La presidenta Dilma Rousseff fue una de las víctimas de la dictadura.

Por Shasta Darlington

Sao Paolo (CNN) — Tras años esforzándose para olvidar el pasado, Brasil creó una comisión de la verdad que investigará los crímenes cometidos durante una dolorosa etapa de la historia brasileña conocida como guerra sucia.

Cientos de personas desaparecieron o fueron asesinadas a lo largo de los 20 años de la dictadura militar que terminó en 1985. Entre las cerca de 9,000 personas que fueron encarceladas y torturadas, se encontraba una joven que pertenecía a la guerrilla de izquierda: Dilma Rousseff, la actual presidenta de Brasil.

Rousseff inauguró la comisión en mayo y aquel día en Brasilia dijo: “Brasil merece saber la verdad. Las nuevas generaciones merecen saber la verdad. Principalmente, quienes perdieron a sus amigos y familiares, y que aún sufren, merecen la verdad”, dijo, conteniendo el llanto.

Durante la dictadura se promulgó una ley de amnistía general, que implica que la comisión no podrá enjuiciar a nadie. Sin embargo, algunos brasileños esperan que se dé el primer paso para lograr la derogación de dicha ley como ha ocurrido en Argentina y Uruguay. Las víctimas de tortura han peleado incansablemente para cambiar dicha norma.

Amelia Teles fue encarcelada en 1972 junto con su marido en una estación de policía en Sao Paulo, conocido centro de tortura al que llamaban OBAN. “Me encontraba en la celda ‘X6’”, relató Teles mientras caminaba por la hoy reformada estación de policía. “Si no recuerdo mal, fui torturada durante 15 días”. Teles y su esposo eran militantes del clandestino Partido Comunista. “Cuando (mis hijos) me vieron, me preguntaron: ‘Mamá, ¿por qué papá está verde y tú azul?’ Miré mi cuerpo y me di cuenta de que estaba completamente amoratada”, recordó que le dijeron sus hijos entonces, de cuatro y cinco años.

En las habitaciones del segundo piso, la intentaron ahogar en agua y la sometieron a descargas eléctricas. “Pasé días sin esperanzas de sobrevivir, pero el hecho de que pueda venir aquí y no ser encarcelada… Es un logro, es una victoria política”.

Los siete miembros de la comisión de la verdad tienen un plazo de dos años para investigar las violaciones de los derechos humanos. Contarán con un acceso sin precedentes a los antiguos prisioneros, líderes militares y archivos.

Paulo Sergio Pinheiro, uno de los comisionados y exdiplomático ante las Naciones Unidas, dijo que el grupo espera revelar información que ha permanecido oculta durante 27 años. “Tratamos de reconstruir la cadena de mando por la que se transmitieron las órdenes de matar o torturar”, declaró Pinheiro, “cosa que no está clara hasta el momento”.

El gobierno ha tenido que enfrentarse a la hostilidad absoluta de los altos mandos militares retirados; la comisión considera la posibilidad de que algunos archivos hayan sido destruidos. No obstante, Pinheiro confía en que la comisión ayudará a que Brasil se reconcilie con su pasado y con el legado de impunidad que rige en algunas instituciones. “Existen prácticas que aplican algunos agentes federales, como la tortura o las ejecuciones sumarias, que deben ser erradicadas”, señaló. “Los informes y el trabajo de la comisión ayudarán a lidiar con este terrible legado”.

Muchos brasileños concuerdan con que exponer la verdad será una manera de obtener justicia.

Ivo Herzog tenía nueve años cuando su padre, editor jefe de una televisora, fue asesinado en la cárcel. Los oficiales militares dijeron que se había suicidado. Herzog sostiene que su padre, Vladimir Herzog, fue torturado y asesinado, teoría que ha hallado fundamento en los archivos.

Herzog dijo que no está interesado en la venganza, sino que se sepa quiénes fueron los culpables. “Para que la sociedad los considere responsables. Eso es lo más importante”, dijo.

Cada vez más brasileños se unen a esa demanda. Un grupo de activistas jóvenes ha empezado a organizar protestas afuera de los hogares de algunos ex líderes militares para exponerlos ante sus vecinos y la sociedad en general. “Esta gente se da la gran vida como si nada hubiera pasado; quiero que sean repudiados”, dijo Herzog. “Ese es mi mayor anhelo”.