Las fotos de viaje de "Tom Tom" están llenas de energía y entusiasmo. Aquí hace uno de sus clásicas poses frente a la NASA.

(CNN) — Bernice Radle no se queda quieta.

Tan solo en este año, la consultora de sustentabilidad que vive en Buffalo ha viajado por trabajo o placer a Boston, Nueva York, Nantucket, Baltimore, Providence, Los Ángeles, Toronto, Montreal y por todo Nuevo Hampshire.

Y lo sabrías si hubieses seguido sus viajes a través de Instagram, Facebook, Tumblr, Twitter, Flickr o a través de su blog.

“Creo que el compartir las fotos de mis viajes a través de las redes sociales es una manera de influenciar a mis amigos y a mis seguidores a que conozcan las ciudades, el arte público y los espacios urbanos”, dice Radle, de 26 años.

Los viajeros ya no tienen que esperar a revelar o imprimir fotos y diapositivas para poder armar álbumes o presentaciones para entretener (o aburrir) a sus familiares y amigos. Utilizando una gran variedad de redes sociales, pueden publicar aspectos interesantes de sus vacaciones mientras viajan, documentar cada una de las comidas y quejarse sobre los errores cometidos por el hotel o las aerolíneas a tiempo para que las empresas puedan corregirlos.

Pero todas esas incesantes publicaciones hacen que surjan algunas preguntas: ¿Tus amigos y (aceptémoslo, conocidos a los que apenas ves en persona) desean vacacionar virtualmente contigo? ¿Acaso estás perdiéndote de la experiencia por estar jugando con tu teléfono?

La tecnología fomenta que exista una sobrecarga de fotos

Algunos pueden sobrepasarse, dice Wei Tchou, una estudiante graduada de Brooklyn que jura que a ella sí le agradan las fotos de sus amigos sobre sus vacaciones. Al menos aquellas fotos en donde aparecen sus amigos.

“Todas las fotos de paisajes rápidamente comienzan a parecerse entre sí”, escribió Tchou. “Pronto comienzas a preguntarte si estás dándole vueltas a la misma foto o si realmente hay, ya sabes, 500 fotografías de la misma playa en Hilton Head al atardecer”.

Ahora que es tan fácil fotografiar y publicar en las redes sociales, los viajeros pueden tomar un número ilimitado de fotos y publicar 200 o 300 fotos de sus viajes, dice Joanne Cantor, profesora emérita de comunicación en la Universidad de Madison en Wisconsin.

“Nadie quiere ver esa cantidad de fotos para concluir que solo algunas son buenas”, dijo. “No nos estamos editando de la manera en la que solíamos hacerlo”.

En qué momento se torna en fanfarronería

Un mensaje especial para aquellas personas que comparten sus vacaciones a través de Facebook: tus hijos realmente se ven hermosos construyendo un castillo de arena y esa olla de paella se ve deliciosa. Pero tus amigos y familiares saben que no están en esa playa vacacionando junto a ti.

A Dara Frize, una usuaria ocasional de Facebook que es conocida por publicar algunas fotos de sus vacaciones, le gusta ver las de sus amigos, pero considera que un gran número de ellas son para fanfarronear.

“Considero que es una forma evidente de alardear”, dijo Frize, madre de tres hijos, quien vive en Orange County, California. “Si tienes una vida genial, entonces todos tus amigos ‘saben’ que tienes una vida genial. No necesitas publicarlo, a menos que utilices Facebook como una forma de publicitarte, en cuyo caso ¿no se trataría un poco de una actitud de fanfarrón?

Saber administrar la imagen no es nada nuevo

A principios del siglo 20 la gente era mucho más reservada sobre lo que transmitía a través de las fotos familiares, ya que esas sesiones fotográficas se daban en ocasiones especiales, dice Marvin Heiferman, profesor de fotografía en la Escuela de Artes Visuales de Nueva York y autor de “Photography Changes Everything” (La Fotografía lo Cambia Todo). Recoge noticias sobre cultura visual en Twitter en su cuenta @WHYWELOOK.

