El conflicto por las islas ha provocado manifestaciones en diferentes países asiáticos.

Por Kevin Voigt

Hong Kong (CNN) — Durante las últimas semanas, los manifestantes chinos han salido a las calles para protestar contra el reclamo que los japoneses hicieron sobre un archipiélago en el Mar de China Oriental, lo que el vicepresidente de China, Xi Jinping, calificó de “farsa”. Los medios de comunicación estatales informaron que Xi, quien al parecer será el nuevo presidente de China a partir de octubre, declaró durante una reunión que sostuvo el miércoles con el secretario de Defensa de Estados Unidos, Leon Panetta, que “Japón debería controlar sus reacciones, callar y evitar actuar de manera que afecte a la soberanía y a la integridad territorial de China”.

El probable nuevo líder de Beijing navega en la disputa entre Japón y China mientras los analistas señalan que el asunto se agrava al ser impulsado más por el fervor nacionalista que por una política gubernamental o los intereses económicos subyacentes. La relajación que normalmente sigue a esta clase de disputas territoriales se verá enturbiada por el cambio de gobierno en Beijing, que ocurrirá el próximo mes.

“Se está poniendo peligroso”, señaló Alan DuPont, experto en defensa de la Universidad de Nueva Gales del Sur. “Ningún nuevo líder de China puede aparentar debilidad en asuntos territoriales”.

La Guardia Costera japonesa informó el lunes que dos navíos chinos de reconocimiento habían entrado en aguas territoriales japonesas y que otras 10 se encontraban patrullando en las cercanías. China anunció el domingo que pospondría las celebraciones del 40 aniversario de la normalización de las relaciones entre Beijing y Tokio programadas para finales de este mes.

La agresiva retórica demuestra el surgimiento de una China firme y el cambio radical en las fuerzas que moldean las políticas relativas al Pacífico y que tienen poca influencia en la batalla por el archipiélago conocido por los chinos como Diaoyu y Senkaku por los japoneses.

“China se siente más confiada tanto legal como políticamente respecto a su posición y su derecho sobre la zona”, señaló Mark Valencia, becario del Programa de Investigación Nacional sobre Asia y experto en el conflicto en el Mar del Sur de China. “El nacionalismo ha tomado fuerza en China y ha influido sobre el gobierno”.

Crecen las tensiones en aguas de China

El Mar de China Oriental no es el único foco de tensiones territoriales entre China y sus vecinos. El Mar del Sur de China está salpicado de cientos de islas, la mayoría deshabitadas, y atolones de coral cuya posesión se disputan China, Vietnam, Filipinas, Malasia, Brunei y Taiwan. Al igual que en el caso de Japón, las tensiones entre China y sus vecinos del Mar del Sur de China han aumentado. Vietnam acusó en 2011 a China de que sus botes patrulla habían cortado los cables de las embarcaciones de la paraestatal vietnamita PetroVietnam mientras estas llevaban a cabo sondeos de petróleo y gas en aguas que estaban en disputa. Beijing respondió que las embarcaciones no tenían autorización para hacer sondeos en aguas de China y que las embarcaciones vietnamitas habían acosado a algunos barcos pesqueros chinos. Ese mismo año, Filipinas reportó que unas embarcaciones habían cortado los cables de un barco explorador filipino y que aquellas habían amenazado con atacar su flota.

“Muchas de estas cosas no ocurrirían si China no se estuviera volviendo más fuerte y más confiada; esta es una razón por la que estos asuntos están tomando importancia”, señaló DuPont. La diferencia con el caso del Mar de China Oriental es la fuerza combinada de China y Japón, la segunda y tercera economía más grande del mundo, respectivamente. “Cuando están involucradas dos naciones tan grandes, es más peligroso (que en el caso del Mar del Sur de China)”, agregó DuPont.

