Por Tom Cohen
Washington (CNN) — El presidente Barack Obama enfrenta una extensa y conocida serie de retos después de conseguir el apoyo de moderados, mujeres y minorías para una victoria de reelección sobre su rival republicano, Mitt Romney.
Aunque todavía se están contando los resultados finales de la votación del martes, Obama había ganado por lo menos 303 votos electorales y le había sacado una ventaja de más de un millón de votos totales a Romney, para afirmar una victoria sorprendente y contundente en una contienda que las encuestas y los expertos habían pronosticado sería más cerrada.
Además de darles a Obama y al vicepresidente Joe Biden otro periodo de cuatro años, los votantes eligieron otra vez una mayoría republicana en la Cámara de EU, y mantuvieron la estrecha mayoría demócrata en el Senado.
Ahora Obama y el nuevo Congreso, que será muy parecido al anterior, enfrentarán nuevas presiones para legislar un acuerdo integral de reducción del déficit, el cual hasta ahora ha sido bloqueado por la intransigencia en el tema de la reforma fiscal.
En el corto plazo, eso significa tratar con el denominado precipicio fiscal –una combinación de incremento de impuestos y recortes de gastos en todos los ámbitos, establecidos para que inicien a finales de año.
El fracaso en la resolución de los déficits crónicos y la deuda del país se consideran un lastre para el crecimiento económico y la creación de empleos. La falta de confianza en la voluntad política para encontrar soluciones contribuyó a que por primera vez en su historia EU sufriera una disminución de la calificación crediticia en agosto de 2011.
Obama utilizó su discurso triunfal ante partidarios eufóricos para advertir sobre las futuras batallas y frustraciones en su búsqueda compartida por restablecer la igualdad de oportunidades para todos.
“Somos una familia estadounidense y ascenderemos o caeremos como una sola nación”, declaró Obama entre largas ovaciones.
“Esta noche, durante esta elección, ustedes, el pueblo estadounidense, nos recordaron que a pesar de que nuestro camino ha sido duro, aunque nuestro viaje ha sido largo, nos hemos levantado, hemos luchado por regresar, y dentro de nosotros sabemos que lo mejor está por venir para Estados Unidos de América”.
Enfatizó que las riñas políticas que vienen con la democracia son una parte necesaria del proceso.
“Estaremos en desacuerdo, a veces con dureza”, dijo Obama, y señaló que “Los avances se darán entre tropezones”, y que el triunfo del martes por la noche “no va a terminar con toda esa parálisis política”.
Al presagiar difíciles decisiones en un futuro, el presidente dijo que el optimismo ciego y el hacerse ilusiones “no pueden sustituir la necesidad de lograr difíciles acuerdos para salir adelante”.
El presidente de la Cámara, John Boehner, quien el año pasado echó atrás un posible “gran acuerdo” con Obama sobre la reducción del déficit, mismo que expresaba la solicitud del presidente para aumentar algunos impuestos, de inmediato estableció una línea dura en el mismo tono.
“El pueblo estadounidense volvió a elegir al presidente, y volvió a elegir a nuestra mayoría en la Cámara”, dijo en un comunicado Boehner, republicano de Ohio. “Si hay un mandato, es un mandato de los dos partidos para encontrar un terreno común y tomar medidas conjuntas para ayudar que crezca nuestra economía y crear empleos, lo cual es fundamental para resolver nuestra deuda”.
La reconsideración del mensaje y las tácticas
Otros líderes republicanos dijeron que las elecciones que en lo general resultaron malas para el Partido Republicano, lo cual incluyó perder la presidencia y no conseguir una mayoría en el Senado a pesar de que los demócratas tenían que defender el doble de escaños, significaron que el partido necesitaba reconsiderar su mensaje y las tácticas.
“Está claro que con nuestras derrotas en la contienda presidencial y en la contienda para el Senado, tenemos por delante un período de reflexión y reajuste del Partido Republicano”, señaló el senador texano, John Cornyn, presidente del Comité Nacional Senatorial Republicano.”Aunque algunos querrán echarle la culpa a un ala del partido sobre la otra, la realidad es que esta noche perdieron los candidatos de todos los rincones de nuestro Partido Republicano. Está claro que tenemos tarea por hacer en las próximas semanas y meses”.
David Gergen, analista político de CNN, dijo que el Partido Republicano debe trasladar hacia el centro político sus fundamentos cada vez más de derecha impulsadas por el partido y los conservadores sociales.
“Me parece que la lección debe ser clara para los republicanos que tienen que ajustarse”, dijo Gergen. “Han llegado demasiado lejos”.
Una cuerda floja política
Romney, el empresario multimillonario que se convirtió en político, intentó caminar por una cuerda floja política durante la campaña al buscar atraer a los conservadores con el fin de ganar unas agotadoras primarias del Partido Republicano, las cuales incluyeron 20 debates, para después, en el último mes, desplazarse hacia el centro político con el fin de atraer a los moderadores.
Esto permitió que Obama lo embistiera diciendo que carecía de principios profundamente arraigados y que en las distintas temáticas cambiaba drásticamente de parecer.
En un breve discurso de reconocimiento de derrota dictado en un sombrío evento postelectoral que se suponía sería una fiesta en caso de triunfo, Romney felicitó a Obama y dijo que sus oraciones estarían con el presidente en un momento tan difícil para el país.
“En un momento como este no podemos arriesgarnos a disputas partidistas y posturas políticas”, dijo Romney, manifestándole a sus seguidores que desearía haberles “cumplido sus deseos de dirigir este gran país en una dirección diferente”.
