Por Eliott C. McLaughlin
(CNN) — Al principio era antisocial y era difícil trabajar con él. Era claro que su padre lo había maltratado, como lo evidenciaba la profunda costra redonda cerca de su hombro. No se había alimentado bien.
Era tan asustadizo que el menor ruido o movimiento lo alteraba. Sin embargo, el veterano del ejército Jeff Wilson necesitaba un perro nuevo, y este cachorro, —una cruza de Border Collie con Pastor Alemán— que se encontraba en la perrera era el adecuado.
Lo llamó Lobo, y no pasó mucho tiempo antes de que Wilson, de 44 años, se diera cuenta de que tenían los mismos problemas.
“Éramos algo así como almas gemelas”, dijo. “Creo que en verdad ayudó a profundizar nuestra conexión porque no solo me estaba ayudando; yo lo ayudaba a él. Lo estaba ayudando a superar los mismos obstáculos que yo tenía. Tuve que reconocerlos y superarlos para ayudarlo”.
Wilson es un excomandante de tanques e ingeniero de vuelo que no tiene permitido hablar del tiempo que pasó en Iraq más que para decir que operaba una ametralladora mientras colgaba de la compuerta de un helicóptero. También puede decir que durante sus 14 años en servicio, a menudo estuvo “expuesto a situaciones muy peligrosas”.
Se le diagnosticó depresión y ansiedad derivadas del trastorno por estrés postraumático (TEPT), y no es el único. Según el Departamento de Asuntos de los Veteranos de Estados Unidos, entre el 11 y el 20 % de los veteranos de las guerras de Iraq y Afganistán sufren de TEPT.
Wilson dijo que su depresión lo volvió un ermitaño. Solía “acurrucarme y no hablar con nadie”, y su ansiedad le dificultaba estar con la gente.
Si salía de su casa, estaba en alerta extrema. Si alguien se le acercaba por detrás o dejaba caer algo estrepitosamente, se desencadenaba el mecanismo de “pelear o huir” que desarrolló en el ejército.
La ansiedad era tan grave que antes de que se le diagnosticara con TEPT, acudió en cuatro ocasiones a la sala de emergencias porque creía que estaba teniendo un infarto. Se “automedicaba” fuertemente con alcohol, lo que afectó la relación con la que hoy es su esposa desde hace dos años.
“Tenía que beber para adormecer mis sentidos y ser medio normal”, dijo.
Sin embargo hoy, con Lobo a su lado, Wilson tiene menos dificultades para salir adelante.
Ambos han estado trabajando con la Operación Freedom Paws, una organización no lucrativa en Gilroy, California, que ayuda a los veteranos a entrenar a sus propios perros de asistencia. Está dirigida por Mary Cortani, veterana y una de los 10 principales Héroes de CNN de 2012.
Cuando los veteranos entrenan a “su propio perro de asistencia, desde el principio hay beneficios inmediatos”, dijo Cortani. “Una vez más tienen una misión y un propósito. Les da algo en qué concentrarse y llevar a cabo. Les da una sensación de seguridad… Saben que no están solos, siempre han tenido a su amigo en el extremo de la correa”.
Ahora, Wilson le dice a Lobo, “Cúbreme”, y su amigo cuadrúpedo se coloca detrás de él y le da un empujón si alguien se acerca. Cuando algo aviva la ansiedad de Wilson, Lobo lo percibe, salta y pone sus patas sobre el pecho de Wilson para que este reoriente su enfoque.
“El saber que él está allí me hace sentir cómodo”, dijo Wilson. “No me preocupan los ataques. Aún pienso en ellos, pero no me afectan. Puedo ir al cine”.
Un estudio en suspenso
El Departamento de Asuntos de los Veteranos recientemente suspendió un estudio que determinaría la efectividad de la terapia canina en personas que sufren de TEPT. Hasta que ese estudio sea terminado, el departamento seguirá proporcionando perros para una variedad de padecimientos, pero no para el TEPT.
El senador republicano de Georgia, Johnny Isakson, fue uno de los impulsores de la legislación de 2009 que puso en marcha el estudio. Se sintió inspirado por los grandes avances que los perros le ayudaron a hacer a su madre, entre 1995 y 1998, luego de que fuera diagnosticada por Alzheimer. “No le gustaban los perros, pero cuando desarrolló Alzheimer, se volvieron parte de su terapia”, dijo el senador. “En ese momento era incapaz de comunicarse realmente, pero te podías dar cuenta, emocionalmente, del efecto calmante que tenían los perros”.
Isakson dijo que el departamento de veteranos está reescribiendo los parámetros del estudio para tomar en consideración los temperamentos de los perros y la importancia de que los entrenadores se identifiquen no solo con los perros, sino con los pacientes.