La ola nacionalista

Las violentas protestas que se desencadenaron en varias ciudades de China, desde Guangzhou en el sur hasta Qingdao en el norte, llegaron a su clímax el 11 de septiembre, cuando el gobierno japonés adquirió las islas en disputa por la cantidad de 2,050 millones de yenes (26.2 millones de dólares). Decenas de negocios japoneses cerraron temporalmente para evitar la furia de las multitudes que saquearon tiendas japonesas y arremetieron contra los autos japoneses que circulaban por las calles. La disputa diplomática sobre las islas, que se remonta varios siglos atrás, ha alcanzado puntos álgidos en 1996, 2005 y 2010, año en que supuestamente un barco chino arremetió en contra de un bote patrulla japonés, lo que ocasionó el arresto de los marineros chinos.

“Yo creo que nadie esperaba que los chinos reaccionaran de forma tan violenta, en especial considerando los eventos anteriores”, señaló James Manicom, experto en disputas marítimas de la Escuela Balsillie de Asuntos Internacionales en Waterloo, Canadá.

La “nacionalización” de las islas enfureció a los chinos, aunque los analistas aseguran que la maniobra buscaba arrebatar el asunto de manos de los nacionalistas japoneses, encabezados por el gobernador de Tokio, Shintaro Ishihara, quien lanzó una iniciativa para comprar las islas. Las donaciones no se hicieron esperar, lo que ocasionó la reacción de China y obligó al gobierno japonés a rebatir su propia oferta de compra.

“Si pensamos en la estabilidad, es mejor que el gobierno japonés posea las islas y no un grupo de nacionalistas, porque quién sabe cómo puedan estos últimos ocasionar tensiones”, señaló Manicom. “(El primer ministro) Noda piensa que si esto estalla, es mejor que lo haga tarde que temprano”.

Los intereses económicos

Aunque el fervor nacionalista en ambos lados ha llevado la situación a un punto álgido, el interés nacional sobre el territorio se remonta a 1969, año en que un estudio geológico realizado por la ONU reveló que “existe una gran probabilidad de que la placa continental que se encuentra entre Taiwan y Japón contenga una de las más prolíficas reservas de petróleo del mundo”. También bajo las aguas del Mar del Sur de China existen grandes reservas de gas natural y petróleo. Las autoridades chinas estiman que podría haber hasta 213,000 millones de barriles de petróleo sin explotar en el Mar del Sur de China, lo que si es cierto convertiría este yacimiento en el mayor fuera de Arabia Saudita, de acuerdo con la Agencia de Información sobre Energía de Estados Unidos.

En el centro de la disputa sobre las islas en aguas de China se halla un concepto de ley marítima internacional conocido como “Zona Económica Exclusiva”, que establece que los países ostentan el derecho absoluto para pescar y explotar los recursos a una distancia de hasta 200 millas náuticas de la costa. Por lo tanto, ha aumentado el interés de las naciones por apoderarse de las islas deshabitadas, más que de los pequeños atolones rocosos, con el fin de extender la zona que les corresponde. “La región empieza a parecerse a Alaska: al principio parecía no valer nada y ahora parece ser valiosa”, señaló Valencia. “El Mar de China Oriental se compone casi en su totalidad por la plataforma continental, lo que significa que, salvo en la temporada de tifones, es relativamente fácil perforar”.

Sin embargo, la posibilidad de desarrollar tales zonas se tambalea conforma arrecia la tempestad entre China y Japón. Si este altercado persiste, es probable que deban enfriarse los ánimos antes de que pueda ocurrir un acercamiento entre los funcionarios de ambas partes. Sin embargo, en vísperas del cambio de gobierno en China y de las elecciones que se llevarán a cabo en Japón, lo más probable es que las tensiones persistan. “Nadie quiere parecer débil ante China”, afirmó Manicom.

Mientras la enemistad histórica con Japón enciende los ánimos en China, la opinión respecto a China está cambiando en Japón. “El japonés promedio ve a China con más desconfianza que antes”, señaló Manicom. “Puedes estar en contra de China sin ser conservador, lo que me parece que ha tomado a Beijing por sorpresa”.