencia ante el Congreso la semana pasada, el congresista estadounidense Jim Sensenbrenner dijo que la estrategia contra el narco se acercaba a un “posible cruce de caminos”, haciendo referencia al plan de Peña Nieto y a la historia política de su partido.
“Cuando está en el poder, el PRI minimiza la violencia por hacerse de la vista gorda con los cárteles”, dijo el republicano de Wisconsin, señalando que Peña Nieto “no hace énfasis en detener los cargamentos de droga o en la captura de capos”.
Minutos antes, la titular de la DEA, Michele Leonhart había declarado que desde 2010 México ha extraditado a Estados Unidos a más de 200 sospechosos.
“Sin reserva alguna, podría decir que la cooperación entre Estados Unidos y México se encuentra en un máximo histórico”, dijo.
Sensenbrenner destacó que la estrecha colaboración en equipo podría ser de corta duración.
“Me preocupa que la relación podría caer con el inminente cambio en el poder”, dijo.
Tras esta declaración, el equipo de campaña de Peña Nieto aseguró que él estaba comprometido a combatir el crimen organizado.
“La ley se aplica, nunca se negocia”, dijo su equipo en un comunicado.
No importa quién gane, la elección posiblemente marcará “un cambio de lo que ha sido la estrategia de seguridad entre Estados Unidos y México”, dijo O’Neil, del Consejo de Relaciones Exteriores
Pero el cambio es algo para lo se han preparado los funcionarios estadounidenses que trabajan con México, dijo.
Robert Pastor, director del Centro de Estudios de América del Norte en la Universidad Americana, en Washington, comentó que un cambio en el liderazgo presidencial dará a las autoridades mexicanas la oportunidad de tener en cuenta nuevos enfoques para hacer frente a la violencia del narcotráfico y otros asuntos que afectan a los Estados Unidos, como las políticas económicas y energéticas.
“Entre los tres candidatos y los predecesores, habrá una oportunidad para reflexionar sobre lo que funcionó y lo que no funcionó, y tal vez, acerca de la manera en que las cosas deben cambiar”, señaló.
Las inquietudes de algunos legisladores estadounidenses sobre un cambio en la estrategia contra el narco son exageradas, dijo.
“Los tres principales candidatos se han comprometido a luchar contra el narcotráfico y reducir la violencia”, dijo Pastor. “Los tres están muy comprometidos a trabajar con Estados Unidos”.
Eso en sí mismo es un notable cambio respecto de las últimas elecciones, cuando las relaciones transfronterizas serían más amables o ríspidas dependiendo de quién ganara las elecciones presidenciales, según Andrew Seele, director del Instituto México en el Centro Internacional Woodrow Wilson.
“La relación entre Estados Unidos y México ha madurado hasta el punto en que los cambios en materia de partido y personas importan menos que lo que solían importar”, dijo.
“Este es un país que tiene una gran importancia para Estados Unidos, y quizá, por primera vez, lo que ocurra en las elecciones no cambiará en mucho (esa relación).
CNNMéxico.com contribuyó a este reporte.