Aun así, no todos están convencidos de que “el departamento tenga lo que se requiere” para llevar a cabo los experimentos necesarios, dijo Corey Hudson, director de Canine Companions for Independence y presidente de la sección de Norteamérica de la organización coordinadora Assistance Dogs International.
Hudson dijo que espera que el estudio sea lo suficientemente amplio como para considerar la amplia gama de síntomas que se asocian con el TEPT, además de las evidencias anecdóticas que sugieren que los acompañantes caninos pueden ayudar a quienes sufren del trastorno a despojarse de sus caparazones.
“Hay algo místico y mágico acerca de la unión entre los perros y la gente”, dijo Hudson, quien ha “trabajado con y contra el departamento de veteranos” a lo largo de sus 22 años de experiencia con los perros de asistencia. Canine Companions for Independence cuenta con más de 900 criadores y trabaja para reunir a los veteranos con los perros sin importar si el departamento ayuda económicamente.
Hudson no hace referencia a estudios científicos, como el que establece que la interacción canina aumenta en los humanos el nivel de oxitocina, hormona que reduce la ansiedad y la presión sanguínea. En vez de ello, habla de cómo los perros aman incondicionalmente y no juzgan. Explica cómo provocan naturalmente la interacción social: “Qué bonito perro, ¿puedo acariciarlo?”; y cómo el tener un perro impide que la gente se encierre en sus casas, lejos de la sociedad.
“También pueden ser usados como excusa para dejar algún asunto o salir temprano”, dijo Hudson.
El tema en cuestión
Shadow es un perro que está acostumbrado a ser usado para tales ocasiones.
Este perro de dos años, cruza de Labrador con Burmés Alpino, es el compañero inseparable de Jennifer Haeffner, una veterana que sirvió en el ejército durante siete años y que estuvo encerrada en su casa por cerca de cinco años antes de conocer a Shadow, a mediados de año.
“Es un perro muy activo. Me obliga a hacer cosas. No tengo la opción de esconderme en la casa. Tengo que salir”, dijo la residente de 41 años de Ripon, California.
Durante la Operación Tormenta del Desierto, en la que sirvió por casi nueve meses entre 1991 y 1992, fue atacada sexualmente en múltiples ocasiones por otros miembros del ejército, dijo. Es un suceso común que ocurre acerca de una de cada cuatro mujeres en el ejército, según el departamento de veteranos.
Eso la dejó sintiéndose sola en el mundo. Quería desaparecer. Olvidó cómo tratar con la gente y con el tiempo se recluyó, y consideraba que había tenido un “buen mes” si había salido una sola vez a comprar comestibles.
No asistió a ninguna de las reuniones de su numerosa familia. Demasiada gente y demasiado ruido, decía. Le aterraba.
“Cuatro años después, solía salir a vagar por las calles ya entrada la noche, simplemente deseando que alguien me matara porque no tenía el valor de hacerlo yo misma”, dijo.
Hace cerca de cinco meses, su terapeuta le recomendó que conociera a Cortani, otra veterana de guerra.
Cortani recuerda que Haeffner no la miró a los ojos cuando se conocieron. Movía nerviosamente la pierna cuando hablaba y se enterraba las uñas de los dedos en el brazo. Su novio estaba constantemente a su lado.
“Podías notar el dolor y la angustia que le ocasionaba reunirse conmigo por primera vez”, dijo Cortani.
La Operación Freedom Paws enseña a sus participantes a entrenar a sus propios perros, a personalizar su comportamiento. Primero, los perros aprenden a sentarse, a arrodillarse, las cosas básicas.
Ahora Shadow sabe cómo recoger cosas para que Haeffner no someta su espalda y sus caderas al esfuerzo. Él actúa como una barrera, interponiéndose físicamente entre ella y cualquier persona nueva a la que conoce.
Cuando se levanta melancólica, lo deja quedarse en su cama y lo acaricia hasta que está lista para enfrentarse al día. Si escucha algún ruido durante la noche, él se queda a su lado mientras ella revisa, y Shadow la despierta rápidamente cuando tiene pesadillas.
“Respira sobre mí o pone su cabeza sobre la mía para despertarme”, dijo acerca de su compañero de 25 kilos. “Si estoy de mal humor, se acercará e insistirá en que juguemos con su juguete o pondrá su cabeza en mi regazo o lamerá mis pies, me animará”.
Cortani dijo que la diferencia entre la Haeffner de hace cinco meses y la actual es como la que hay entre “el día y la noche”. Ahora entabla amistades; ha ido al acuario, a montar a caballo; va a lugares sin la compañía de su novio.
“Está creando su nueva normalidad”, dijo Cortani.
Haeffner agregó: “Ahora estoy mucho mejor. Estoy más feliz”.
Christine O’Reilly de CNN colaboró con este reporte.