Por: Ian Kerner
Ian Kerner es consejero sexual y autor de best sellers del New York Times, escribe un blog semanal de sexo en The Chart, lee más de él en su sitio web, GoodInBed.
¿Es real la adicción al sexo? O será que “¿Es un fenómeno psicológico pop que solo sirve para satanizarlo, reforzar los puntos morales sobre las relaciones y perdonar comportamientos irresponsables?”
Esas son las palabras que emplea en su teoría el psicólogo David Ley, quien en su nuevo libro “El Mito de la Adicción al Sexo”, expresa su preocupación por la facilidad con la que los principales medios de comunicación estadounidenses han conspirado, aparentemente, para transformar un diagnóstico debatible en una conclusión anticipada.
“Hay peligros reales inherentes al concepto de adicción sexual”, escribió Ley. “Creo que para el campo del cuidado de la salud, medicina, y salud mental, el apoyar y tomar como objeto un concepto defectuoso crea otro significado peligrosamente cercano al relativismo moral, donde cualquier comportamiento socialmente inaceptable es etiquetado como un disturbio mental sujeto a tratamiento psicológico”. Ley tiene una idea: mientras muchos ubican a la adicción sexual en la misma categoría que otras adicciones, esta no es reconocida como tal por la Asociación Psiquiátrica Americana de Diagnóstico y Manual Estadístico de Desórdenes Mentales. Como sostiene Ley, “el sexo no tiene tolerancia o efectos de abstinencia. Nadie ha muerto por no haber podido tener sexo, nadie ha tenido una sobredosis de sexo”.
¿Pero será que Ley va demasiado lejos cuando afirma que la mayoría de los hombres que entran al tratamiento de adicción sexual lo hacen porque tienen problemas con sus esposas por infidelidad?
No es de sorprenderse que varios dentro de la comunidad de la salud mental tengan problemas con las afirmaciones de Ley.
“He tenido a decenas de pacientes que, cada mes, se sientan en mi oficina y se ponen a llorar, tristes y desesperados, porque no pueden evitar irse con prostitutas hombres o mujeres, o porque no pueden dejar de masturbarse, o porque los ligues en los bares se están haciendo más peligrosos y menos atractivos”, dice el doctor Tammy Nelson, psicoterapeuta notable y autor de “Cómo obtener el sexo que quieres”. “¿Serán adictos sexuales estos hombres y mujeres?”
Muchos profesionales experimentados dirían que si.
El Dr. Joe Kort, terapeuta sexual y de relaciones, ofrece algunos detalles esenciales sobre la adicción, explicando que los síntomas principales son la pérdida de control, intentos fallidos para controlar el comportamiento sexual no deseado y un patrón de consecuencias negativas como ansiedad, depresión, problemas legales, enfermedades de transmisión sexual y problemas en una relación.
Según su visión, la adicción sexual es un problema real, y tiene problemas con la afirmación que dice que “los mismos adicciónologos sexuales son verdaderos creyentes y lo poco que diga hará algún cambio en su sistema de creencias arraigado tanto en su retórica como en su pseudociencia”.
“Soy un terapeuta certificado con el CSAT de adicciones sexuales”, rebate Kort, “y estos terapeutas toman muy en serio el ayudar a la gente con su sufrimiento sexual, y están muy dedicados a utilizar tratamientos de alto nivel”.
Muchos hombres se refugian en este diagnóstico como una manera de explicar su mal comportamiento.
Jonathan Alpert, psicoterapeuta y autor del libro “Be Fearless: Change Your Life in 28 Days” establece que “he tenido cada vez más y más hombres que llegan a verme convencidos de que son adictos sexuales. Esto es alimentado en gran parte por los medios, por lo que se ha convertido en el diagnóstico de moda. Muchísimas veces lo usan como excusa por haberle sido infiel a su pareja. El hecho es que un acto de engaño no los convierte en adictos sexuales, los convierte en infieles”.
Edward Ratush, terapeuta de las adicciones, acepta que las adicciones sexuales han sido sobrediagnosticadas. Pero para el caso, también lo han hecho con la depresión. Eso no significa que el problema puede ser muy real.
“Sí, realmente creo que es posible ser adicto al sexo,” dice. “Necesitarlo aunque no lo desees, perseguirlo por sobre el costo de tu salud, tu felicidad, tus relaciones y tu carrera”.
Gail Saltz, psiquiatra, va aún más allá diciendo que la adicción sexual “puede ser compatible con diferentes diagnósticos: OCD, trastorno bipolar, diferentes trastornos de personalidad, etc.
El objetivo es hacerle ver al paciente el costo y tratar el diagnóstico y el propio síntoma. Lo más importante es evitar tener esta ‘etiqueta’ como algún tipo de absolución de irresponsabilidad. La responsabilidad es recibir tratamiento y de dejar de ser destructivo contigo mismo y con los demás.
Entonces ¿La adicción sexual es real? ¿Es un diagnóstico, un síntoma, una excusa pobre para un mal comportamiento? A pesar del adulterio de algunos actores de Hollywood y políticos, tal vez, al final, la etiqueta en sí no es lo importante.
“Como decidamos llamarle a esta cosa, ‘adicción sexual’, ‘comportamiento sexual compulsivo’, ‘comportamiento sexual fuera de control’, o ‘hipersexualidad’, sí existe”, dice Russell Stambaugh, notable terapeuta sexual.
“Puede destruir vidas y es extremadamente sobrediagnosticado y amenaza con marginar aún más la sexualidad en general y a las minorías sexuales en particular. No es negativo para la sexualidad reconocer que a veces causa daño”.
Ley ha dado pie a una discusión con su punto de vista y espero que el debate continúe. ¿Qué piensas? ¿La adicción sexual es un mito o es real?