“Conforme avanzaba el siglo 20, y la fotografía era cada vez más difundida, las imágenes en los anuncios, en las películas y en los medios adoptaron diferentes valores, un sentido de euforia, y enfatizaron la necesidad de proyectar una personalidad positiva”, dijo. “La gente quería que la vieran feliz y exitosa a  través de las fotos”.

Detenerse para ver el volcán

El iReportero Thomas Thomas Jr. definitivamente transmite felicidad en sus publicaciones de internet. Conocido entre sus amigos por sus fotografías alrededor del mundo, donde aparece parado de cabeza, el consultor de Staten Island en Nueva York desea experimentar la realidad de su viaje, que asegura es mejor que la realidad virtual que presenta en sus publicaciones.

“Viajar con amigos hace que construyas memorias de por vida, y esas memorias no es necesario publicarlas inmediatamente”, escribió Thomas, de 37 años.

“Definitivamente he estado en cenas en donde miro alrededor y todos en la mesa están haciendo algo con sus teléfonos, es entonces cuando digo ‘¡Estamos sentados junto a un volcán! ¡Después podrán actualizar su estado!’. Debes  disfrutar el momento viviéndolo realmente”.

Quitando un paso

Vacacionar exclusivamente a través de tu cámara puede eliminar la verdadera experiencia, dice Cantor, profesora de comunicación.

“Si los padres con frecuencia están contestando mensajes del trabajo y se encuentran parcialmente en la oficina, eso puede interferir con el gozo del viaje”, dijo. “Si los niños siempre están mandando mensajes a sus amigos y no realizan ninguna actividad con su familia, eso también es una interferencia. Si lo hacen constantemente realmente no están experimentando las vacaciones”.

Esto no quiere decir que no tomes fotos de tus grandiosas vacaciones, para que puedas volver a verlas y puedas revivir esos sentimientos positivos. Pero si experimentas la mayor parte de tus vacaciones “a través del lente, es como si lo hubieras visto por televisión en lugar de haber estado realmente ahí”, dijo Cantor.

Es por eso que el iReportero Jim McClure decidió ya no depender de su iPhone para documentar sus vacaciones después de que lo utilizó como única cámara durante un viaje a las Montañas Rocosas Canadienses unos años atrás.

McClure pasaba muchos momentos del día tomando fotos, arreglándolas, cargándolas en Facebook y Twitter, escribiendo de ellas y respondiendo a los comentarios.

“Normalmente ese comportamiento habría hecho que mi esposa se arrojara a un lago, pero se portó bien conmigo y apoyó mi pasatiempo”, escribió.

Aunque disfrutó de la respuesta de sus familiares y amigos mientras viajaba, “comencé a sentirme como un reportero –haciendo historias y sacando imágenes- en lugar de sentirme como alguien que está de vacaciones”, escribió. “No fue algo malo, solo fue diferente”.

Deja la cámara

Al cineasta documentalista Brian Palmer, quien graba videos, toma fotografías y escribe para vivir, algunas veces le dicen que deje sus cámaras.

“Creo que este empuje que nos lleva a recolectar evidencia de las experiencias de viaje que uno tiene para después presentarlas como pruebas ante los demás es muy poderoso entre muchos de nosotros, entre quienes están a favor y en contra por igual”, dijo Palmer, residente de Brooklyn.

“La facilidad de capturar imágenes digitalmente y poder transmitirlas a través de las redes sociales ha intensificado esta tendencia, aunque no estoy seguro hasta qué punto. Aquellos que se inclinan a vivir a través de la lente lo harán, a menos que se les detenga”.

“He sido capaz de frenarme cuando viajo con un compañero”, dijo. “Siento las cosas mucho más y frecuentemente observo más, paradójicamente, ya que no estoy intentando hacer que el mundo quepa en un cuadro de 35 milímetros”.