Por Tom McGowan
(CNN) — Pocas personas se sintieron tan aliviadas como Adam Chataway cuando los organizadores del Maratón de Nueva York anunciaron que la prestigiosa carrera del domingo no sería cancelada a causa de la destrucción causada por el huracán Sandy.
El londinense tiene una misión: ha corrido cinco maratones en cinco continentes antes de llegar a la Gran Manzana y ha recorrido el último tramo de su viaje desde Boston en bicicleta.
La carrera del domingo será su sexta carrera en menos de 30 días, todo para hacer un homenaje a la memoria de su difunta comprometida y para proveer de educación a los niños de Etiopía.
“Hay árboles caídos, postes de electricidad y cosas así”, dijo el hombre de 34 años a CNN, luego de que el huracán causara daños generalizados en la Costa Este de Estados Unidos.
“Definitivamente lo ha vuelto más interesante. Me imagino que el buen pueblo de Nueva York mostrará su fortaleza y saldrá a representar a su ciudad. Estoy seguro de que será una ocasión especial”.
La supertormenta ha cobrado la vida de más de 140 personas a lo largo de América del Norte y el Caribe, aunque eso no ha disuadido a Chataway conforme se acerca a los últimos 42 kilómetros de su empeño.
“Creo que la gente pensó que estábamos locos cuando dijimos que iríamos de Boston a Nueva York en bicicleta, pero ahora saben por qué, ya que no podíamos haber llegado en avión”, dijo, tras llegar a Estados Unidos este martes.
“No ha habido oportunidad de percibir a las personas. Obviamente sale en las noticias y creo que la gente, en especial a lo largo del litoral oriental, está un poco aturdida”.
Su misión mundial inició en Sudamérica el 7 de octubre, en el maratón de Buenos Aires. Desde entonces ha cumplido con un itinerario demandante que lo ha llevado a competir en Australia, Jordania, Kenia y la República de Irlanda.
El largo camino que Chataway ha recorrido empezó en 2006, cuando su prometida, Vicky, murió en un accidente, mientras regresaba en bicicleta a casa desde su trabajo en Londres.
Adam implementó en su honor el “Proyecto Vicky para el Agua”, con el fin de ayudar a llevar agua limpia a una región de Etiopía.
“Tuve la suerte de conseguir suficientes vacaciones en mi trabajo y quise hacer algo que valiera la pena”, explica Chataway.
“Trabajé con la organización benéfica ActionAid para implementar un proyecto en Etiopía, que ahora está en marcha. Como resultado de ese proyecto, los niños ya no tienen que pasar todo el día recolectando agua. Ahora hacen falta aulas”.
Esa necesidad dio origen al más reciente proyecto de recaudación de fondos de Chataway, con el que espera conseguir el dinero suficiente para construir cuatro aulas en la ciudad de Lera, en Etiopía.
Se propuso reunir 10,000 libras esterlinas (16,000 dólares), pero ya está cerca de duplicar esa cantidad. Hasta ahora, Chataway ha reunido cerca de 18,000 libras esterlinas en la “aventura de su vida”.
Chataway desciende de una familia de corredores: su padre, Christopher, ostentó el récord mundial en los 5,000 metros y marcó el paso en la carrera en la que su paisano, Roger Bannister, se volvió el primer hombre en la historia en correr una milla en menos de cuatro minutos, en 1954.
“Quería hacer todos los maratones en un tiempo de alrededor de tres horas y 45 minutos”, dijo Adam. “Pensé que eso significaba llegar al límite y ser capaz de soportarlo. Todas han sido algo así, mis piernas han aguantado el rigor de las carreras”.
Chataway puede no haber cumplido su objetivo —en el maratón de Nairobi, en Kenia, hizo cuatro horas con 45 minutos—, pero logró algo que hasta para su padre y el gran Bannister hubiera sido difícil.
Los maratones de Nairobi y Dublín eran el cuarto y quinto de su itinerario, respectivamente, lo que significó un problema. Ambas carreras se llevarían a cabo en días consecutivos, pero en continentes diferentes.
“El maratón de Nairobi fue el domingo 7”, explica. “Llegué a la línea de salida sabiendo que me enfrentaría a la nación de maratonistas de mayor tradición del planeta, así que sabía que era una batalla perdida”.
“Me limpié con una toallita húmeda, para la decepción de mis compañeros de viaje en el vuelo de cinco horas desde Nairobi hacia Abu Dabi. Tuve una escala de seis horas, así que traté de beber tanta agua como me fue posible, comí algo y estiré las piernas. Despegué a las 2:30 a.m. y aterricé en Dublín a las 6:45 a.m. Me cambié de ropa en el aeropuerto, me encontré con mis amigos y familiares en la línea de salida y me las arreglé para correr el maratón de Dublín en tres horas con 38 minutos, gracias a mis cansadas, pero afortunadamente indulgentes piernas”.
Así que, después del último reto de su lista, en Nueva York, ¿qué sigue para este corredor?
“Dormir y tomar cerveza”, responde. “En Londres”.