Por Ruben Navarrette Jr.
Nota del editor: Rubén Navarrete es colaborador de CNN y un columnista sindicado del Grupo de Escritores del diario The Washington Post.
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San Diego, (CNN) – Empecemos por la pregunta obvia: ¿Por qué los medios, observadores políticos y campañas presidenciales dedican tanto tiempo a hablar sobre el voto latino?
Muchos estadounidenses resienten la implicación de que algunos votos son más importantes o tienen más impacto que otros. (Nadie dice que éste sea el caso).
Aún así, ¿por qué no hablamos con igual entusiasmo acerca de los votos de los afroamericanos o los evangélicos blancos o los adultos mayores zurdos que viven en Rhode Island?
Aquí hay cuatro razones:
1. El número de votantes hispanos ha aumentado constantemente – 2 millones desde la última elección presidencial. Se estima que 12 millones de latinos acudan a las urnas en noviembre, a diferencia de los 10 millones que lo hicieron en 2008. Eso podría contar por hasta un 10% del total de votos emitidos de entre todos los grupos demográficos.
2. Los electores latinos viven en estados decisivos para elegir a los presidentes. Tienen una importante presencia en cuatro regiones clave: Colorado, Florida, Nevada y Nuevo México. Si bien tienen una fuerte presencia en estados demócratas como California y Nueva York, y en estados republicanos como Texas y Arizona, su verdadera influencia está en los estados con ambas tendencias.
3. Los hispanos están listos para lo que venga, más que los afroamericanos que definitivamente votan por los demócratas y los conservadores blancos cristianos, quienes generalmente apoyan a los republicanos. Mientras que la mayoría se identifica con el partido demócrata –un estudio de diciembre de 2011 realizado por el Centro Hispano Pew estimó que el 67% es demócrata y el 20% republicano– los hispanos demostraron en el pasado una gran disposición por apoyar a los republicanos con puntos de vista moderados en problemas como el de la inmigración.
4. La población hispana llegará a ser más importante y políticamente poderosa. Según el censo realizado en 2010, la comunidad creció en este país un 43% en la última década. El grupo que crece más rápidamente son: los asiático-americanos. Para 2050, se estima que los hispanos llegarán a los 132 millones y representarán el 30% de la población.
Es un mundo nuevo. No hace falta ir más lejos, en el distrito congresional 23 en Texas, el representante republicano Francisco Quico Canseco y su oponente demócrata Peter Gallego recientemente se enfrentaron en un debate en San Antonio. El debate fue totalmente en español, una muestra de respeto en un distrito en el que el 66% son latinos y el 53% de sus residentes hablan otro idioma además del inglés en su casa.
Desafortunadamente aún queda algo del viejo mundo. Por eso debemos dar las gracias a ambos partidos políticos que ponen sus propios intereses antes que el estadounidense en común – y los latinos no son la excepción.
En esta nación de inmigrantes, el gobierno federal y los oficiales que hacen cumplir la ley ahora trabajan con mano dura para acorralar y deportar a los indocumentados. Y esto no solo sucede en la Arizona controlada por los republicanos.
Gracias a un programa llamado Comunidades Seguras, en el que se autoriza que la policía local envíe las huellas dactilares a las autoridades federales de cualquiera que sospechen que reside ilegalmente en el país (entiéndase: hispanos), ese tipo de cooperación ahora es un procedimiento operativo que va de costa a costa. El plan empezó a finales de 2008, pero ha sido impulsado durante la administración de Obama como una manera de aumentar las cifras de deportaciones.
Los latinos, según el estudio Pew, tienen casi el doble de probabilidades que el público general para apoyar la ciudadanía para inmigrantes ilegales. En la contienda presidencial entre Barack Obama y Mitt Romney, los latinos están en una encrucijada entre un retador republicano que habla sobre ser duros con los inmigrantes ilegales y un demócrata en la Casa Blanca que ya lo ha sido.
Claro, siempre existe la posibilidad de que los latinos no consideren a la inmigración como una prioridad. Pero ya nos han asegurado que si lo hacen. Por eso, los demócratas usan este problema para atacar a los republicanos, y los republicanos lo usan para atacar a los demócratas.
De regreso al mundo de las malas decisiones, si los latinos se alinean con Obama, a pesar de su récord de 1,5 millones de deportaciones y la división de cientos de miles de familias, mandarán al presidente un claro mensaje: “Haga con nosotros lo que quiera. No tenemos una verdad influencia ni poder porque no tenemos principios e integridad. Puede limpiar sus zapatos con nuestras preocupaciones, y aun así tiene nuestro apoyo”.
Si votan por Mitt Romney a pesar de su dura retórica en las primarias, dirán: “Está bien proponer soluciones simples, democratizar el asunto de la inmigración para mandar un revés a tus oponentes y caricaturizar a los inmigrantes como si fueran unos invasores y una carga para la sociedad. Aun así creemos que es la mejor alternativa para nuestro presente y futuro”.
Si los electores hispanos deciden tomar ese camino pronto llegará el día en el que no nos tengamos que preocupar acerca del poder del voto latino –porque pueda que no haya porqué discutir.
Las opiniones recogidas para este texto son exclusivas de Rubén Navarrete Jr.