(CNN) — Tomar el elemento diabólico de uno de los animales más emblemáticos, pero en peligro de extinción de Australia podría salvarlos de la extinción.
Evolucionar a ser menos agresivo podría ser la mejor esperanza para salvar al demonio de Tasmania, sugieren los científicos de la Universidad de Tasmania, en un nuevo estudio.
La especie se encuentra en peligro de extinción por la Enfermedad del Tumor Facial del Demonio (DFTD), un cáncer contagioso que se transmite por animales que se muerden unos a otros. Se cree que el cáncer ha eliminado más del 60% de los animales desde que se descubrió por primera vez en 1996.
Mientras que la mayoría de animales son solitarios, ellos socializan y se conocen regularmente, ya sea durante el apareamiento, cuando establecen jerarquías sociales, o cuando se alimentan alrededor de las canales. En todas las ocasiones se muerden unos a otros.
Sin embargo, el reciente estudio dirigido por Rodrigo Hamede, publicado en el diario de la Sociedad Británica de Ecología Animal, condujo al sorprendente descubrimiento de que cuando un demonio de Tasmania es mordido, lo más probable es que se infecte con el cáncer.
“Nuestros resultados establecen que los demonios con picaduras son más propensos a desarrollar el cáncer facial, fueron muy sorprendentes y contraintuitivos”, dijo.
“En la mayoría, en las enfermedades infecciosas son llamados superpropagadores a unos pocos individuos responsables de la mayor parte de la transmisión. Pero encontramos que los demonios más agresivos, en lugar de ser superpropagadores son superreceptores”.
Durante un período de cuatro años, Hamede y su equipo de investigación estudiaron al animal en dos localidades en Tasmania y descubrieron que la mayoría de los tumores que se encuentran en los demonios de Tasmania se encuentran en la boca.
“Esto significa que los demonios más agresivos no son mordidos con tanta frecuencia, pero si ellos muerden se infectan”, explicó Hamede.
Actualmente no existe una vacuna o tratamiento para el cáncer facial del demonio y una vez infectados no viven mucho más de seis meses.
Uno de los sitios de estudio, West Pencil Pine, en el oeste de Tasmania, fue menos afectado por la enfermedad, lo que lleva a Hamede a sentirse esperanzado de que la investigación podría ayudar a la supervivencia de la especie.
“En primer lugar, es necesario explorar las diferencias genéticas que podrían reducir el impacto del cáncer facial del demonio en la población de West Pencil Pine”, dijo Hamede.
“En segundo lugar, necesitamos datos más detallados sobre el comportamiento de demonio para definirlos “tímido” o “atrevidos”. Entonces podríamos utilizar esta información para desarrollar una estrategia de manejo para reducir la propagación de la enfermedad al aumentar la selección natural de los menos agresivos, y por lo tanto los demonios más resistentes”.