Charles Hernández, de 49 años, da crédito a su perro por haberle ayudado a controlar su problema de estrés postraumático.

(CNN) — Su nombre es Valor, es mitad labrador retriever, mitad gran danés y va a todas partes con el sargento Charles Hernández. Pero Valor es mucho más que una mascota: Hernández lo considera su médico personal.

Cuando Hernández tenía convulsiones, Valor mordisqueaba su pierna mucho antes de que él supiera que algo malo pasaba. El perro lo saca de conflictos y brinca sobre él durante sus ataques de ansiedad para calmarlo. Junto con sus medicamentos, Hernández dice que el perro lo ha ayudado con sus síntomas producto de un trastorno de estrés postraumático.

“Estoy vivo nuevamente”, dice Hernández, de 49 años, quien vive en el Bronx, Nueva York, y que ahora está retirado de la Guardia Nacional de Estados Unidos. “Lo que me hace continuar es mi perro”.

Cada vez un mayor número de estadounidenses están comprando perros por necesidades de salud mental, dicen los expertos. En el caso de animales como Valor, utilizados para servicios psiquiátricos, los perros son entrenados específicamente para ayudar a las personas con padecimientos mentales de forma similar a como se les entrena a los perros para ayudar a los ciegos.

El trastorno de estrés postraumático (PTSD, por sus siglas en inglés) que padecen los militares veteranos es una de las razones más importantes para el incremento en la demanda de este tipo de perros, dijo John Ensminger, abogado de Nueva York y autor de Service and Therapy Dogs in American Society (Perros para Servicio y Terapia dentro de la Sociedad Estadounidense).

A diferencia de los perros guía destinados a personas con discapacidades físicas más obvias, existe un área gris muy extensa sobre a quién se le puede asignar un perro para que lo acompañe a todos lados —desde restaurantes y tiendas hasta aviones—donde frecuentemente los perros no son admitidos.

Por qué la gente recibe perros como apoyo psiquiátrico

Existe suficiente evidencia de que para algunas personas interactuar con mascotas les produce cambios bioquímicos en el cerebro, dice Hal Herzog, profesor de psicología en la Universidad del Oeste de Carolina.

“En cierto modo, todos podríamos utilizar un servicio psiquiátrico o un perro terapéutico debido a la increíble cantidad de estrés a la que estamos sometidos”, dice el psiquiatra Carole Lieberman, autor de Coping with Terrorism: Dreams Interrupted (Afrontando el Terrorismo: los Sueños Interrumpidos).

El cuidar a una mascota ayuda a las personas a sentirse menos asustadas, más autosuficientes y seguras. Los hace poner menos atención sobre sus propios miedos, dijo. Al ser dueños de una mascota, puedes “probarte a ti mismo que puedes cuidar de otra criatura viviente (…) Te asegura que puedes cuidar de ti mismo”.

Han surgido diversas categorías de perros que proveen cuidados a las personas con problemas de salud mental, como describe la organización estadounidense Heeling Allies:

La primera categoría está integrada por los perros que ofrecen servicios psiquiátricos, (como Valor). Estos son perros entrenados de forma individual e intensa para aquellas personas con discapacidades mentales. La Sociedad de Perros de Servicio Psiquiátrico posee mucha información sobre estos perros y cómo se les puede entrenar.

Luego vienen los perros de apoyo emocional, quienes proveen consuelo y motivación a las personas con discapacidades. Estos perros pueden abordar aviones y vivir en casas en donde usualmente no serían aceptados, si se cuenta con la documentación correspondiente.

Finalmente están los perros para terapia, los cuales ayudan a un grupo grande de personas. Por ejemplo, Chloe, el perro de Esminger, a quien lleva a los hospitales para confortar a los pacientes.

Uno de los pacientes de Lieberman es una mujer que está bajo mucho estrés debido a que su casa fue embargada. También enfrenta una demanda y una contrademanda sobre la potencial pérdida de su propiedad multimillonaria, dijo Lieberman.

La mujer debe de viajar mucho ya que sus hijos viven al otro lado del país, y su estado mental es tal que algunas veces no puede ni salir de la cama. En este caso, Lieberman compara al perro con una manta de bebé: evocan sentimientos de confort y de ser cuidado. “Le hace recordar aquellos tiempos menos traumáticos”, dijo. “Es una conexión con el pasado”.

