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Por David Frum

Nota del editor: David Frum es colaborador y editor de la publicación Newsweek y The Daily Beast, y columnista de CNN. Es autor de siete libros, incluyendo una nueva novela titulada “Patriots”.

(CNN) — El autoritario presidente de Venezuela, Hugo Chávez, es un villano salido de una película de Batman: burlón y siniestro, en igual medida.

Los resultados de las elecciones del domingo exponen ambas personalidades del “príncipe payaso” que está a cargo del sistema de gobierno.

Semanas antes de la votación, Chávez daba indicios de que se rendiría, que el resultado sería en su contra. El día de las elecciones, en el periódico venezolano El Universal vislumbraba la posibilidad de ser derrotado.

“Estamos listos para reconocer los resultados, cualesquiera que estos sean”, dijo.

Solo unas horas después, el Consejo Nacional Electoral de Venezuela anunció a Chávez como el ganador de la votación con una ventaja de casi 10 puntos porcentuales. ¿Fue un resultado legítimo? Es difícil de decir. Venezuela es un país que no admite observadores internacionales desde 2006 y las anomalías han sido notorias en votaciones pasadas, especialmente en 2004, cuando Chávez volvió a ganar la presidencia.

Pero también hay que decir que, en Venezuela, las formas de fraude más sobresalientes ocurren antes del día de las elecciones.

Primero, el régimen de Chávez controla y manipula los medios de comunicación, y sobre todo la televisión. Francisco Toro, fundador del blog Crónicas de Caracas escribe en New Republic:

“Tres minutos por día por programa. Eso es lo permitido para los anuncios de los candidatos en Venezuela en las semanas previas a la elección presidencial. Lo que equivale a seis comerciales de 30 segundos, no más. Esto parece un paraíso para los televidentes en Estados Unidos que sufren un largo periodo de anuncios políticos. Pero hay una trampa. Mientras los candidatos deben ajustarse a los tres minutos, el gobierno puede promocionar anuncios ‘institucionales’ cuantas veces quiera. Y en la Venezuela de Chávez, en general no se distinguen unos comerciales de otros”.

Además de la publicidad de campaña, el presidente puede apoderarse del tiempo de televisión que quiera, aunque en el caso de Chávez, las prolongadas apariciones no atraigan los votos que necesita. Es aún más importante para el éxito del régimen del presidente la confiscación de canales que promueven la labor periodística que no gusta a las autoridades.

El control de los medios de comunicación va de la mano de la compra masiva de votos.

El diario Los Angeles Times reporta: “En meses recientes, Chávez consolidó su base de apoyo con diversos programas benéficos, como por ejemplo, uno en el que construyó 200.000 casas para los pobres de Venezuela. Otro llamado Mi casa bien equipada, que donó utensilios hechos en China a 10.000 familias pobres”.

El uso de los fondos estatales del petróleo para “ingeniería de elecciones” llevó al presupuesto venezolano a un asombroso nivel de déficit anual del 20% del Producto Interno Bruto (PIB), una cifra increíble para una economía petrolera que vive una crisis de altos precios. (Para dar un poco de contexto, el déficit presupuestario estadounidense, que alarmó a muchos durante la gestión de Obama, nunca superó el 9% del PIB).

La política venezolana está distorsionada especialmente por el constante clima de amenaza en el país.

Visité Venezuela en 2010. Mi recorrido comenzó con una breve parada en la embajada de Estados Unidos. “¿Ha estado en Afganistán?” Sí. “¿En Iraq?” Sí. “Bueno, felicidades. Este es el lugar más peligroso en el que ha estado”.

Venezuela, con una población menor a la de Canadá, registra más homicidios que Estados Unidos. Robos a mano armada — ‘secuestros exprés’ como le llaman— son recurrentes en los vecindarios de clase media. Y si los barrios de clase media muestran cualquier  descontento con el régimen, pierden la poca protección policial que tienen, o incluso descubren que la policía encubre o ayuda a los criminales que afligen a su comunidad.

Se confiscan propiedades. Se nacionalizan empresas arbitrariamente. Se controlan y espían conversaciones. Internet está regulado, al menos lo más que pueden las poco competentes fuerzas de seguridad.

Hugo Chávez tiró la economía de Venezuela a la basura. Uno de los productores mundiales de energía tiene que apagar el alumbrado público por la noche. El mayor exportador mundial no puede pagar para importar comida suficiente. Una de las grandes potencias energéticas del mundo ve cómo cae su producción de petróleo por una falta de inversión crónica en los campos petrolíferos y por la carencia de nueva tecnología, ya que, las empresas extranjeras sufren de acoso y terminan expropiadas.

¿Votó Venezuela por más de lo mismo? Chávez tiene un electorado populista y extremista, y no es imposible que el resultado final refleje lo que en realidad eligieron votantes. Pero, Vladimir Putin ganó las elecciones también —en Rusia—, y Mahmoud Ahmadinejad venció por lo menos una vez —en Irán—. Las elecciones, por sí mismas, no construyen una sociedad libre, algo que Venezuela perdió hace mucho tiempo.

(Las opiniones expresadas en este texto pertenecen exclusivamente a David Frum)