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Por Julian Zelizer

Nota del Editor: Julian Zelizer es profesor de historia y asuntos públicos en la Universidad de Princeton. Es autor de Jimmy Carter y del nuevo libro Gobernando Estados Unidos.

(CNN) — Mitt Romney ha tomado por sorpresa a muchas personas al anunciar que su compañero de fórmula a la vicepresidencia será el representante por Wisconsin, Paul Ryan. La decisión emociona a muchos conservadores que han pedido a Romney ir a lo grande, y creen que Ryan inyectará algo de acción a una campaña que sienten mediocre y que pondrá la atención en las diferencias políticas existentes entre Romney y el presidente Obama.

El riesgo principal con Ryan, de lo que actualmente sabemos sobre él, es que su polémico plan de presupuesto y su línea dura sobre el Medicare podrían energizar a los liberales y alejar a los electores viejos en estados clave como Florida. También carece de experiencia en política exterior y ha pasado la mayor parte de su carrera en la ciudad que los conservadores odian, Washington. En las últimas décadas, no es muy bueno el historial de los compañeros de fórmula hacia la vicepresidencia que han surgido de la Cámara.

El riesgo de hacer una mala elección a la vicepresidencia fue evidenciado en 2008, con la elección del senador John McCain de la gobernadora de Alaska, Sarah Palin, una decisión que muchos creen ayudó a estropear al candidato republicano. Palin batalló ante los medios, luciendo sin experiencia y sin preparación para ocupar la Oficina Oval. También utilizó una agresiva retórica conservadora que echó abajo el posible atractivo de McCain con los independientes.

Pero a pesar de todo lo que se dice sobre lo que puede estar mal con los nominados a la vicepresidencia, es importante recordar cuántas de estas selecciones han sido positivas. Con frecuencia, los compañeros de fórmula para la vicepresidencia han demostrado ser excelentes en la campaña electoral, compensando las debilidades del candidato presidencial, también desempeñado el papel de perro de ataque y han complementado las fortalezas.

En 1952, el general Dwight Eisenhower estaba decidido a mantenerse por encima del desgaste partidista. Quería una campaña que resaltara su historial militar, mientras Estados Unidos estaba empantanado militarmente en Corea. El senador republicano por California, Richard Nixon, fungió como un eficaz perro de ataque, arremetiendo contra el demócrata Adlai Stevenson por ser demasiado débil en la lucha contra el comunismo, apodándole Adlai el apaciguador, y diciendo las cosas que Eisenhower evitaba comentar por sí mismo.

A pesar de un escándalo relacionado con un fondo de financiamiento que mantuvo Nixon como senador y que casi lo llevó a ser borrado de la lista, revirtió la situación contra los demócratas al aparecer en televisión y dar su famoso discurso Checkers Speech, a través del cual puso a favor la simpatía de la gente. Después de escuchar el discurso, Eisenhower se reunió con Nixon y le dijo: “Dick, eres mi chico”.

Unos años después, Nixon fue víctima de una buena selección a la vicepresidencia cuando se postuló para ser presidente en contra de John F. Kennedy, en 1960. A pesar de que no gustaba a muchos liberales, el exlíder de mayoría en el Senado, Lyndon Johnson, dio a los demócratas un gran atractivo en los estados del sur y también contribuyó a dotar de un impresionante nivel de pericia de Washington a la fórmula.

En 1968, Nixon seleccionó al gobernador de Maryland, Spiro Agnew, quien fue objeto de burla para sus oponentes por ser un político poco conocido y metidas de pata e insultos por motivos étnicos. Sin embargo, Agnew contribuyó al triunfo de Nixon, simultáneamente, por atraer al centro, dado su moderado historial como gobernador en la mayoría de las áreas de política, y a los sureños, debido a su cada vez más dura línea en temas raciales, tales como el transporte escolar y de orden público. Como Nixon en 1952, Agnew fungió como el perro de ataque y permitió que Nixon, quien había pasado de ser un definidor de la Guerra Fría a un experto en política exterior, mantuviera su nueva imagen.

En 1976, el senador por Minnesota, Walter Mondale, llamó a los demócratas tradicionales, como los sindicatos y los afroestadounidenses, quienes desconfiaban de Jimmy Carter, un sureño desconocido que no parecía simpatizar con las ideas centrales del partido. Cuando Carter compitió contra Ronald Reagan en 1980, George H.W. Bush le dio a la fórmula republicana una gran pericia en materia de política exterior y una gran experiencia en Washington, lo cual ayudó a Reagan a reponerse en contra de las críticas acerca de que no era más que un actor mediano de Hollywood que sería incapaz de funcionar en los pasillos de Washington.

El senador por Tennessee, Al Gore, resultó ser un perfecto compañero de fórmula para Bill Clinton en 1992. Clinton quería dar la impresión de que los demócratas ya no eran el viejo partido de “impuestos y gastos” a los que los republicanos había disfrutado atacar. Clinton era sureño y parte de una nueva generación de demócratas. Gore, centrista de línea dura que estaba de acuerdo con Clinton, complementó el mensaje del partido.

Juntos, Clinton y Gore contrarrestaron la habilidad del presidente George W. Bush, y después, en 1996, la del senador Bob Dole, aprovechándose de los temas de campaña familiares de los republicanos. Tan solo la imagen de los dos hombres jóvenes y de sus familias generó entusiasmo entre los electores.

En el 2000, George W. Bush sorprendió a muchos observadores cuando eligió al exsecretario de Defensa, Dick Cheney, quien encabezaba el proceso de selección vicepresidencial, como su compañero de fórmula. Cheney no hizo mucho en la campaña electoral, pero sí proporcionó un historial de gran experiencia en Washington, lo cual contrarrestó las acusaciones demócratas de que Bush era un novato que carecía de seriedad. En 2004, Cheney arremetería contra el compañero de fórmula del senador John Kerry, el senador John Edwards, haciendo ver al demócrata en un debate como alguien demasiado joven e inexperto.

En 2008, el senador Barack Obama, que ya tenía el viento a su favor, tomó algo de riesgo con el senador Joe Biden, quien era conocido por sus declaraciones improvisadas y sus meteduras de pata. Pero Biden añadió valor a la fórmula, compensando la percibida inexperiencia de Obama y demostró disposición para participar en los duros ataques partidistas a los que Obama rehuyó.

Es posible que Ryan pueda ayudar a Mitt Romney en los próximos meses, y podría utilizar el empuje, ya que está 7 puntos por detrás de Obama, según la encuesta más reciente de CNN.

Si el papel principal de Ryan es el de ser el mensajero ideológico de la campaña o el de convertirse en la principal atracción, probablemente no será efectivo. Con base en la historia, y en la limitada asistencia que los candidatos a la vicepresidencia pueden ofrecer, lo que Romney necesita es que Ryan fortalezca su mensaje central, a saber que él tiene más experiencia en materia económica que el presidente Obama, para convencer a la derecha y a los republicanos del medio oeste de que Romney sería un buen presidente y que podría participar en los duros tipos de ataques que los conservadores piden que se den, ese tipo de ataques ante los que el vicepresidente Biden ha demostrado ser muy hábil en su manejo con los demócratas.

Algo más posiblemente no funcione, algo menos será un fracaso.

Las opiniones expresadas en este comentario son solamente las de Julian Zelizer