La reserva natural de Sabah Al-Ahmad comprende la zona que alguna fue una base importante para Saddam Hussein.

Por Zain Verjee

Kuwait (CNN) — Lo que era un búnker militar en el desierto sería el último lugar en el que esperarías encontrar un brote de naturaleza.

Pero encima de unas trincheras abandonadas al norte de la capital de Kuwait se encuentra un paisaje acompañado de colores verdes y morados parte de la vegetación que atrae a zorros, aves migratorias y otro tipo de vida salvaje.

La reserva natural de Sabah Al-Ahmad comprende la zona que alguna fue una base importante para el ejército de Saddam Hussein durante la invasión a Kuwait de 1990 a 1991.

La ocupación iraquí sobre su vecino del sur, que empezó en agosto de 1990 y duró hasta febrero, el momento de su liberación, tuvo un impacto devastador no solo en la gente de Kuwait, sino en el medio ambiente, dijo Samira Omar Asem del Instituto de Kuwait de Investigación Científica.

Uno de los mejores centros ambientales de Kuwait. Con tres décadas de experiencia en la conservación de recursos, Asem ha tenido un papel importante en la restauración de los ecosistemas devastados por la guerra, como jefa del programa de recuperación ambiental de la Comisión de Compensación de las Naciones Unidas. El cuerpo fue establecido en 1991 para procesar las demandas y pagar una compensación por daños sufridos como resultado de la ocupación de Kuwait, y procesó su última demanda en el 2005.

La guerra, dijo, tuvo como resultado “mucha agresión en contra del entorno”, lo más infame fue la destrucción de los campos de petróleo de Kuwait como parte de la ‘política de tierra quemada’ de Hussein tras su retirada.

Se destruyeron más de 700 pozos, cubriendo el cielo de humo negro en un infierno que ardió por ocho meses hasta que los bomberos lo pudieron apagar.

También hubo mucho daño durante la ocupación. Mientras que el ejército de Iraq acababa con el país, se construyó un elaborado sistema de fuertes, que destruyeron el frágil ecosistema del desierto. Tan solo en la reserva se construyeron cerca de 24,000 fuertes, señaló.

“Vi estos búnkers inmediatamente después de la liberación”. “Tenían servicios establecidos bajo tierra. Entonces, te podrás imaginar… una reserva natural que se convertió en un cuartel principal. Todo estaba lleno de municiones”.

La artillería abandonada sin explotar, combinada con las fugas de petróleo o trincheras inundadas a propósito, representa un ambiente peligroso para los trabajadores que realizan una labor de rehabilitación.

“Toda la maquinaria pesada y los vehículos espesaron el suelo, cambiaron el paisaje, y permitieron que se removiera más la arena a consecuencia de la erosión”, comentó.

En la reserva natural de Sabah Al-Ahmad, la reparación ambiental ha comprendido desde plantar árboles hasta construir lagos para que regrese la vida salvaje, y florezca el ecosistema desértico.

“Este es un logro mayor para el gobierno de Kuwait, que quiere preservar la historia natural para las nuevas y las actuales generaciones”, explicó. “Es nuestra contribución para que la comunidad internacional diga que nos tomamos en serio la protección de nuestro medio ambiente”.

Pero este es solo el primer paso. También se quemaron y derramaron miles de millones de barriles de petróleo en la destrucción de los campos hacia el final de la guerra, y el país aún no sana las heridas de ese terrible legado.

Fuera de la zona de conservación, los desiertos siguen afectados, con grandes ríos de petróleo –causados por los miles de millones de galones de agua de mar que se usaron para apagar las flamas y se mezclaron el hidrocarburo–, lo cual contaminó la arena a lo largo de unos 100 kilómetros cuadrados de desierto.

Aún falta muchísimo por limpiar, aseguró Asem.