MILWAUKEE, Wisconsin (CNN) — Durante su carrera por la presidencia de Estados Unidos, el candidato republicano Mitt Romney se ha presentado ante sus votantes como el artista del “cambio”, o como sus simpatizantes lo han llamado últimamente, un “Señor Arreglatodo”.
En su discurso de cierre, Romney dijo a los votantes que debería tener esa oportunidad de llevar sus herramientas de trabajo a Washington y se comprometió a “unir a la gente”.
“Tengo que lograr que los buenos demócratas y los buenos republicanos trabajen juntos”, dijo este miércoles el exgobernador de Massachusetts a sus simpatizantes en Jacksonville, Florida.
“Mi legislatura era demócrata en un 85% y era evidente para mí que para lograr progresos, incluso para poder mantener mi veto, tenía que trabajar con la gente del otro partido”, continuó.
Los críticos insisten en que las propuestas bipartidistas de Romney están alejadas de la realidad. Para ilustrarlo, toman como ejemplo el discurso que pronunció en la reunión de la Conferencia de Acción Política Conservadora en Washington, en febrero pasado.
“Las probabilidades estaban en mi contra en un estado profundamente demócrata. Sin embargo, fui un gobernador republicano severamente conservador”, dijo Romney en la conferencia.
Las palabras “severamente” y “conservador” ya no forman parte de su discurso en la recta final de la campaña. Ante los cuestionamientos a sus promesas de bipartidismo y sus declaraciones en febrero, un consejero senior de su campaña defendió que los puntos no son mutuamente excluyentes.
“Mientras fue gobernador, unió a la gente para abordar el tema de los servicios de salud. Ha logrado unir a las personas para enfrentar el enorme déficit que existía cuando asumió el cargo”, dijo Kevin Madden, uno de los principales estrategas de Romney.
Meta, unificar ideas opuestas
“El gobernador ha dejado en claro que tratará de unificar las ideas y filosofías contrapuestas en Washington para enfrentar algunos de los mayores retos. Desde luego que sabe que va a enfrentar oposición”, agregó Madden.
De hecho, los asistentes de Romney han empezado a sentar discretamente las bases para la transición presidencial, en caso de que gane las elecciones. Nombrado el “Proyecto de la Preparación” y dirigido por el exgobernador de Utah, Michael Leavitt, el equipo de transición ha sostenido al menos una reunión con los principales legisladores republicanos, según dijo a CNN una fuente en el Congreso.
“Les interesan recomendaciones de candidatos para ocupar puestos en el gabinete”, dijo la fuente, quien no tiene permitido discutir el asunto públicamente.
El trabajo de campo previo podría ayudar a que Romney eludiera algunos de los problemas que encontró hace casi una década, cuando ocupó la oficina de gobierno en Boston.
Michael Widmer, vigilante del gobierno con la Fundación de Contribuyentes de Massachusetts, organismo sin filiación partidista, dijo que la experiencia de Romney en el mundo empresarial lo dejó en desventaja ante la compleja mezcla de legisladores liberales, grupos de defensa de derechos y medios de comunicación con los que se enfrentó.
“Fue un amargo despertar para el gobierno de Romney”, dijo Widmer. “Desde el principio, la legislatura y el gobierno de Romney se enfrentaron”.
Sin embargo, la aprobación de sus reformas a la ley de servicios de salud del estado demostró que el gobernador, con su particular estilo de “ejecutivo”, logró arreglárselas para trabajar con los partidos.
“Hubo un espíritu bipartidista alrededor de la reforma a la ley de servicios de salud”, dijo Widmer.
Ese espíritu fue evidente. En la ceremonia de firma de su logro administrativo, Romney tenía de su lado nada más y nada menos que a su viejo némesis político e ícono del liberalismo, el difunto senador Edward Kennedy. Tras superar la etapa de las primarias republicanas en las que la reforma de salud de Romney fue objeto de burlas al ser llamada “Obamneycare”, los asistentes del exgobernador dicen ahora que la iniciativa fue “un éxito”.
Ambiente, distinto al de la gubernatura
Si resulta electo, Romney heredaría un ambiente político profundamente diferente. Atrapado entre los republicanos del Partido del Té, que tienen poca paciencia para el compromiso, y el contingente potencialmente vengativo de demócratas derrotados, el presidente Romney tendría bastantes retos que enfrentar.
