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(CNN) — Los niños tienen procesos de pensamiento más sofisticados de lo que podrías imaginar.

Un artículo de análisis en la revista Science de Alison Gopnik de la Universidad de California, Berkeley, en Estados Unidos, resume una franja de investigación que sugiere que los niños en edad preescolar pueden hacer deducciones sobre causa y efecto, inferir preferencias y probar hipótesis.

“Un nuevo trabajo empírico muestra que los niños aprenden de estadísticas, experimentos (por ejemplo, jugar) y de acciones de otros en la misma forma en que lo hacen los científicos”, escribe Gopnik.

Aquí hay un experimento para demostrarlo: Gopnik y sus colegas mostraron a los niños un dispositivo llamado un “detector blicket”, que es una caja que reproduce música en respuesta a ciertos bloques que se colocan sobre ella. El Bloque A activó música por sí mismo, el Bloque B no lo hizo, pero el A y el B juntos activarían la música. Los investigadores encontraron que los niños de dos, tres y cuatro años de edad pudieron descubrir esto y hacer que la música sonara.

Un estudio de 2011 en la revista Cognition mostró un efecto similar. El experimento involucró cuentas de plástico que podían unirse entre sí para crear una estructura más grande. Las cuentas individuales fueron colocadas en una máquina y un grupo vio que sólo algunas cuentas hicieron funcionar la máquina, mientras que el segundo grupo vio que todas las cuentas lo hacían. Entonces, los niños obtuvieron dos cuentas nuevas enganchadas para jugar. En el grupo donde sólo algunas cuentas hicieron que la máquina funcionara, los niños separaron las cuentas y las probaron por separado. En el otro grupo, no lo hicieron.

Las creencias de los niños también están influenciadas por evidencia estadística. Un estudio de 2007 en Developmental Psychology encontró que los niños en edad preescolar podían señalar algo más fácilmente como una “causa” cuando concordaba con sus teorías, que cuando iba en contra de sus teorías.

Estos estudios dejan claro el punto de que el juego de los niños no es frívolo; sino que en realidad utiliza un grado de pensamiento científico, escribe. Incluso puede sugerir que estudiantes y adultos más grandes pueden beneficiarse de aprender conceptos científicos en una forma orientada al “juego” más observacional, en lugar de sólo ser hablados.

Gopnik  sostiene que esta investigación tiene implicaciones profundas para las políticas. Dice que los responsables de las políticas “subestiman sistemáticamente las capacidades intelectuales de los niños en edad preescolar”, y que el trabajo científico que los niños demuestran en experimentos como este es “más cognitivamente desafiante, de hecho, que la mayoría del trabajo escolar”.