Hernández se unió a la Guardia Nacional en 1996 y fue uno de los primeros en responder al llamado en la zona cero el 11 de septiembre de 2001. Fue enviado a Iraq de 2004 a 2006.

Mientras estuvo en Iraq, Hernández sufrió una herida en la médula espinal que limitó su habilidad para caminar además de una traumática herida en el cerebro. También cambió por dentro. Se volvió violento y agitado; tenía pesadillas, pensamientos y sueños incómodos.

“No todas las heridas son visibles”, dijo. “Es así como se lo explico a las personas”.

Hernández recibió un perro de servicio en 2010 a través del Proyecto HEAL, que forma parte de ECAD, una organización que entrena y cría perros de asistencia. El Proyecto HEAL otorga un perro de servicio a veteranos con trastornos de estrés post traumático. Hernández aún es voluntario del Proyecto HEAL.

“Él sabe si algo anda mal y yo no puedo descifrarlo”, dijo Hernández.

Paul Aragon, un veterano retirado de 29 años también padece de trastorno de estrés postraumático, pero su único tratamiento es su perro. Aragón obtuvo a su perra, Zoey, en octubre, cuando su medicamento dejó de hacer efecto. Zoey “me mantiene calmado”, dice.

Aragón, quien estudia mecánica de motocicletas en el Instituto Técnico Universal de Orlando, lleva a Zoey a todas partes: a cenar, al cine, en viajes en avión, incluso a la escuela algunas veces.

Pero no todos reconocen a los perros ayuda legítima. Hernández y Aragon han tenido incidentes en donde las personas han cuestionado que traigan a un perro a lugares públicos. Hernández incluso interpuso una demanda el año pasado, alegando que fue echado de un restaurante de comida rápida debido a su perro. La disputa se resolvió fuera de la corte.

En sus estipulaciones para implementar la enmienda sobre personas con discapacidades, el Departamento de Justicia estadounidense define a los animales de servicio como “perros que son entrenados individualmente para llevar a cabo el trabajo o realizar tareas en lugar de esas personas con discapacidades”. Esto puede incluir el alertar y proteger a una persona que está sufriendo una convulsión, recordarle a una persona con una enfermedad mental tomar sus medicamentos, calmar a una persona con trastorno de estrés postraumático durante un ataque de ansiedad, o llevar a cabo otras tareas. Las estipulaciones dictaminan que aquellos perros cuya única función sea la de proveer confort o apoyo emocional no califican como animales de servicio.

La otra cara

Aunque algunas personas tratan de entrenar a sus perros por ellos mismos, esta decisión frecuentemente falla ya que se requiere de mucha experiencia para elegir al perro indicado, entrenarlo, y desarrollar una relación entre el perro y la persona, dice Darcie Boltz, directora ejecutiva de Heeling Allies.

Se requiere de un perro con un temperamento único para ser efectivo en este trabajo, y pueden presentarse problemas de bienestar animal cuando se selecciona o entrena erróneamente a un perro para que se convierta en un perro para servicio psiquiátrico, dijo Boltz.

Lieberman recomienda a sus pacientes que los perros lleven cierto tipo de chaqueta que los identifique y que así no exista tanto estigma y confusión cuando se le lleve a los lugares en los que usualmente no son admitidos.

Y no olvidemos el bienestar de los animales, dice Lori Marino, profesora de psicología en la Universidad de Emory. Mientras que para algunos es benéfico, existe la preocupación que los mismos animales puedan sufrir emocionalmente. Cuando los perros son llevados con personas deprimidas y ansiosas, el animal pude tornarse ansioso y deprimido

Marino ha trabajado con un albergue de perros sin hogar, evaluando si algunos prospectos a dueños son una buena pareja para algunos perros. Hay veces en las que un prospecto a dueño dice “quiero a este perro porque estoy deprimido y necesito algo que me anime”, dijo Marino.

“Siempre le deniego la petición a esas personas. No es justo para el perro el ir a una casa que no es emocionalmente saludable”, dijo. Un perro “no debería ser utilizado como medicamento”.

Pero para gente como Hernández y Aragón, los perros son una medicina que mantiene bajo control su trastorno de estrés postraumático. Hernández se ha convertido en un ávido defensor de los perros de servicio.

“El perro me ha enseñado cómo ser humilde, cómo tener estabilidad y a tener paciencia”, dijo Hernández.