Como si el estancamiento potencial no fuera suficiente, uno de los veteranos asistentes del líder de la mayoría en el Senado, Harry Reid, dijo que el líder demócrata de Nevada conoce poco a Romney. A principios de este año, Reid contrarió a los conservadores al acusar infundadamente a Romney de no haber pagado impuestos durante una década.
“Cuando ve a Romney, ve a un candidato débil, un político que se basa en las encuestas, alguien que carece de convicciones”, dijo Jim Manley, exvocero de Reid.
Un posible punto álgido puede ser algún intento de Romney por comprometerse a privatizar parcialmente el sistema nacional de salud, Medicare, afectando a los futuros adultos mayores.
“Si trata de atacar a las prioridades demócratas, tal como Bush lo intentó cuando propuso privatizar la Seguridad Social, Reid lo atacará con todo, igual que como lo hizo junto con (Nancy) Pelosi en contra de Bush”, dijo Manley, refiriéndose a la iniciativa para transformar el programa federal de retiros propuesta por el presidente George W. Bush durante su segundo mandato.
Tal vez el mayor reto al que podría enfrentarse un posible gobierno de Romney sería la creciente deuda interna del país. Aún no está claro si el próximo Congreso tendrá la voluntad política necesaria para evitar lo que hasta ahora ha sido un tema tácito de la campaña: el inminente precipicio fiscal en Washington.
Los republicanos y los demócratas en el Congreso, al igual que el presidente, pusieron al país en un curso legislativo peligroso cuando aprobaron la Ley de Control al Presupuesto, que establece que se implementen tanto aumentos a los impuestos como fuertes recortes al gasto a finales de año, a menos que se logre un acuerdo.
Si no se encuentra la solución, Romney podría llegar a la Casa Blanca con un país que convalece de lo que muchos economistas llaman una fuerte sacudida a la economía.
Oposición por aumento de impuestos
En Massachusetts, el entonces gobernador resolvió la crisis fiscal de su estado al combinar recortes al gasto con aumentos en las cuotas.
Sin embargo, los republicanos conservadores en Washington consideran que los ajustes a la recaudación son inadmisibles.
“El Partido del Té no lo dejará hacerlo, se van a oponer firmemente”, dijo Widmer.
Pero durante los debates presidenciales, Romney dejó en claro que no tiene inconveniente en acercarse al centro cuando le representa una ventaja política. Lo que para los demócratas es “improvisación” y Romnesia, para uno de los asistentes del candidato es la simple manifestación de las posturas que el candidato cree que podrían atraer a los “votantes indecisos”.
Tras haber cortejado con esfuerzo a los conservadores del Partido del Té, ahora Romney asume abiertamente una postura más moderada acerca de las regulaciones.
“A veces los miembros de nuestro partido dicen que quieren reducir las regulaciones, pero eso es una exageración”, dijo Romney en el evento de campaña en Jacksonville.
“Queremos deshacernos de las regulaciones excesivas y anacrónicas. Pero tenemos que tener regulaciones para que la economía funcione y que la gente pueda seguir las reglas”, agregó.
Después de toda una vida en el ámbito de los negocios y la política en Massachusetts, el presidente Romney sería un novato en Washington.
Romney alardeó durante las primarias republicanas que llegaría a la capital de la nación sin haber trabajado antes en el mundo partidista de Washington.
Toques de Massachusetts en la Casa Blanca
Sin embargo, no esperen que Romney esté solo en la Casa Blanca. Como lo ha demostrado la historia reciente, los gobernadores que llegan a la presidencia, como George W. Bush y Bill Clinton, generalmente van seguidos por una comitiva de asesores de estado y amigos que se incorporan al grupo.
Si el manejo que Romney ha hecho de su campaña sirve como guía, es probable que lleve consigo una avalancha de profesionales de la política de sus días en Boston. Los asesores más cercanos de Romney, el exejecutivo de Bain, Bob White; el estratega político de Boston, Peter Flaherty y el gurú de las comunicaciones, Eric Fehrnstrom, hablan con un marcado acento de Massachusetts.
Otra pieza clave a la que hay que poner atención es Beth Myers, quien fue la jefa del gabinete de Romney durante su gobierno y quien dirigió la búsqueda que culminó con la selección del candidato republicano a la vicepresidencia, el diputado Paul Ryan.
Madden rechazó discutir quienes formarían el posible equipo de Romney en la Casa Blanca, pero reconoció que el candidato republicano suele cuidar de los suyos.
“Es un tipo leal. Sin embargo, creo que quiere que sean los mejores y los más brillantes quienes le ayuden a resolver los grandes problemas”, dijo Madden.