(CNN) — Las personas somos inherentemente egoístas. La literatura científica muestra que somos más felices y nuestras vidas mejoran cuando nos enfocamos en nosotros mismos.
Tiene sentido, ¿verdad?
Entonces, ¿por qué algunas investigaciones también muestran que a menudo priorizamos el bienestar ajeno y no elegimos lo que nos hace felices?
El problema empieza cuando encontramos 20 dólares en el piso y tenemos que decidir entre gastarlos en nuevos zapatos o donarlo a la caridad, dice el investigador Jonathan Berman.
Si caminas frente a un centro comercial cuando recoges el dinero, es más probable que lo gastes libremente en ti. Pero si pasas por un refugio para desamparados, “de repente gastar 20 dólares en ti se siente tan diferente”, dice Berman.
Ah, la culpa.
Berman y su colega Deborah Small, de la Universidad de Pennsylvania en Estados Unidos, tuvieron la hipótesis de que forzar a una persona a ser egoísta y permitirles disfrutar de su autointerés sería liberador. Llevaron a cabo tres estudios separados con entre 130 y 250 participantes cada uno para probar su teoría. Sus resultados fueron publicados esta semana en la revista Psychological Science.
El primer estudio
En el primer estudio, se les dijo a los participantes que recibirían tres dólares para gastar en ellos mismos o dólares para donarlo al Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). A un grupo se le permitió escoger. A otro grupo se le dieron tres dólares para gastar en ellos mismos; a un tercer grupo simplemente se le dio un recibo para su donación.
Después a los participantes se les pidió calificar en una escala de uno a siete cuánto disfrutaron recibir o donar el dinero y cuán satisfechos estaban.
Aproximadamente el 40% escogió donarlo a caridad. No había diferencia en felicidad entre aquellos que lo dieron a caridad y aquellos que no.
Pero a los participantes que se les dieron tres dólares para gastarlos en ellos mismos estaban más felices que aquellos en el grupo de selección y más felices que aquellos que fueron forzados a donarlo a caridad.
“Las personas sí disfrutan mucho recibir”, dice Berman. “Lo disfrutan particularmente porque no tienen opción”.
El segundo estudio
En un siguiente estudio, Berman y Small pidieron a tres grupos tomar una decisión. Un grupo tenía que escoger entre dos tarjetas de regalo para ellos mismos; el otro grupo tenía que escoger entre dos tarjetas de donación para caridad y el tercero tenía que elegir entre dárselas a ellos mismos o a la caridad.
De nuevo, aproximadamente el 40% de los participantes en el grupo de selección eligió hacer una donación y registraron la misma satisfacción que quienes se regalaron a sí mismos. El grupo que reportó mayor felicidad fue el que tuvo que decidir entre las dos tarjetas de regalo.
El tercer estudio
En el último estudio, los investigadores preguntaron a los participantes su preferencia, si les gustaría donar a la caridad o quedarse con el dinero. Luego se les dijo que una computadora decidiría lo que iba a pasar. En realidad, todos los participantes recibieron su preferencia.
De nuevo, el 40% donó a la caridad. Entre quienes se quedaron con el dinero, las personas que creían que la computadora había tomado la decisión por ellos se sintieron mejor sobre el resultado.
Conclusión
“Las personas obtienen felicidad al hacer lo que está en su propio interés”, escribieron los autores del estudio. “Sin embargo, muchas investigaciones ponen en duda esta suposición básica. Sostenemos que una razón por la cual las personas no se sienten más felices con una conducta egoísta es que al hacerlo a veces involucran sacrificar el bienestar de otros en el camino, y los individuos a menudo se sienten incómodos al hacer este intercambio”.