Obama resistió un impulso tardío de Romney en Pensilvania y ganó los disputadísimos estados de Ohio, Virginia, Wisconsin, New Hampshire, Iowa, Nevada y Colorado, según las proyecciones de CNN. Otro estado clave, Florida, seguía demasiado reñido como para dar un resultado la madrugada del miércoles.
El presidente también ganó fácilmente los tradicionales bastiones demócratas de California, Nueva York y otros estados populosos como Michigan, donde Romney nació y su padre se desempeñó como gobernador.
Obama y Romney iban empatados en las encuestas finales que insinuaban un resultado que competiría con algunos de los comicios presidenciales más reñidos en la historia, como reflejo del profundo sistema político existente en el país.
Se reportó una fuerte participación en gran parte del país, y ambas campañas expresaron su confianza en que triunfarían en lo que se pronosticaba sería una larga noche en espera de los resultados de los ocho estados que todavía están en juego.
No hubo sorpresas durante las primeras horas, ya que cada candidato ganó los estados en los que se esperaba que ganaran y las contiendas seguían reñidas en los estados clave. Después se proyectó que Obama ganaría New Hampshire, y después que triunfaría en Wisconsin y Iowa, dándole así los primeros tres estados claves de indecisos.
Ahora Romney necesitaba ganar todos los estados clave restantes, sobre todo los tres grandes, que son Florida, Virginia y Ohio, para tener la oportunidad de alcanzar el umbral decisivo de los 270 votos electorales. Cuando se proyectó que Obama sería el ganador de Ohio, se aseguró la victoria, con un margen reforzado tras llevarse Colorado, Nevada y Virginia.
La economía es el asunto más importante
El presidente ganó su estado natal de Illinois, así como el estado “natal” de Romney, Massachusetts, en el que el republicano se desempeñó como gobernador.
En total, Obama ganó 25 estados y el distrito de Columbia, mientras que Romney ganó 24 estados, y Florida todavía está por decidirse.
En todo el país, los votantes hicieron largas filas en los centros de votación, lo cual indicó una fuerte participación.
Entre los reportes esporádicos de irregularidades estuvieron el mal funcionamiento de las máquinas de votación y las dificultades electorales que pasaron algunos luchando por recuperarse de la devastación dejada por la supertormenta Sandy en los estados del noreste.
En general, el costo total de la elección presidencial y del Congreso podría alcanzar un récord de seis mil millones de dólares, según el Centro de Política Responsable, de corte apartidista. La cifra abarca el gasto desde enero de 2011 hasta la suma a la que ascienda después de las elecciones del martes.
Los grupos externos fueron los que más contribuyeron, ya que organizaciones independientes dieron más de 970 millones de dólares. El incremento se debió en gran parte gracias al fallo de 2010 de la Suprema Corte de EU, el cual allanó el camino para que los Súper PAC recaudaran y gastaran cantidades ilimitadas de dinero, siempre y cuando no estuvieran coordinados con las campañas.
El candidato Romney trató de hacer de las elecciones un referéndum sobre la presidencia de Obama y que la gente sacara provecho de su experiencia empresarial al describirse a sí mismo como más capaz de manejar temas económicos, los cuales fueron considerados por los votantes como los de su mayor preocupación.
Durante la campaña, Romney atacó a Obama por el alto desempleo y lo que él llamó impuestos excesivos y regulaciones, dijo, sofocaban un crecimiento más rápido.
Obama y su equipo atacaron las políticas de Romney y su pasado como inversor de capital de riesgo, al decir que él apoyaría políticas que favorecerían a los ricos sobre la clase media y exacerbaría el ya desigual ingreso y la disparidad de oportunidades en el país.
El presidente describió la contienda como visiones encontradas que compiten por el futuro y la basó en su tema central de restablecer la promesa del sueño americano consistente en la igualdad de oportunidades para todos.
En particular, Obama señaló en reiteradas ocasiones que respaldó un rescate fiscal que ayudó a restablecer a las automotrices General Motors y Chrysler, mientras que Romney se oponía a ello. El tema resonó en los estados de la industria automotriz, como Michigan y Ohio, los cuales terminaron por proporcionar votos electorales cruciales para Obama.
Además de las diferencias políticas, la elección se convirtió en una partida de ajedrez de campaña dirigida hacia estados y grupos demográficos específicos, como parte de un plan para construir un camino hacia el éxito electoral.
La reelección ofreció a Obama, de 51 años, la oportunidad de asegurar un legado de dos mandatos y buscar más adelante las reformas que prometió en su histórica campaña de 2008, pero que no pudo entregar en los primeros cuatro años. En particular, ha hecho de la reforma integral migratoria uno de sus principales objetivos, así como un plan de reducción del déficit que acabaría con las exenciones tributarias para los de ingresos mayores a 250,000 dólares
No obstante, la ola de optimismo que lo llevó a la victoria hace cuatro años en esta ocasión parecía enmudecida; sus expartidarios se encontraban enojados por el hecho de que Obama no logró ese tipo de cambio en Washington que había prometido y que no pudo conseguir.
Para Romney, quien buscaba convertirse en el primer presidente mormón del país, la elección puso fin a una misión de seis años para llegar a la Casa Blanca.
Romney también fracasó en su primer intento por conseguir la candidatura republicana, en 2008, y después pasó los siguientes dos años preparándose para una segunda contienda que comenzó en 2011 con las campañas primarias del Partido Republicano.
El hombre de 65 años intentaba hacerse del cargo que su padre –el exgobernador de Michigan, George Romney- también intentó, pero que se quedó muy lejos de ganar, en 1968.