Por Charles Cockell
Nota del Editor: Charles Cockell es profesor de astrobiología en la Universidad de Edinburgo y director del Centro de Astrobiología del Reino Unido. Fue asociado de la Academia Nacional de Ciencias en el Centro de Investigación Ames de la NASA y recibió su doctorado de la Universidad de Oxford. Es autor de “Space on Earth: Saving Our World by Seeking Others”, que proponía una fusión de la exploración espacial y el ambientalismo.
(CNN)– Sería fácil criticar el florecimiento de la ciencia de la astrobiología como una empresa intelectual que se debería de dejar para otra época más prolífera. La búsqueda de la vida extraterrestre y las expediciones para cazar vida en los extremos de la Tierra – desde el fondo de los océanos y los extremos de la Antártida – parecen lujos para exploradores excitables y científicos espaciales.
El entusiasmo por la vida alienígena no es nuevo; los griegos antiguos se preguntaron si habría otros mundos habitables. Pero no es sino hasta ahora que la búsqueda de la vida extraterrestre ha sido desempolvada por experimentos – telescopios para buscar planetas parecidos a la Tierra, estrellas remotas orbitando, rovers, como el Curiosity de la NASA, para la búsqueda de vida en Marte.
Al querer evaluar mejor si podría haber vida en otro lugar, la astrobiología también ha acogido las tareas más caseras como la de entender cómo la vida ha evolucionado en la Tierra y cómo ha persistido en ambientes extremos que para los humanos parecen tan hostiles.
Para descubrir los secretos de la supervivencia de la vida en la Tierra, la astrobiología ha encontrado algunas aplicaciones notablemente útiles. El polvo que se usa en tu lavadora de ropa a altas temperaturas funciona por que contiene proteínas extraídas de microbios que crecen en florecimientos volcánicos.
Los encontraron unos científicos (que se llamarían después astrobiólogos) buscando saber cómo se adapta la vida a ese tipo de ambientes primitivos.
Sin embargo, algunas de las locaciones más prometedoras para buscar vida antigua en Marte son lugares en donde el agua pudo haber estado en contacto con rocas volcánicas, sistemas hidrotermales donde las condiciones pudieron haber llevado a la vida.
Mientras que los astrobiólogos escavan y raspan entre los habitantes microbianos de los ambientes más hostiles de la Tierra para comprender la posibilidad de vida en otros lugares, también aprenden cosas que tienen usos económicos.
El vínculo entre la búsqueda de la vida extraterrestre y tus problemas aquí en la Tierra no es de sorprenderse, porque fundamentalmente es lo mismo: comprender cómo la vida, ya seamos nosotros o los microbios, pueden ser sustentables en el cosmos.
Un microbio hipotético en Marte necesitaría adaptarse al flujo de la vida a altas temperaturas. Un humano en la Tierra necesita encontrar una manera de limpiar a altas temperaturas.
Ambos están tratando de vivir en una superficie planetaria y ambos están tratando de hacerlo lo más eficiente posible sin destruir sus condiciones de vida. Los dos podrían descubrir que pueden compartir una manera en común de lograr estas cosas.
No es raro encontrar ambientalistas que no creen que podamos desperdiciar miles de millones de dólares buscando vida en Marte y exploradores del espacio que sienten que un enfoque en ambientalismo reduce el alcance y la visión de nuestra civilización. Ambos grupos de personas se sienten valientes con esa visión.
Los ambientalistas entienden los grandes retos que se presentan al lidiar con una población de 7,000 mil millones de monos habitando una roca de solo 12,500 kilómetros de diámetro, los exploradores espaciales entienden que si alcanzan su visión, y establecen una presencia humana permanente más allá de la Tierra, no solo abrirán nuevas oportunidades para el conocimiento y recursos, si no que también permitirán las oportunidades de sobrevivencia a largo plazo de nuestra civilización.
Ahora más que en cualquier otro momento, necesitamos una visión unificada. La astrobiología es un puente entre entender la Tierra y explorar el espacio y nos recuerda que ambos esfuerzos no solo están ligados, sino que básicamente son el mismo reto.
Al explorar el origen y evolución de la vida en la Tierra y más allá, aprendemos cosas de utilidad práctica para vivir en la Tierra y asentarse en el espacio.
Una vez que vemos cómo el ambientalismo y los asentamientos espaciales están ligados, ya no nos detenemos a observar un futuro en el que tenemos que lidiar con una de estas opciones: asentar el espacio o salvar el oasis de la Tierra – u optar por un futuro en donde tenemos dos grandes retos con los que malabarear al mismo tiempo.
En cambio, nos enfrentamos con un futuro con un solo reto, construir asentamientos humanos sustentables en el cosmos, así sea en la Tierra o en el espacio.
La ciencia que genera el conocimiento que sustenta esto, la astrobiología, se convierte en el nexo entre estas dos comunidades y nos ofrece la oportunidad de convertirnos en los guardianes de potencias espaciales de un oasis en el espacio.
Las opiniones recogidas para este texto pertenecen exclusivamente a Charles Cockell