Por Paula Newton
(CNN) — La brecha ideológica se aprecia en casi cualquier gasolinera de Venezuela. El dueño de una Hummer llena el tanque de gasolina con tan sólo dos dólares. Gracias a los subsidios del presidente Hugo Chávez, Venezuela goza de la gasolina más barata del mundo.
Detrás del hombre de la Hummer, llega un padre de familia de mediana edad, perteneciente a la clase media, quien nos dice: “Es asqueroso; no puedo soportarlo”, haciendo alusión a los 12,000 millones de dólares que el gobierno de Chávez paga al año en subsidios a la gasolina.
Pocos hombres o políticas han dividido tanto a una nación, a un continente, a un hemisferio. El presidente Hugo Chávez y su revolución “chavista” causan polémica ya sea en las gasolineras o en las Naciones Unidas.
El resultado de las elecciones del domingo en Venezuela pondrá de manifiesto si su legado es el de un Robin Hood latinoamericano con un peculiar estilo o el de un autócrata astuto que se mantiene en el poder mediante el uso y el abuso de los recursos que produce el petróleo de su país.
El mundo está a la expectativa. “Hemos llegado al punto en que la situación es insostenible”, dijo el economista David Rees, de Capital Market en Londres. El petróleo lo es todo para Venezuela: comprende el 95% de sus exportaciones. A pesar de ello, la producción ha decaído durante la última década. A eso hay que agregar la inflación creciente, una infraestructura que se derrumba, los cortes generalizados a la energía eléctrica fuera de la capital, Caracas; la escasa inversión extranjera y el bajo crecimiento del sector privado.
“Si se mantiene la actual estructura política, se podría llegar a una crisis, una crisis en la balanza de pagos, tal vez un incumplimiento. Aunque Venezuela tiene gran potencial y tiene las mayores reservas de crudo del mundo, la inversión está rezagada y hay mucha infraestructura por desarrollar”, dijo Rees. “Obviamente, los inversionistas están esperando una señal; Venezuela podría estar mucho mejor de lo que ha estado”.
Chávez ha dirigido el cambio radical en la ideología económica de Venezuela. Al nacionalizar la mayoría de las industrias, especialmente la energética, su gobierno presume de encabezar una revolución socialista gracias a la que los pobres reciben vivienda, educación y medicamentos gratuitos de parte del Estado.
A pesar de los retos a los que se enfrenta la economía, muchos de los líderes latinoamericanos alaban y buscan imitar las políticas de Chávez, especialmente la nacionalización. Los dirigentes de Brasil y Argentina han aplaudido a Chávez por enfrentarse al “imperialismo”, una referencia no tan sutil a la influencia y el poderío de Estados Unidos en América Latina y Sudamérica.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, insistió en que no le parece que las políticas de Chávez puedan tener “impacto en la seguridad nacional” de su país. Sin embargo, el gobernador de Florida, Marco Rubio, ha señalado que el gobierno de Chávez es una amenaza para la región y el presidente Obama se ha negado ingenuamente a reconocerlo. “Hugo Chávez no es sólo una amenaza para la libertad y las aspiraciones democráticas del pueblo venezolano, sino que ha apoyado al régimen iraní en sus intentos por extender su red de inteligencia a través de todo el hemisferio, ha permitido el lavado del dinero con el que se financia a los terroristas y ha albergado a los narcos terroristas de las FARC, entre otras muchas acciones”, dijo Rubio a través de un comunicado emitido a mediados de este año.
Rubio dijo a CNN el miércoles que es vital que las elecciones de Venezuela se celebren de manera libre y justa. “Debo decir que como creyentes de la democracia, no sólo de la de Estados Unidos, sino de toda la región, debemos exigir que se respete el resultado de las elecciones, que no se socave su legitimidad, que no se intimide a los votantes. Debemos ser firmes y claros en eso; los resultados dependen del pueblo venezolano y les deseamos lo mejor”, dijo.
Es seguro que el apoyo de Chávez al régimen sirio y su cercana relación con Irán se fortalecerán y se harán más desafiantes si es reelecto por otros seis años.
Su contrincante, Henrique Capriles, dice que sus prioridades en cuanto a política exterior serán muy diferentes; su triunfo podría significar el desequilibrio en una sociedad ya de por sí dividida y de una cúpula militar en la que no se puede confiar.
Capriles dijo a CNN que no cree que Venezuela se desestabilice si gana y rechaza la noción de que sólo Chávez puede dar voz a los pobres. “Esa es una gran mentira. Desafortunadamente, algunas personas en Venezuela creen que los pobres están con el gobierno y los que no son pobres, no. Es una idea equivocada, una falsedad”, dijo Capriles en mayo.
Los efectos de las elecciones podrían dejarse sentir primero en las gasolineras, y no sólo en las de Venezuela. El país pertenece a la OPEC y es uno de los proveedores más importantes de petróleo para Estados Unidos. Los economistas han advertido que aunque no es probable que un desequilibrio en Venezuela afecte a los precios del petróleo, existe la posibilidad de que suceda.